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El G-20 y el tratamiento de la deuda
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El G-20 y el tratamiento de la deuda

El objetivo es evitar un fracaso sistémico, un colapso generalizado de las economías de los países de bajos ingresos que precipite un desastre ecológico, político y humanitario

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El respaldo formal del G20 a su Marco Común para el Tratamiento de la Deuda en su cumbre virtual del 20-21 de noviembre es una buena noticia para los estados deudores pobres. Hay, por tanto, motivos para el optimismo, pero aún hay muchos escollos que resolver.

Por un lado, la iniciativa del G-20 se basa en los acuerdos concertados por el Club de París a principios de año, y en el alivio del servicio de la deuda y los 100.000 millones de dólares de nueva financiación proporcionados por el FMI a 82 países desde que comenzó la pandemia. El apoyo del G-20, el Club de París y el FMI debería evitar un gran número de impagos y los efectos a largo plazo que éstos tienen en las economías más débiles.

Por otro, por primera vez, todos los principales prestamistas del mundo han acordado un marco conjunto para la reestructuración de la deuda pública. Entre ellos, se encuentra China, que tradicionalmente se ha caracterizado por la opacidad de sus préstamos y, a menudo, se le acusa de empeorar el endeudamiento de los países de bajos ingresos (LIC).

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Es decir, el marco reconoce que la pandemia de covid-19 dejará a muchos países de bajos ingresos necesitados con un profundo alivio de la deuda. Nivela el terreno de juego. Esto es importante, por un lado, porque los países acreedores deberán negociar de forma conjunta con cada deudor sobre una base de directrices comunes; y este deudor, a su vez, solicitará al sector privado las mismas condiciones de tratamiento que al resto. Pero también, y esto es crítico, porque las deudas contraídas con los bancos estatales chinos entrarán en el Marco Común, lo que es garantía para la sostenibilidad de las deudas de terceros países emergentes en el futuro.

Sin embargo, acordar el Marco Común no es una varita mágica por varias razones:

Por un lado, los firmantes tendrán que cumplir sus promesas. La demanda de los deudores puede ser mayor que la disposición de los acreedores a acomodarse a ella. Los acreedores pueden ser incapaces de formar un frente unido. La geopolítica, también, podría desempeñar un papel, dada la intensificación de la competencia estratégica entre los EEUU y China.

Al mismo tiempo, todavía se desconoce el impacto total de la pandemia en la economía mundial. Las economías occidentales están considerando la posibilidad de volver a entrar en bloqueos perturbadores. Además, algunos países acreedores ricos, que están luchando con sus propios medios contra esta crisis financiados con deuda, podrían ser reacios a tener piedad con los países de bajos ingresos, puesto que quizá consideren que han entrado en dificultades por su propia improvisación.

El objetivo de los esfuerzos del FMI, el Club de París y el G20 es evitar un fracaso sistémico

Además, muchos países deudores -a menudo economías más grandes y menos desarrolladas- no están cubiertos en absoluto por el Marco.

Y, por último, la mayoría de los países de bajos ingresos son vulnerables por razones que la pandemia habrá exacerbado. La conmoción económica mundial ha suprimido los precios de los productos básicos, de los que han dependido demasiado muchos de ellos. Y el aumento de la presión sobre la política inherentemente inestable puede haber causado la fractura del sistema y, por tanto, la desaparición de la confianza externa.

El objetivo de los esfuerzos del FMI, el Club de París y el G20 es evitar un fracaso sistémico, un colapso generalizado de las economías de los países de bajos ingresos que precipite un desastre ecológico, político y humanitario. Estos esfuerzos no salvarán a todos los países de bajos ingresos del incumplimiento y de un enorme daño económico y político. Tampoco abordan otro factor clave que determina la capacidad de los países de bajos ingresos para recuperarse económicamente de la pandemia, a saber, el acceso garantizado a la vacuna covid-19. No obstante, estas medidas deberían salvar a la mayoría de los países de bajos ingresos de un incumplimiento evitable, lo cual es un paso importante.

El respaldo formal del G20 a su Marco Común para el Tratamiento de la Deuda en su cumbre virtual del 20-21 de noviembre es una buena noticia para los estados deudores pobres. Hay, por tanto, motivos para el optimismo, pero aún hay muchos escollos que resolver.

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