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España en Latam: ¿200 años de coartada?
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Javier Brandoli

Crónicas de tinta y barro

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España en Latam: ¿200 años de coartada?

Es complicado deshacer el entuerto latinoamericano copado por gritos. Las dos partes vociferantes y acaparadoras de los titulares se sienten muy seguras de sus ideas

Foto: Monolito en el Paso de Cortés, México, tiroteado. (Javier Brandoli)
Monolito en el Paso de Cortés, México, tiroteado. (Javier Brandoli)

Se cumplen 200 años de la independencia mexicana, como de otros países de Latam, y el país parece hervir entre soflamas de un presidente populista, López Obrador (AMLO), muy preocupado en alicatar el pasado. Dos siglos en los que el tiempo en México parece haberse detenido en culpas y atenuantes. “El nacionalismo necesita enemigos, agravios, ultrajes imperdonables, porque es sobre todo una elaboración ideológica del resentimiento. Por eso los líderes capitalizan la autoridad moral de las víctimas. Los nuestros han escogido ser descendientes de quienes dominaban el altiplano hace 600 o 700 años, ni más allá ni más acá, porque es lo más rentable. Si fuese en serio, habría que decir que nuestros antepasados eran aztecas, y mayas y tepehuanes, también aragoneses y castellanos, vándalos, romanos y fenicios. Todos igual de milenarios”, escribía el sociólogo e intelectual mexicano Fernando Escalante Gonzalbo en un reciente artículo en el periódico Milenio titulado 'La Llamada de la Sangre'.

Es complicado deshacer el entuerto latinoamericano copado por gritos. Las dos partes vociferantes, acaparadoras de los titulares, se sienten tan seguras de sus ideas que dos siglos después unos siguen culpando a sus tatarabuelos de sus males y otros presumen de que parieron una raza, una tierra y un Dios en un lugar que ya estaba bien parido. Hubo abusos económicos, imposiciones religiosas y culturales, muertes, esclavitud, virus letales... Nada muy distinto, salvo el mestizaje, a las conquistas que sucedieron antes y después en todo el globo, también en aquellas tierras. Y eso fue de la mano de una nueva religión e idioma común, una contaminación cultural mutua, una mezcla familiar y la llegada de adelantos técnicos, leyes y usos que hoy son parte de las entrañas de esa tierra.

Foto: Un pedestal vacío donde antaño se encontraba la estatua de Cristóbal Colón, en la Ciudad de México. (Reuters)

Conquistas a pie o en barco

Los aztecas llegaron al Valle de México, desde el hoy confín con EEUU, y sometieron a todas las tribus de los alrededores. Tlaxcaltecas y totonacas cuando encontraron a Cortés y sus tropas españolas vieron la opción de poder aliarse con alguien que podía ayudar a vencer al enemigo azteca que los ahogaba a impuestos y esclavizaba. "La Malinche (traductora y amante de Cortés) no traicionó a nadie porque su pueblo no era el azteca", me afirmaron diversos historiadores mexicanos.

Eso no convierte a la conquista española en libertadora de nada, no fue ese el motivo de esas guerras por parte de la Corona, ni elimina sus errores y sus aciertos que pasaron como un rodillo sobre otras culturas evangelizando entre iglesias y mayorazgos, pero sublimar lo azteca es sublimar un régimen de simplemente otros conquistadores. ¿Se tiene más derecho de una tierra si se viene a pie recorriendo 1.500 kilómetros que en barcos haciendo 9.000? ¿La traición de la Malinche fue a todos los pueblos indígenas de América, a un México inexistente, a sus sometidos conciudadanos…?

¿Se tiene más derecho de una tierra si se viene a pie recorriendo 1.500 kilómetros que en barcos haciendo 9.000?

El término indígena resulta ambivalente siempre, porque indígenas según la RAE somos todos en nuestro lugar de origen, pero hoy se suele aplicar sólo a pueblos minoritarios que conservan sus ancestrales costumbres. ¿Dónde se debe situar el indigenismo Kalinago, en la cuenca del Orinoco de donde son originarios o en la Isla Dominica donde yo los encontré tras conquistar por la fuerza a los taínos parte del Caribe? En el siglo XVI, la Malinche era sólo otra habitante náhuatl de Mesoamérica bajo dominio azteca a la que pedir lealtad por la causa equivaldría a haberla pedido entonces a un portugués, francés y español, envueltos en todo tipo de guerras, que fueran leales entre ellos por ser todos latinos. ¿Creen que una armada azteca que hubiera aparecido en las costas de hoy Amberes hubiera tenido apoyo de los cristianos protestantes de la Liga de Esmalcalda para derrocar al emperador Carlos V? Esta es una distopía que parecería probable y a la que aplicar el término traición parecería extraño.

