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El SP 500 ha subido y (casi) nadie sabe cómo ha sido
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Víctor Alvargonzález

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El SP 500 ha subido y (casi) nadie sabe cómo ha sido

Ahora el SP 500 sólo está un 6% por debajo de donde estaba al inicio del año 2022, que eran máximos históricos. Y el Eurostoxx 50 ha vuelto ya a los máximos anteriores

Foto: El SP 500 ha subido.
El SP 500 ha subido.

Que mala idea es invertir basándose en el "asesoramiento" de "influencers" y medios de comunicación. Los medios saben que lo que vende son las malas noticias. Y los influencers saben que lo que llama la atención y genera seguidores es el miedo. Con esa premisa, desaparece la objetividad.

Ya lo decían en aquella película de Willy Wilder, donde un periodista maduro le decía al periodista novato que no dejara que la verdad le estropeara un buen reportaje. En la sociedad actual, que tanto parece disfrutar con el miedo y la ansiedad, sería más adecuado decir "no dejes que una buena noticia te arruine un buen titular". O un buen tweet.

Al final, la única burbuja que ha explotado de verdad en los últimos 12 años fue la de la renta fija, la cual predijimos muy pocos (mí predicción la pueden comprobar en mis artículos de 2021). Y la otra caída aparatosa de los mercados se debió a la llegada de un virus, algo que evidentemente no esperaban los que anunciaban el Armagedón todas las semanas.

La bolsa también cayó el año pasado, pero no porque explotara ninguna burbuja, sino porque la incompetencia de los políticos generó un proceso inflacionista del que todavía no nos hemos librado. Aún así, ahora el SP 500 sólo está un 6% por debajo de donde estaba al inicio del año 2022, que eran máximos históricos. Y el Eurostoxx 50 ha vuelto ya a los máximos anteriores.

De hecho, técnicamente el SP 500 ha vuelto a la tendencia alcista, al haber subido más de un 20% desde los mínimos del mes de Octubre. Y, en el caso del NASDAQ, la tendencia alcista es mucho más evidente y asentada– un 30 % desde mínimos -. Y lo mismo se puede decir del Nikkei japonés, lo que significa que las bolsas no sólo son alcistas, es que los son de forma generalizada. Y esto, desde el punto de vista del análisis técnico, es importante, porque, según la teoría de Charles Dow, creador del análisis técnico, un mercado no es formalmente alcista hasta que incluye a todos los principales índices. Ahora ya se puede hablar de tendencia alcista global.

Foto: Un 'trader' en la Bolsa de Nueva York. (Reuters/Brendan McDermid)

Si en lugar de escuchar de forma cuasi masoquista a los mensajeros del miedo, los inversores, asesores y gestores se hubieran centrado en la realidad y no en el relato, ahora mismo habría muchos más beneficiados de este movimiento alcista.

La primera realidad era y es el dato de inflación: estaba y está bajando. Y la caída que tuvieron las bolsas el año pasado se debió al incremento de la inflación, que es lo que obligó a la Reserva Federal a subir los tipos de interés. Si cambian las causas, cambian los efectos.

Otra realidad ha sido la llegada de un cambio muy importante a la economía: la inteligencia artificial. Puede que no sea el titular que más lectores atrae o el tuit que genera más seguidores, pero la inteligencia artificial supondrá un cambio fundamental tanto a nivel tecnológico como en la productividad de las empresas en general. Pero no, había que centrarse en el daño que hará y todo tipo de disquisiciones que no son competencia del asesor financiero, cuyo papel es centrarse en como pueden beneficiarse sus clientes de este tipo de cambios.

Otra realidad ha sido la llegada de un cambio muy importante a la economía: la inteligencia artificial

Nadie dice que hubiera que tirarse a la piscina bursátil. Habría sido poco prudente no incorporarse a esta tendencia de forma gradual. Pero una cosa es actuar con prudencia y gradualidad y otra quedarse fuera, asumiendo un elevado coste de oportunidad. Tampoco fue una gran idea no moverse. Quien no redujera el peso de la renta variable y la renta fija al inicio de 2022 se ha pasado más de un año sufriendo con el periodo bajista, y en muchos casos ha malvendido por temor a perder mucho más. La forma de trabajar era reducir el riesgo y, cuando pasara la tormenta, comprar barato y disfrutar ahora de la subida. No hace falta perder la salud para ganar dinero.

Afortunadamente esto no acabado. Queda una segunda oportunidad: la inflación costará que baje, pero seguirá bajando, porque los elementos que la crearon siguen diluyéndose. Y el motor de la productividad que generará la inteligencia artificial no se ha detenido.

Foto: Bolsa de Nueva York. (Reuters/Lucas-Jackson)

También sigue en marcha la máquina trituradora que suponen las subidas bursátiles para quienes se pusieron "cortos" (apostaron por que las bolsas bajarían). Nunca había habido tantos – literalmente – y ahora tienen que cubrir sus pérdidas comprando acciones que no tienen (por eso se llama a vender a crédito). Con lo que ayudan a que suban los índices contra los que apostaron.

Y finalmente, pero no menos importante, llegará el efecto FOMO, tal y como anunciamos en las jornadas de estrategia que ofrecimos en enero. FOMO es el acrónimo de "Fear of Missing Out", que en castellano significa más o menos "miedo a perdérselo". En este caso miedo a perderse la subida, que es el segundo motor más potente que existe en los mercados (el primero es el miedo a estar dentro cuando bajan)

Queda, por lo tanto, otra - o incluso dos fases más - de subida. La última - la más peligrosa - es fácil de detectar, porque coincide con el momento en el que los que vendían miedo pasan a vender cómo hacerse rico rápidamente, ya que detectan que, para entonces, es la mejor forma de llamar la atención.

Que mala idea es invertir basándose en el "asesoramiento" de "influencers" y medios de comunicación. Los medios saben que lo que vende son las malas noticias. Y los influencers saben que lo que llama la atención y genera seguidores es el miedo. Con esa premisa, desaparece la objetividad.

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