Es noticia
La última apuesta de Warren Buffet
  1. Mercados
  2. Valor Añadido
Alberto Artero

Valor Añadido

Por

La última apuesta de Warren Buffet

Lo confieso. Después de una semana apabullando al personal con historias macro, y sometiéndome al durísimo juicio de lectores tan ilustrados como los que hacen cada

Lo confieso. Después de una semana apabullando al personal con historias macro, y sometiéndome al durísimo juicio de lectores tan ilustrados como los que hacen cada día de esta columna un centro de análisis económico colectivo digno de admiración -al menos por mi parte que aprendo gracias a ustedes un poco más a través del espejo cóncavo de mis propios errores- reconozco que el cuerpo y la mente me pedían para hoy martes una historia ligerita. Ustedes me perdonarán. Andaba cavilando sobre dónde podía rascar algo que fuera medianamente interesante y, como por arte de birlibirloque, aparecí buceando en la edición digital de la revista Fortune. Historia más leída, “La gran apuesta de Buffett”. Bueno, el principio promete. ¿De qué se tratará?, ¿en qué nueva cesta habrá decidido poner sus huevos el Oráculo de Omaha? En este entorno la respuesta valía su precio en petróleo. Pero amigo, cuál no sería mi decepción al ver que el titular se correspondía, por una vez, con la literalidad del término “apuesta”: el hombre más rico del mundo había lanzado un reto a aquél gestor de hedges que quisiera afrontarlo. Se jugaba un millón de dólares a que una cesta de 10 fondos alternativos sería incapaz de batir, a diez años vista, al S&P 500 estadounidense. No se trataba de una cuestión de rentabilidad sino de coste del producto: para Buffett, los hedges son caros e incapaces de replicar los retornos de la gestión tradicional. Pues bien, no sólo existía alguien que había aceptado el envite sino que lo había hecho mediante fondos de fondos, cuyas comisiones en cadena hacían aún más complicado un resultado favorable. Varias son las consideraciones que se me vinieron de inmediato a la cabeza.

Los personajes. La primera y más elemental reflexión tenía que ser sobre los actores de esta especie de comedia. De archiconocido Buffett no vamos a revelar nada nuevo. Sin embargo sí que es digno de elogio el hecho de que una persona de su edad tenga por bien emplazarse para dentro de una década con quien quiera para confrontar lo acertado o errado de su filosofía de inversión y concepción de las finanzas. No es mal ejemplo de quien ya ha superado con creces la fecha legal de jubilación (77 años le contemplan). Respecto al aceptante, Protege Partners, LLC, cabe hacer a vuela pluma dos reflexiones. La primera hace referencia a la falta de sentido táctico de muchas de las grandes gestoras de hegdes, esas que dominan la industria, incapaces de percibir el bien original que la apuesta podría tener para reforzar la confianza de un sector que este año no está viviendo sus mejores momentos. Ha tenido que ser una entidad menor la que ha percibido la ventana de oportunidad que se presentaba y ha decidido aprovecharla para reforzar su nombre que, ya se sabe, dentro de una década, todos calvos. La segunda, se centra en la propia Protege. De su página web se desprende la ocasión única que esta insólita propuesta supone, en términos de conocimiento público, para una firma centrada, hasta ahora, en fondos pequeños y gestores nicho cuya probabilidad de permanencia en el tiempo es, si nos atenemos a experiencias pasadas, sustancialmente menor, lo que da más morbo aún a la apuesta.

El argumento. Mientras que Protege Partners ha seleccionado, de acuerdo con el impulsor de Berkshire Hathaway, cinco fondos de fondos cuya rentabilidad se tomará neta de comisiones y gastos, Buffett ha elegido un fondo índice tradicional de bajo coste (apenas un 0,07%) comercializado por Vanguard. La apuesta, aunque planteada y aceptada a mediados de 2007, cobra vigencia desde el 1 de enero de 2008. El inversor norteamericano sitúa en el 60% sus posibilidad de victoria, mientras que los gestores de Protege incrementan sus esperanzas hasta el 85%. De momento, y ateniéndonos al track record desde julio de 2002, el fondo estrella de Protege ha sumado un 95% de rentabilidad neta contra el 64% del fondo tradicional objeto de la apuesta a cierre de 2007. El primer trimestre del año también juega a su favor: el hedge apenas cae un 2% bruto contra el cerca del 10% que acumulaba el índice a 31 de marzo. Sin embargo, la verdadera base de comparación es, a mi juicio, un tercer elemento que las partes han introducido en la disputa. Ambos actores aportarán 320.000 dólares a un bono cupón cero que pagará, el uno de enero de 2018, 1.000.000 de dólares al ganador de la apuesta. Eso supone una rentabilidad algo superior al 4,5%, que no deja de ser una exigente referencia de comparación. Ese será el verdadero baremo de juicio para ambos.

Conclusión. La historia en sí no tiene mucho más recorrido pero centra el debate sobre un hecho que no se escapa a nadie. La conquista del alpha, es decir, la capacidad del gestor de crear valor con sus decisiones de inversión, parece que se ha convertido en los últimos tiempos en territorio exclusivo de los hedge funds, al menos si nos atenemos al sistema de remuneración que sus gestores/socios perciben. Y, en definitiva, ésa es la crítica última que subyace a la apuesta de Buffett, más allá del papel estabilizador o desestabilizador de estos activos financieros respecto al mercado. Si los hedges son, como su nombre indica, la alternativa, que lo demuestren dice el estadounidense. Y para ello se requiere mayor rentabilidad para un nivel de riesgo dado o menor riesgo para un nivel de retorno fijado de antemano. Y, aunque nadie haya hablado ni de Ratio Sharpe ni de Ratio de Información, dos medidas de riesgo por unidad de rendimiento, en definitiva esto es, más allá de la boutade de Buffett, lo que está en juego.

Lo confieso. Después de una semana apabullando al personal con historias macro, y sometiéndome al durísimo juicio de lectores tan ilustrados como los que hacen cada día de esta columna un centro de análisis económico colectivo digno de admiración -al menos por mi parte que aprendo gracias a ustedes un poco más a través del espejo cóncavo de mis propios errores- reconozco que el cuerpo y la mente me pedían para hoy martes una historia ligerita. Ustedes me perdonarán. Andaba cavilando sobre dónde podía rascar algo que fuera medianamente interesante y, como por arte de birlibirloque, aparecí buceando en la edición digital de la revista Fortune. Historia más leída, “La gran apuesta de Buffett”. Bueno, el principio promete. ¿De qué se tratará?, ¿en qué nueva cesta habrá decidido poner sus huevos el Oráculo de Omaha? En este entorno la respuesta valía su precio en petróleo. Pero amigo, cuál no sería mi decepción al ver que el titular se correspondía, por una vez, con la literalidad del término “apuesta”: el hombre más rico del mundo había lanzado un reto a aquél gestor de hedges que quisiera afrontarlo. Se jugaba un millón de dólares a que una cesta de 10 fondos alternativos sería incapaz de batir, a diez años vista, al S&P 500 estadounidense. No se trataba de una cuestión de rentabilidad sino de coste del producto: para Buffett, los hedges son caros e incapaces de replicar los retornos de la gestión tradicional. Pues bien, no sólo existía alguien que había aceptado el envite sino que lo había hecho mediante fondos de fondos, cuyas comisiones en cadena hacían aún más complicado un resultado favorable. Varias son las consideraciones que se me vinieron de inmediato a la cabeza.

Warren Buffett Hedge funds