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Estamos en un mundo carente de responsabilidades
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Carlos Cancela

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Carlos Cancela

Estamos en un mundo carente de responsabilidades

Los políticos o empresarios, opero también los ciudadanos en general toman decisiones arriesgadas sin tener en cuenta las consecuencias de estas decisiones

Foto: Los ciudadanos normales, como los políticos o empresarios, nos hemos acostumbrado a esa falta de responsabilidad de nuestra sociedad.
Los ciudadanos normales, como los políticos o empresarios, nos hemos acostumbrado a esa falta de responsabilidad de nuestra sociedad.

Hemos construido una sociedad irresponsable y estamos empezando a pagar las consecuencias. Hace años había comportamientos irresponsables, delictivos, que se salían de la normalidad. Pero hoy en día, y cada vez más, la irresponsabilidad manda en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Da igual que se hable de un país o de otro, de un ministro, un empresario, un empleado de una compañía, o de un simple ciudadano. Poco a poco, el hacer algo bien, trabajado y controlando todas las consecuencias de nuestras decisiones se está perdiendo.

Ya no sorprende que un político coloque a sus amigos sin el menor conocimiento sobre la materia sobre lo que van a tener que tomar decisiones. Tampoco que una empresa busque beneficios por encima de todo, eliminando plantilla y buscando un resultado cortoplacista. Las empresas, antes, eran de empresarios que tenían un negocio familiar y sus empleados eran parte de esa familia. Pero ahora están en manos de fondos de inversión.

Nuestros gobernantes no deciden con responsabilidad sobre los temas que realmente nos afectan. El coche eléctrico, la movilidad, la siniestralidad vial, o el precio de la luz, la politica de los "okupas" o la subida de impuestos. Solo deciden lo primero que se les ocurre, porque no existe ese concepto de “depurar responsabilidades” cuando alguien ha tomado una decisión equivocada. En su lugar ha llegado otro concepto muy diferente, el de asumir el máximo de responsabilidades, pero solo para cobrar más dinero y poder colocar a más amigos. Pero a ninguno le interesa cuál va a ser el resultado de sus decisiones.

Queríamos reducir las emisiones de CO2, pero bajan mucho menos de lo previsto, porque las decisiones se han tomado mal. Se elimina la energía nuclear y aumenta el uso de gas natural que emite mucho más CO2 y, además, encarece brutalmente el precio de la electricidad. Pero no pasa nada, solo hay que vender a la opinión pública que así eliminamos la energía nuclear que es "tan mala" según dicen los medios afines a los gobiernos. El mejor ejemplo es el de Alemania, que su propio ministerio del Medio Ambiente ha reconocido que no va a cumplir sus compromisos de reducción de emisiones para 2030 ni para 2040. O el de Japón. Pero no pasa nada.

Para reducir esas emisiones de CO2 en Europa, desde Bruselas se empeñan en vender solo coches eléctricos. Y eso hace que los ciudadanos no compren coches nuevos y sigan con los viejos. Eso es lo peor porque son los más contaminantes y menos seguros. Y si algún día alguien pregunta el por qué se tomaron unas decisiones tan malas, siempre dirán que se lo dijo un comité de expertos, es decir sus amigos cobrando como especialistas en la materia.

Para reducir la siniestralidad vial se pueden tomar muchas buenas decisiones, pero para la DGT solo hay una, reducir la velocidad, poner más radares, rebajar el tráfico...y esas son malas soluciones si no van acompañadas de otras medidas. Un estudio francés demuestra que circular a 30 km/h en ciudad aumenta la contaminación respecto a hacerlo a 50 km/h.

Lo de quitar el margen de 20 km/h para adelantar en una carretera no desdoblada es una locura. También lo es que desde el organismo que controla el tráfico en España se diga que es mejor circular a 90 km/h que a 120 km/h en una autovía o autopista. Y lo de las ayudas a la conducción y plantear que sea obligatorio un sistema que ajuste automáticamente la velocidad a las señales, entra en el terreno de lo absurdo y criminal. Sobre todo en un país en el que hay miles y miles de señales mal puestas y que cada vez que se hace una obra, los operarios se dejan alguna señal puesta que se mantiene semanas o meses allí.

La pregunta que yo me hago es si el director general de Tráfico, impulsor de esta medida, tendrá que rendir cuentas de cada accidente que se produzca por este motivo. Es decir, cuando un coche con este sistema frene en seco en una carretera para pasar a los 50 km/h que marca una señal olvidada o mal puesta, cuando el camión que viene detrás circula tranquilo a 90 km/h.

Los ciudadanos

Y por si todo esto fuera poco, también los ciudadanos hacemos lo que nos da la gana, en muchos casos, sin la más mínima responsabilidad sobre nuestros actos. Y los ejemplos en este sentido son abrumadores. Hablando de coches, el que se pone al volante después de tomarse cuatro copas o media botella de vino, el que va drogado o el que circula por una carretera a 200 km/h.

Porque una cosa es cometer un error, circular a 135 km/h en una zona de 120, que puede ser un despiste, no darse cuenta, y otra muy diferente es rodar a 200 km/h de manera permanente. O adelantar en un prohibido, o ir hablando por el móvil o no ponerse el cinturón de seguridad. Pero es la misma actitud irresponsable de ir sin mascarilla, o de no querer ponerse la vacuna, o de eludir el pago de impuestos...

La precipitada salida de los soldados norteamericanos de Afganistán, dejando todo su material de guerra allí, ha permitido al ejército talibán armarse con la tecnología militar más avanzada y va a suponer una gran amenaza para el mundo occidental y su seguridad. Pero para Biden, su única responsabilidad era la de llegar a la Casa Blanca y a partir de ahí, solo tiene que aguantar hasta que le echen y apoyar a los que le han llevado hasta allí.

Eso sí, los medios de comunicación de todo el mundo festejaron que Biden venciera a Trump, lo mismo que los gobiernos europeos. En estos nuevos tiempos, donde no existe el concepto responsabilidad, si existe el tribunal de las redes sociales norteamericanas, como Twitter. Esta red social tiene bloqueada la cuenta de Trump desde hace meses, pero mantiene operativa la de los líderes talibanes que utilizan cada días esas redes sociales para continuar su ofensiva terrorista a nivel mundial contra occidente.

Con un panorama como este, la pregunta de qué puede salir mal debería cambiar a qué puede salir bien.

Hemos construido una sociedad irresponsable y estamos empezando a pagar las consecuencias. Hace años había comportamientos irresponsables, delictivos, que se salían de la normalidad. Pero hoy en día, y cada vez más, la irresponsabilidad manda en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Da igual que se hable de un país o de otro, de un ministro, un empresario, un empleado de una compañía, o de un simple ciudadano. Poco a poco, el hacer algo bien, trabajado y controlando todas las consecuencias de nuestras decisiones se está perdiendo.

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