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La hora de la verdad en la negociación China-EEUU
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Víctor Alvargonzález

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La hora de la verdad en la negociación China-EEUU

Estamos ante un evento que va a marcar la evolución de los mercados en el corto y medio plazo. No podemos excusarnos en que nadie sabe lo qué va a pasar

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Una vez escuché decir a alguien que lo importante es cogerle la medida a las personas. También recuerdo que el jefe más listo que he tenido decía que, en las negociaciones, lo importante es detectar y medir adecuadamente la fuerza negociadora de cada una de las partes. Según se acerca el final de la negociación comercial entre China y Estados Unidos estas afirmaciones toman especial relevancia.

En casos como este, muchos profesionales del sector se lavan las manos y dicen que ellos no tienen la bola de cristal y que nadie sabe que va a ocurrir en el futuro. Y recomiendan “cautela” (término que supongo que vale para todo, comprar o vender, porque lo recomiendan siempre) Por supuesto que nadie puede ver el futuro. De lo que se trata es de analizar la información disponible y establecer una estrategia en base a dicha información.

Foto: Donald Trump. (EFE) Opinión
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Cuando la información son, por ejemplo, los resultados de una empresa que no par de crecer, no es tan difícil predecir que acabará subiendo el precio de la acción. Otro ejemplo de “visión del futuro” es predecir que la Reserva Federal de los Estados Unidos no va a poder subir mucho los tipos de interés en un entorno de digitalización y globalización que es evidentemente desinflacionista.

Desgraciadamente, la cuestión que hoy nos toca analizar es bastante más complicada. No tenemos ese grado de información sobre los entresijos de la negociación entre EEUU y China, así que el grado de fiabilidad de cualquier predicción es mucho más reducido. Pero aún así tenemos algún tipo de información. Y la obligación de utilizarla. Estamos ante un evento que va a marcar la evolución de los mercados en el corto y medio plazo. No podemos excusarnos en que nadie sabe lo qué va a pasar.

Podemos, por ejemplo, valorar el interés que hay en llegar a un acuerdo. Y medir la fuerza que tiene cada una de las partes. Al principio parecía que Trump tenía una posición de fuerza, pero el tiempo ha ido demostrando hasta que punto valora el presidente lo que haga Wall Street, ya que lo menciona frecuentemente como uno de los activos de su presidencia. Y, aunque no lo diga, es consciente del daño que hacen las tarifas a los granjeros y a la pequeña industria norteamericana, entre los que se encuentran muchos de sus votantes. La globalización empezó con Clinton y ha continuado con Obama, así que los norteamericanos llevan décadas acostumbrados a comprar productos y componentes baratos fabricados en países emergentes, especialmente en China. Las tarifas incrementan sus costes y erosionan sus márgenes.

Estamos ante un evento que va a marcar la evolución de los mercados. No podemos excusarnos en que nadie sabe lo qué va a pasar

Los chinos también necesitan un acuerdo. Les da igual la opinión internacional, la bolsa o el bienestar de sus ciudadanos, que para eso no votan. Pero lo que no les da igual son sus planes quinquenales. ¡Hay del funcionario que no cumpla su cuota! Por ese lado hemos tenido suerte: su economía está perdiendo fuelle y están en modo estímulo. Y no hay mejor estímulo que un buen acuerdo comercial.

Tampoco hay que olvidarse de lo de tomar la medida de las personas. Parece mentira que no hayamos aprendido ya cuál es la forma de negociar de Donald Trump. Los tuits incendiarios y las amenazas, combinados con la actitud de policía bueno. Eso es puro Trump y debe valorarse en consecuencia.

Sé que en este caso es arriesgado hacer una predicción, pero creo que cuando dos partes tiene mucho que ganar alcanzando un acuerdo y muchísimo que perder en caso contrario, hay altas probabilidades de que lo alcancen. Para mí el mayor riesgo está en que los chinos, viendo a Trump deseoso y necesitado de un acuerdo, decidan apretarle las tuercas en el último momento y no sean conscientes de que, electoralmente, para Trump es mejor que no haya un acuerdo que firmar un mal acuerdo. Pero ¿quién dijo que en este negocio no se asumen riesgos?

Una vez escuché decir a alguien que lo importante es cogerle la medida a las personas. También recuerdo que el jefe más listo que he tenido decía que, en las negociaciones, lo importante es detectar y medir adecuadamente la fuerza negociadora de cada una de las partes. Según se acerca el final de la negociación comercial entre China y Estados Unidos estas afirmaciones toman especial relevancia.

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