México reniega de parte de su pasado para enjuagar su convulso presente. Tuvieron que hacerlo en sus diversas revoluciones para convencer a su pueblo de que con nueva bandera e himno la desigualdad era algo importado y no propio. La independencia, aunque el oficialismo mexicano haya intentado taparlo, es una revuelta encabezada en parte por monárquicos españoles asentados en La Nueva España que se oponían a la conquista napoleónica de la Península Ibérica y la caída de Fernando VII. “El proceso de Independencia se inicia en 1808 cuando Napoleón invade la Península Ibérica. La revuelta es contra el Gobierno de Pepe Botella", me dijo en una entrevista el hoy fallecido Álvaro Matute, reputado miembro de la Academia Mexicana de la Historia. “El propio Manuel Hidalgo (padre de la patria mexicana) estaba a favor de Fernando VII”, explicaba el historiador mexicano.

México reniega de parte de su pasado para enjuagar su convulso presente

Eso no significa que no hubiera un creciente rechazo y malestar entre los criollos, los protagonistas de la independencia, contra una metrópoli que ahogaba en tasas y derechos a sus colonias. Pero ese debate, que desde luego es mucho más complejo que cinco párrafos, es un tema inflamable y los temas inflamables son en México de exclusivo consumo interno bajo pena de malinchismo (término usado en México para referirse al complejo ante lo extranjero).

Carlos, un gran amigo mexicano, me contaba una historia deliciosa de su tía que en las reuniones de te con las amigas, con esa maravillosa educación y dulzura de los mexicanos, advertía: "Bueno, voy a hablar mal de mi marido, que nadie me ayude". La patria es también en parte eso: la ilusión de presumir que todos tus defectos son exclusivamente tuyos y, por tanto, criticables sólo por ti.

“España carece de autoridad moral…”

Latinoamérica vive en esa eterna pulsión con su pasado. Las patrióticas clases dominantes de estados ya independientes se parapetaron muchas veces en España para tapar desigualdades y hasta matanzas, que ha habido muchas de indígenas en toda América Latina a finales del XIX y el siglo XX, y hacer creer así a sus conciudadanos que sus aciertos eran propios y sus males eran heredados.

Se intentaba camuflar, para construir una patria nueva que no podía tener los viejos mimbres ibéricos, lo que Lázaro Hilario Tuz, profesor maya de la universidad de Oriente en Lingüística y Cultura Maya, en un reportaje que hice en Pomuch, Campeche, sobre entierros ancestrales de su pueblo, llamaba "españoles". Él usaba durante la charla el término españoles para sucesos que habían ocurrido hace 10 años u ocurrían en la actualidad. Yo al principio pensé que se equivocaba hasta que entendí que todo mexicano no indígena, para él, era al final un español. Él se sentía maya. Sin el proceso de conquista iniciado por Cortés, ¿cuál es la relación y cultura compartida de un maya y un sonorense?

Lo español es tabú, amor y odio, y un as en la manga de líderes que descorchan el pasado

He vivido cuatro años en México, nacido de forma casual en Venezuela de donde salí con cuatro años, hijo de una española y un italiano, y viajado muchas veces por buena parte del continente americano. Lo español es tabú, amor y odio, y un as en la manga de líderes que descorchan un pasado ya lejano. “La infamia no puede ocultarse con bravuconerías, disfrazándose de jueces, que ni son, ni pueden ser, ni nadie ha convocado, porque carecen de autoridad moral, o respeto, ante tanta falacia, encubrimiento, mentiras, delitos, crímenes de odio y lesa humanidad, que no confiesan, pero que todo el mundo conoce, y condena”, decía sobre España una reciente nota emitida por el Gobierno de Nicaragua ante la preocupación mostrada por el Gobierno español del giro dictatorial del Ejecutivo de Daniel Ortega y familia.

