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El aumento de la siniestralidad en España es una cuestión de educación
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

El aumento de la siniestralidad en España es una cuestión de educación

En el momento en el que uno sale a la carretera no se ven más que locuras entre los conductores que circulan por ella, todo lo contrario a lo que sucede en otros países

Foto: Un vehículo circula por el carril central.
Un vehículo circula por el carril central.

La semana pasada tuve la oportunidad de conducir por tierras escocesas y comprendí, de manera rápida y sencilla, por qué la siniestralidad en las carreteras españolas aumenta. Es una cuestión de educación, de respeto a las normas y a los otros usuarios de las carreteras. Y la solución es muy difícil porque hay que enseñar a los conductores y a las personas en general a respetar las normas y respetar a los demás.

En el momento en el que uno sale a la carretera no se ven más que locuras entre los conductores que circulan por ella. Los más tranquilos ruedan por el carril del centro, si es que hay tres carriles, a sus 100 km/h y les da igual lo que ocurra en la carretera. Otros van muy despacio pensando en sus cosas. Pero cada día hay más conductores que lo único que piensan es en adelantar a los otros, sea como sea. Ir a todo lo que da el coche, sea la velocidad que sea.

Ayer, saliendo de una gasolinera, con un carril de aceleración muy largo, me incorporé rápido, pero respetando a los que iban por la vía principal, y en esto me pasó por la derecha un coche que parecía que tenía prisa. Adelantó a varios coches por el carril de aceleración de la derecha, hizo un cambio de carril, pasó a otros coches por la izquierda y, como había bastante tráfico, se pegó a un vehículo que circulaba por la izquierda.

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Debía estar orgulloso de su maniobra; había llegado al mismo tiempo que los demás, pero creando varias situaciones de peligro y sobre todo cometiendo seis o siete infracciones. Lo malo es que listos, por no llamarles de otra manera, hay cada vez más por la carretera. Es gente que se cree que tiene más derechos que los demás. O mejor, que tiene derechos y los demás solo deberes.

Como decía, la semana pasada iba circulando por una carretera no desdoblada en las proximidades de Edimburgo, en Escocia. Tres o cuatro coches íbamos rodando detrás de un camión, un semirremolque cargado con troncos. Pese a su carga, el camión iba a la velocidad de la carretera, que según las zonas tenía un límite de 40 o de 50 millas (65 o 80 km/h). Pero circulaba muy ágil, la verdad.

Me sorprendió que ningún coche intentara una maniobra arriesgada adelantando al camión para rodar a 60 o 70 millas (97 o 112 km/h), lo que habría pasado en España. Lo curioso fue que en un momento determinado apareció un ciclista que iba mucho más despacio, lógicamente. El conductor del camión se mantuvo detrás del ciclista durante varios kilómetros sin hacer la menor intención de adelantarle pese a que había varias zonas permitidas. Pero para ese camionero por encima de todo estaba la seguridad del ciclista y la del resto de usuarios de la carretera.

Un poco más adelante había una zona de aparcamiento y el ciclista ni se lo pensó, se tiró a su izquierda y se paró para dejar pasar al camión y al resto de vehículos. El camión volvió a su velocidad y el resto de los usuarios siguió detrás del camión tranquilamente, a su velocidad y cumpliendo las normas.

Lo mismo que en España

No tengo una bola de cristal, pero me imagino lo que habría ocurrido en España en una situación similar. El camión habría hecho varios intentos de adelantar al ciclista, poniéndole nervioso, y habría terminado de adelantar aunque hubiera venido un coche de frente. Por su parte, los coches que iban detrás del camión habrían intentando adelantar al camión en el primer momento que hubiera habido una señal de permitido, aunque el camión tuviera puesto el intermitente y estuviera iniciando la maniobra de adelantamiento al ciclista. Y el ciclista, por su parte, habría estado circulando con uno o dos amigos en paralelo, porque es muy aburrido ir solo pedaleando.

En Edimburgo, en ese caso, todo el mundo hizo lo que debía y primó por encima de todo el sentido común. El resultado fue que nadie puso en peligro su vida ni la de los demás, nadie se enfadó con los otros. Eso, desgraciadamente, no ocurre en España, donde casi nadie respeta a los demás. ¿Se imaginan un camión circulando varios kilómetros detrás de un ciclista en España? ¿Se imaginan cuatro o cinco coches detrás de un camión pese a estar permitido adelantar? ¿Han visto alguna vez a un ciclista pararse fuera de la carretera para dejar pasar a varios coches que lleva detrás?

La semana pasada tuve la oportunidad de conducir por tierras escocesas y comprendí, de manera rápida y sencilla, por qué la siniestralidad en las carreteras españolas aumenta. Es una cuestión de educación, de respeto a las normas y a los otros usuarios de las carreteras. Y la solución es muy difícil porque hay que enseñar a los conductores y a las personas en general a respetar las normas y respetar a los demás.