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Qué error, qué inmenso error (vender el sector tecnológico)
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Víctor Alvargonzález

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Qué error, qué inmenso error (vender el sector tecnológico)

Es un error tan grave como haber vendido o no haber comprado acciones de las principales empresas digitales a lo largo de los últimos 20 años

Foto: Vender el sector tecnológico. (EFE/Jagadeesh)
Vender el sector tecnológico. (EFE/Jagadeesh)

La famosa frase "que error, que inmenso error" es de perfecta aplicación a las personas que, asustadas con la última corrección bursátil, vendieron sus participaciones en fondos tecnológicos. O no aprovecharon para comprar.

Es un error tan grave como haber vendido o no haber comprado acciones de las principales empresas digitales a lo largo de los últimos 20 años. Una caída del 5% tampoco es nada del otro mundo, pero les aseguro que hay gente que se queja. E incluso que vende. ¡Hay esa impaciencia, el peor enemigo de los inversores!.

Quienes vendieron en últimos 20 años cometieron un error inmenso, porque inmenso ha sido el coste de oportunidad en el que han incurrido. Porque no estamos hablando de perderse revalorizaciones de dos dígitos porcentuales, sino de tres, cuatro y hasta cinco.

Aquellas ganancias tuvieron siempre como caldo de cultivo las distintas fases de la revolución digital. La revalorización de Microsoft coincidió con la primera, que fue el desarrollo de Silicon Valley, cimentado en el descubrimiento de cómo incrementar exponencialmente la capacidad de procesamiento de los microchips. Sin ese requisito, no existirían los ordenadores personales (la plataforma sobre la que se desarrolló el software de Microsoft).

Foto: Ilustración de una de las máquinas de última generación de ASML. (Reuters)

La revalorización de Amazon o de Google tuvo como base la segunda fase de la revolución digital, que fue la llegada de Internet. Y la de Apple tuvo como fundamento su propio invento, el iPhone, que lo cambió todo y nos adentró en la tercera fase, esta en la que estamos en la que no hay ser humano que no vaya unido a un smartphone.

Ahora entramos en la fase cuatro, la de la llegada de la inteligencia artificial generativa. Y quienes han vendido - o no están comprando - los fondos o valores que hay que tener en esta nueva fase, en pocos años dirán aquello de "elegí un mal día para vender". O "elegí un mal día para hacer caso a los vendedores de miedo". Porque lo que viene no va a tener nada que envidiar a lo que hemos visto hasta ahora.

Si nos parecía impresionante que hubiera un teléfono que hiciera tantas cosas, o que pudiéramos comunicarnos, comprar y vender etc. con un ordenador, debería de impresionarnos saber que se están inventado algoritmos que aprenden por sí solos – de ahí el apellido "generativa" en esta fase de la IA- y que tendrán una capacidad de trabajo, de aprendizaje, de manejo de datos y de mil otras cosas infinitamente mayor que la de cualquier ser humano.

Debería de impresionarnos saber que se están inventado algoritmos que aprenden por sí solos

De hecho, en mi opinión, lo que se ha descubierto es el perfecto aliado del ser humano a la hora de multiplicar sus capacidades, no un sustituto a su inteligencia y, sobre todo, a su creatividad.

Pero yo no voy a entrar en la parte ética o filosófica del asunto, yo solo dirijo una empresa de asesoramiento financiero independiente. Me centraré en las dos palabras claves de esta revolución para los inversores: productividad y ventas.

La inteligencia artificial generativa disparará la productividad de las empresas (aunque no de todas por igual). Los estudios realizados por las mejores consultoras especializadas del mundo coinciden en vaticinar incrementos de productividad en el entorno del 30% al 40%. Y eso va directamente a la cuenta de resultados.

Lo que se van a disparar son las ventas de quienes fabrican dichos algoritmos y de quienes sepan sacarles partido

Pero lo que es seguro es que, en una primera fase, lo que se van a disparar son las ventas de quienes fabrican dichos algoritmos y de quienes sepan sacarles partido, que no son otras que las empresas de tecnología. No será mañana, será un proceso que durará años, pero en los mercados quien gana es el que sabe adelantarse a los grandes cambios.

Un ejemplo lo hemos visto recientemente en la empresa fabricante de microprocesadores Nvidia. Una revalorización de cuatro dígitos porcentuales en siete años. La que se han perdido quienes escuchan a los vendedores de miedo y no a los generadores de negocio.

Probablemente el tren Nvidia y similares ya pasó. Y probablemente los futuros ganadores del inicio de esta nueva fase de la revolución digital no serán necesariamente los siete magníficos de la tecnología de los últimos 20 años (aunque sin duda varios de ellos se verá especialmente beneficiados). Pero lo que es seguro es que los primeros beneficiarios estarán en el sector tecnológico. Y lo que es 100% seguro es que se han equivocado quienes han vendido o no han comprado porque lo dijo un Influencer ávido de captar seguidores metiendo miedo en la redes. O por miedo a que la Reserva Federal pueda subir un cuarto de punto adicional los tipos de interés. ¿Pero qué es un cuarto de punto de la Fed comparado con la llegada de una nueva forma de inteligencia que, en muchos aspectos, será literalmente superior a la humana?

Foto: (Pixabay) Opinión

Seguro que la propia inteligencia artificial no cometería un error de esta magnitud. Un inmenso error, porque es tan evidente que resulta hasta doloroso ver como la gente puede no darse cuenta de que lo que tienen que hacer no es vender y lamentarse, sino centrarse en tener en cartera los fondos de inversión o los valores que serán protagonistas de esta nueva fase de la revolución digital.

Nadie inteligente duda de que la inteligencia artificial va a cambiar el mundo. Y todos sabemos que no será siempre para bien. En cambio, desde el punto de vista de la inversión, sólo tiene ventajas. Porque para las empresas y los inversores que sepan aprovecharlo, el resultado sólo puede ser bueno. Igual que será francamente malo para quienes se lo pierdan, por no contar con el asesoramiento adecuado para aprovechar esta nueva fase de la revolución digital.

La famosa frase "que error, que inmenso error" es de perfecta aplicación a las personas que, asustadas con la última corrección bursátil, vendieron sus participaciones en fondos tecnológicos. O no aprovecharon para comprar.

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