En 2016 fui allí a cubrir la pantomima de unas elecciones en la que Ortega, que se presentaba con su mujer, Rosario Murillo, como vicepresidenta, había ilegalizado a los principales partidos opositores. Pasé días entre sandinistas que a regañadientes reconocían que la familia Ortega, los hijos del matrimonio son dueños de la mayoría de medios de comunicación y diversas empresas energéticas, se estaba apoderando del país pero, por otro lado, apoyaban a su sacrosanto Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Los Ortega son millonarios en un país muy pobre, entre otras cosas por los numerosos contratos públicos que ganan sus empresas.

Foto: Una mujer camina frente a un mural de Daniel Ortega en Managua. (Reuters)

Viejos y reputados sandinistas que se oponían a esta corruptela, como Dora María Téllez o el fallecido poeta Ernesto Cardenal, eran detenidos o expulsados de las filas del FSLN. “Daniel Ortega es un parásito que se comió al Frente Sandinista. Yo soy sandinista y estoy enfrentada al Orteguismo. Vivimos una dictadura encubierta igual a la que vivimos con Somoza”, me dijo en una entrevista la excomandante y líder guerrillera Téllez.

La megalomanía de los Ortega hacía que Rosario Murillo, la vice y esposa, hablara cada mañana por la radio al pueblo nicaragüense, lo que sus opositores calificaban como “un sermón”, para preparar su sucesión al frente del país ante la debilidad física de su esposo. “Es una mujer luchadora y esforzada que merece la pena apoyar. Será presidenta”, me dijo en una entrevista en Managua José Luis González, el viejo líder Contra conocido como comandante Águila, enemigo acérrimo de Ortega cuando Contras y Sandinistas estaban en cruenta guerra civil, reconvertido ahora en “socio” del clan presidencial con prebendas.

En las barriadas más pobres del país existía un sistema parecido al cubano. Había delegados de cuadra que repartían las ayudas y vigilaban que los buenos ciudadanos cumplieran con sus deberes revolucionarios de apoyo y voto. "Se han construido escuelas, dado casas a los pobres, hay wifi en los parques…", me decía Martín, un votante convencido del FSLN. ¿Pero la familia Ortega se ha adueñado del país y él ha decidido que su mujer le suceda? Y él bajaba la cabeza y respondía con tono más cabizbajo: "Sí, eso no está bien".

placeholder Una barriada en Managua. (J.B.)
Una barriada en Managua. (J.B.)

¿Y qué hace Ortega tras desmantelar a la oposición, cerrar medios de comunicación críticos, detener y expulsar opositores, y mantener su boyante economía familiar cuando España, como ha hecho la Unión Europea, le recuerda que su Gobierno es “algo” antidemocrático? Tirar del manual y hablar de la vieja y malvada colonia sin autoridad moral para recriminar nada. Ese humo no falta, toca instintos aprendidos en la escuela y remueve agravios que pasan de generación en generación como pregunta de examen.

Perú : Llegaron los hombres de Castilla…

La toma de posesión del nuevo presidente peruano, Pedro Castillo, fue un difícil sapo que tragar para el rey español Felipe VI y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, cuando el nuevo mandatario en su discurso dijo: “Llegaron los hombres de Castilla, que con la ayuda de múltiples 'felipillos' y aprovechando un momento de caos y desunión, lograron conquistar al estado que hasta este momento dominaba gran parte de los Andes centrales. Los tres siglos en los que este territorio perteneció a la corona española le permitieron explotar los minerales que sostuvieron el desarrollo de Europa, en gran parte con la mano de obra de los abuelos de muchos de nosotros”. Luego, el presidente, dijo que no ocuparía el actual Palacio Presidencial, la llamada Casa de Pizarro, que se convertirá en un museo “para romper con los símbolos coloniales”.

No mintió en su clase de historia el nuevo presidente, aunque sólo tomó una parte de los hechos, pero 200 años después de la independencia sorprende el poco tacto diplomático del nuevo mandatario ante el jefe de Estado del primer país inversor en Perú, España, por delante de Chile, Reino Unido o EEUU, con 13.000 millones de euros. ¿Por qué el desaire? Porque, creo, el mensaje es de consumo interno. Como el profesor maya, el presidente Castillo vincula a las clases medias y altas peruanas que viven en los barrios limeños de Miraflores, La Molina o San Isidro, de una marcada cultura occidental, con los herederos de la Conquista.

