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Y ahora dicen que no saben de dónde vino la inflación
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Víctor Alvargonzález

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Y ahora dicen que no saben de dónde vino la inflación

la mayoría de los economistas no tiene muy claro de dónde vino la inflación. Lo cual es preocupante, porque si desconocen las causas, las predicciones no podrán ser muy acertadas

Foto: La inflación. (iStock)
La inflación. (iStock)

Según publica el Wall Street Journal, la mayoría de los economistas no tiene muy claro de dónde vino la inflación. Lo cual es preocupante, porque si desconocen las causas, las predicciones no podrán ser muy acertadas.

Los políticos le echan la culpa a “la guerra” de Ucrania. Es lógico. Los políticos siempre buscan un culpable ajeno a su gestión. Pero en este caso hay un matiz importante: desde un punto de vista estrictamente económico - que no moral -, la definición correcta es que el segundo impacto inflacionista – luego hablaremos del primero - es que ha sido consecuencia de las sanciones que occidente lanzó sobre el principal productor de materias primas del mundo.

Esto no significa que hayan hecho algo malo, insisto, moralmente hablando (otra cosa es que no hayan funcionado): significa que si se dispararon los precios de las materias primas, incluido el petróleo, se debió a un “shock” de oferta provocado por el hecho de haber retirado del mercado al mayor productor mundial (el segundo del mundo en el caso del petróleo). Y a eso hay que añadir la respuesta de dicho productor, que, aunque el gas no había sido sancionado, decidió cortar el grifo por su cuenta, que se viera que él también sabía sancionar.

Seguramente había que sancionar a Rusia. Es posible que desde un planteamiento moral y políticamente consecuente no se pueda estar comerciando con quien ha invadido un país soberano, saltándose todas las reglas de la convivencia. Y que hayamos acabado comprando el mismo petróleo y materias primas a través de terceros que no aplicaron la sanciones no significa que políticamente no hubiera que hacerlo. En cualquier caso no es mi papel como economista analizar las motivaciones morales o políticas, sino analizar las variables económicas.

Así que no nos engañemos: el segundo tirón de la inflación es fácilmente identificable y se produjo porque se redujo de un plumazo la oferta mundial de petróleo, materias primas y gas y, como consecuencia de ello, subieron la gasolina, los alimentos, la factura de la luz, etc., etc., . En otras palabras, la inflación general (la que incluye alimentos y energía).

Foto: Bandera de la Unión Europea. (EFE)

A continuación subió la subyacente, porque si tienes un restaurante y te suben el precio de los alimentos, la factura de la luz o el diésel de la furgoneta del restaurante, el dueño lógicamente sube el precio del solomillo. Y como a sus empleados les ocurre exactamente lo mismo, que todo les cuesta más, pues también tiene que subirle el sueldo a los empleados. Es lo que en economía se llama un “shock inflacionista de oferta”. Pero ese fue el segundo impulso inflacionista. El primero tiene otro origen. También clásico y que se estudia en la carrera de económicas: los excesos monetarios, es decir, los excesos a la hora de fabricar billetes.

Si inundas de billetes el sistema, hay un momento en el que pierden valor. Pero cuidado: quienes critican a los bancos centrales por su fábrica de dinero pre pandemia se equivocan, porque la máquina de fabricar dinero cuando se puso de verdad en marcha fue durante la pandemia. Si no me creen, busquen en Google un gráfico de la M2 norteamericana, es decir, la medida de la oferta monetaria generalmente aceptada. Ya verán donde se produce el subidón.

Y ante la pandemia los políticos también tomaron una decisión que el tiempo dirá si fue adecuada en su magnitud. Nadie discute que el primer confinamiento fue necesario y que si confinas el mundo entero hay que fabricar dinero para evitar el colapso económico. Otra cosa es si los siguientes confinamientos debieron de tan masivos, o si a lo mejor habría bastado con confinarnos a los más “senior” y, por lo tanto, más vulnerables.

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE. (EFE/Toms Kalnins)

El problema es que esa fórmula infalible de solucionar problemas que es imprimir dinero tiene efectos secundarios. No es de extrañar que la inflación alcance su máximo nivel en 2022, cuando alcanzamos un nivel de oferta monetaria y de incremento de la misma totalmente desconocido en la historia, que coincide justo con el anuncio de las sanciones a Rusia.

Como a los economistas nos gusta mucho el debate, se discute sobre si el origen de la inflación fue monetario o tuvo algo que ver también con el shock de oferta de materias primas, petróleo y gas. En mi modesta opinión no hay debate: la inflación que sufrimos no es fruto de una sola causa, sino de las dos: primero, de los excesos a la hora de fabricar billetes y colocar todo ese dinero en manos del público para compensar los efectos de los confinamientos. En segundo lugar, es consecuencia de haber quitado del medio al mayor productor de materias primas del mundo, el segundo de petróleo y que luego el susodicho decidió cortar el grifo del gas.

El problema es que esa fórmula infalible de solucionar problemas que es imprimir dinero tiene efectos secundarios

Prueba de todo lo anterior es que la inflación está bajando precisamente cuando Rusia ha conseguido saltarse todas las sanciones vendiendo su producción a través de países que no aplican dicha sanciones. El mercado se ha inundado de materias primas, gas y petróleo. Porque ahora no solo vende Rusia lo mismo que antes, sino que quienes quisieron aprovechar el hueco que dejaba Rusia se pusieron a producir como locos y ahora les llevará cierto tiempo reducir la producción. Y prueba de lo anterior, pero en su explicación monetaria, es que también se está notando que los bancos centrales están reduciendo la liquidez directamente y mediante subidas de los tipos de interés.

Y así, teniendo claro cuál es el origen de la inflación que hemos tenido y que todavía sufrimos, podremos predecir cuál puede ser su evolución futura. Pero tendremos que dejarlo para otro día, porque me estoy pasando de espacio

Según publica el Wall Street Journal, la mayoría de los economistas no tiene muy claro de dónde vino la inflación. Lo cual es preocupante, porque si desconocen las causas, las predicciones no podrán ser muy acertadas.

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