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Por qué es el momento de retrasar las ventas del coche eléctrico
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Por qué es el momento de retrasar las ventas del coche eléctrico

En solo unas semanas hemos pasado de hablar del coronavirus como una enfermedad que estaba en China a plantear la mayor crisis sanitaria y económica a

Foto: Varios positivos por coronavirus entre los trabajadores han parado la planta de Ford en Almussafes.
Varios positivos por coronavirus entre los trabajadores han parado la planta de Ford en Almussafes.

En solo unas semanas hemos pasado de hablar del coronavirus como una enfermedad que estaba en China a plantear la mayor crisis sanitaria y económica a nivel mundial de los últimos 50 años. El Gobierno español se ha visto obligado a decretar el estado de alarma y la Unión Europea habla de poner en marcha importantes medidas para tratar de evitar el derrumbe de la economía europea. Y todo ello en un entorno de máxima dificultad porque la propagación del COVID-19 sigue imparable.

Es por ello un momento muy difícil en el que todos los ciudadanos, las empresas y los trabajadores dudamos sobre nuestro futuro y todos vamos a necesitar ayuda. El automóvil también va a ser un sector que sufrirá mucho en los próximos meses y va a necesitar mucha ayuda. No es que tenga una prioridad sobre los demás sectores, por supuesto, pero si hay que tener en cuenta que en España la automoción es el tercer pilar de la economía y que si las fábricas de coches se mantienen cerradas durante muchos meses va a ser un verdadero problema. El 9% del empleo y el 10% del PIB en España dependen de una u otra forma del sector del automóvil.

Ese mismo análisis lo debería hacer la Unión Europea. En este momento la industria europea del automóvil se enfrenta a unos grandes colosos industriales. En los años 50 o 60 solo era una cuestión de dos, de Estados Unidos y de Europa. Entonces, la capacidad de ingeniería, la tecnología, el diseño y el “saber hacer” de los fabricantes europeos consiguió una importante ventaja.

Ahora el problema es que Europa lucha contra Estados Unidos pero también contra China que se ha convertido en el nuevo líder mundial, y contra Japón y Corea del Sur. Estos cuatro países, estas cuatro grandes economías mundiales, tienen una ventaja importante sobre Europa y es que tienen una persona al frente del país que toma decisiones y marca el rumbo.

Cuando los fabricantes americanos han necesitado ayuda, detrás han tenido el respaldo de su gobierno, y lo mismo ocurre con Japón, Corea o China. El problema es que en Europa no hay una voz cantante que lleve el rumbo de la economía y por ello tampoco de la industria del automóvil europeo. Europa son 28 países (27 tras la salida de Reino Unido) y en Bruselas cada uno trata de hacer valer sus intereses propios. Eso hace que no se tomen con rapidez decisiones importantes.

Europa lleva dos años negociando para reducir el IVA del coche eléctrico pero seguimos en la casilla de salida. Ahora, con el coronavirus y con la crisis brutal que nos llega, en Bruselas tiene que haber alguien capaz de pensar y tomar decisiones drásticas y rápido. Unas serán muy duras, otras más sencillas de tomar, pero en cualquier caso la industria del automóvil, por su importancia y por los millones de empleos que genera en toda Europa, tiene que tener su posición de fortaleza.

De lo contrario, si en Bruselas se sigue ninguneando a la industria del automóvil, los grandes fabricantes europeos se llevarán sus fábricas fuera de Europa y se perderá uno de los pocos pilares que todavía le quedan a la economía. Si eso es así, Europa acabará quedando como un parque temático, como centros de turismo para que los ciudadanos norteamericanos, coreanos japoneses o chinos vengan y vean lo que fue un continente en su máximo esplendor.

El tema del coche eléctrico, de las limitaciones a la contaminación, de la emergencia climática, tiene que dejar su lugar a buscar soluciones más reales, más adaptadas a las necesidades de los ciudadanos, que de momento no compran un coche eléctrico. No lo quieren porque es mucho más caro, y por qué no tienen un punto de recarga donde poderlo enchufar cada noche. Desde hace muchos meses se pide una ampliación de la infraestructura de puntos de recarga a nivel español y europeo, pero ahora no es el momento de seguir por este camino. Los miles de millones de euros que necesita el despliegue del coche eléctrico no se pueden utilizar ahora, porque hay otras prioridades claras, como salvar las vidas de muchos miles de personas. Y también para mantener vivas las empresas y la economía.

Ahora es el momento de apostar por las tecnologías de siempre, en su última evolución, que ofrecen unos niveles de contaminación muy bajos por un precio razonable. La Unión Europea ha empezado a hablar de ayudas, de poner dinero para que las empresas se mantengan durante estos meses difíciles que llegan.

Emisiones CO2

Pero también es el momento de que la Unión Europea se dé cuenta que si mantiene las vigentes normas de emisiones para este 2020, el mercado naufragará y puede ser el fin del sector industrial del automóvil. Lo peor es que después de que los fabricantes vendan muy pocos coches por el coronavirus al final de este año, encima tendrán que pagarle a la Unión Europea un montón de millones de euros en multas por exceso de CO2.

Las marcas fabricantes habían desarrollado un amplio abanico de vehículos eléctricos, han invertido muchos miles de millones de euros en ello, pero ahora es inviable fabricar esos coches eléctricos y conseguir que los ciudadanos los compren en un precio asequible. Por ello, dejar en vigor la normativa que impondrá multas a los fabricantes que superen los 95 g/km sería el suicidio para Europa.

Solo un apunte sobre las multas, que son muy importantes. Un fabricante que venda un millón de coches en Europa y que tenga una media de emisiones en los coches vendidos de 120 g/km, lo que se podía emitir hasta 2019, tendrá que pagar una multa de 2.375 millones de euros. Si se mantienen estas sanciones con el panorama actual de la economía, unos cuantos fabricantes europeos de automóviles desaparecerán. Y las marcas como Mercedes, Volkswagen, Audi o BMW que se mantengan “vivas”, fabricarán y venderán sus coches fuera de Europa. Y Europa pasará a comprar coches chinos.

En solo unas semanas hemos pasado de hablar del coronavirus como una enfermedad que estaba en China a plantear la mayor crisis sanitaria y económica a nivel mundial de los últimos 50 años. El Gobierno español se ha visto obligado a decretar el estado de alarma y la Unión Europea habla de poner en marcha importantes medidas para tratar de evitar el derrumbe de la economía europea. Y todo ello en un entorno de máxima dificultad porque la propagación del COVID-19 sigue imparable.

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