Foto: El candidato socialista peruano, Pedro Castillo. (Reuters)

La confusión es recordar a España, que ya nada tiene que ver con legítimos peruanos "occidentalizados" que tienen los mismos derechos patrios que los quechuas nacidos en las montañas de Cuzco, pero eso permite que el mensaje tenga un sesgo patriótico entre verdaderos y no tan verdaderos peruanos. En realidad, Castillo, como AMLO, no atacan a España, la usan para atacar a una parte social de sus países que identifican con la conquista española.

Perú tiene una complicada relación con la "madre patria". En la vieja fortaleza española del Real Felipe, en el Callao, en Lima, la simple placa explicativa del patio es un ataque furibundo contra el periodo español. En un viaje al Valle de Cuzco en diciembre de 2018, el guía de origen quechua me dijo: "Perdone que le diga, pero es una pena que aquí vinieron a conquistarnos los más brutos e incultos de los españoles. Gente sin educación ni preparación. Hubiera sido mejor que nos conquistaran otros".

placeholder Fortaleza española del Real Felipe, en el Callao, Lima. (J.B.)
Fortaleza española del Real Felipe, en el Callao, Lima. (J.B.)

Perú debe solucionar el evidente retraso económico de las comunidades indígenas que viven en bolsas de miseria, equilibrar los abusos históricos que han sufrido esas comunidades durante la dominación española y en el Perú ya independiente, cuando por ejemplo el Amazonas a finales del XIX se convirtió en un reguero de sangre indígena con el boom de la industria del caucho y el dominio del sinestro peruano Carlos Fitzcarrald, y terminar con la absoluta corrupción de su clase política que ha conseguido, algo casi único en el mundo, tener en 30 años seis presidentes consecutivos de todo tipo de ideologías detenidos o cesados por todo tipo de delitos. El país, tras 200 años de independencia, parece necesitar más mirar para delante que para atrás. Dividir, enfatizar agravios y cobrar deudas no parece el mejor camino para salir adelante. Eso yo lo aprendí viviendo en Sudáfrica de un tal Nelson Mandela.

placeholder Una mujer en el Lago Titicaca. (J.B.)
Una mujer en el Lago Titicaca. (J.B.)

Respuesta española: genocidio o J

La diplomacia española en Latam hace complicados equilibrios para no pisar charcos. Los diplomáticos españoles saben que cualquier palabra suya es inflamable, como ha pasado en Nicaragua, si se atreven a deslizar cualquier crítica a gobiernos o mandatarios. "Javier, he estado pensando en lo que hablamos ayer y te voy a pedir el favor de que cambiemos alguna cosas que te dije ayer en caliente sobre Cortés. Si eso se publica se puede montar un lío y aquí esto es muy delicado", me pidió el entonces agregado cultural de la Embajada de España en México en un artículo en el que hablamos de la figura del conquistador extremeño. No eran palabras excesivas, ni había ningún ataque a México, pero el análisis del diplomático era cierto y aquellas palabras hubieran sido suficiente para ofender a algunos.

Ante el obligado silencio oficial español, que calla normalmente para proteger las estrechas y privilegiadas relaciones con Latinoamérica, la respuesta mediática que emerge de España es la de ambos extremos. "España logró liberar a millones de personas del régimen sanguinario y de terror de los aztecas. Orgullosos de nuestra historia", declaró recientemente Santiago Abascal, el líder de Vox. “Nunca celebraremos un genocidio. El imperio español actuó como ha actuado siempre la Corona española y se convirtió en un imperio mortífero y extractivo”, dijo el pasado 12 de octubre Ester Capella, miembro de ERC y Consejera de Justicia de la Generalitat.

La visión de ambos, ejemplo de dos visiones extremas extendidas en España, es curiosa. En 2019, el propio partido liderado por Santiago Abascal decía en sus redes sociales: “No queremos, ni debemos olvidar, que hoy hace 527 años de la liberación de Granada por las tropas españolas de los Reyes Católicos, poniendo fin a ocho largos de siglos de Reconquista contra el invasor musulmán”. Es decir, a Vox los musulmanes en la Península Ibérica le parecen invasores y los españoles en América libertadores.

placeholder Placa en CDMX del encuentro entre Cortés y Moctezuma. (J.B.)
Placa en CDMX del encuentro entre Cortés y Moctezuma. (J.B.)

Además, Abascal cae en la provocación de escribir recientemente en sus redes Méjico en vez de México haciendo una trinchera con el idioma. Ese error de ¿prepotencia? cultural es muy común en España y escuece especialmente en Latam. La lengua española es importante no porque se hable en España, si sólo así fuera sería una lengua menor a nivel internacional, sino porque se comparte con 460 millones de personas que hablan el español en toda América Latina y, por ello, se abre paso con fuerza en EEUU. Presumir de patriotismo con una J, que la RAE acepta pero no recomienda, es un gesto de añejo colonialismo cultural. El idioma español es plurinacional, vivo y compartido entre muchos países, eso es lo que le hace grande. México se escribe con x porque ellos, que hablan español, lo escriben con x.

“Ha llegado el momento de que el Govern piense en establecer una representación propia, no sólo por los vínculos culturales y lingüísticos entre Cataluña y Alguer, sino también por los socioeconómicos”, decía en 2009 orgulloso el entonces líder de ERC, Josep Lluís Carod Rovira, presumiendo de las estrechas relaciones de Cataluña con esta ciudad de Cerdeña, ocupada en el siglo XIV, al abrir allí lo que se llamaron "embajadas catalanas".

Foto: Alguer, en la isla de Cerdeña, Italia. (EFE)
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Esas estrechas relaciones se basan en el mismo proceso de conquista que el ocurrido en América y que la consejera Capella tachaba de genocidio. “Los catalanes comenzaron haciendo en Alguer una limpieza étnica”, me dijo en una reciente entrevista el filólogo sardo Filippo Melis en un artículo publicado en este medio sobre el dominio y rastro catalán en la ciudad. “Los catalanes que venían a Alguer tenían prohibido casarse con mujeres del resto de Cerdeña. Al principio era una norma y eso acabó siendo una costumbre”, es una frase de ese mismo artículo de periodista sardo Bruno Geraci, autor del libro “Historia de Alguer”.

España, en tumbas y partos

La historia está llena de claroscuros. Todos los pueblos han conquistado tierras y sometido civilizaciones, sin que eso elimine el legítimo sentimiento de rechazo de por ejemplo el pueblo maya, quechua o aymara al recordar que su cultura fue sometida. El mismo sentimiento que un holandés protestante tenía en el siglo XVI. España fue conquistada por los musulmanes ocho siglos, pero en la Reconquista de “indígenas ibéricos” se expulsó todo lo que no era propio de los reconquistadores, identificados como cristianos, incluyendo vestigios musulmanes y judíos. Los pueblos originarios de América no han tenido la oportunidad de hacer eso porque su independencias las protagonizaron los criollos y no ellos.

Los indígenas americanos son ya una minoría ante la población mestiza y su cosmovisión de la vida es minoritaria y lucha por sobrevivir. Sus propios pueblos, como me explicaron los rarámuri, tienen problemas entre la gente joven en aceptar una cultura propia. “Los jóvenes regresan muy cambiados de las ciudades. Algunos traen aretes en las orejas y dejan de vestir las ropas tradicionales", me explicaba Alejandro Hernández, gobernador de la comunidad rarámuri de Papajichi.

Foto: Masái mirando la sabana. (J. B.) Opinión
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Tan legítimo es reclamar el derecho a tener una cultura propia, como rechazar, no por superioridad étnica sino por convicciones, conceptos del mundo indígena que un indígena o mestizo puede entender como negativos. "No quiero que mi pueblo viva siempre en chozas miserables, la gente debe concienciarse y es verdad que a veces es difícil. Para mejorar hay que trabajar, lo que es imposible sin aceptar algunos aspectos del sistema occidental", me dijo Louis Patrick, un emprendedor Kalinago en Dominica.

No parece lógico hacer un revisionismo histórico con los ojos de hoy a todo ese ayer que descalificaría a la realmente oligárquica democracia ateniense, la figura de los líderes racistas Gandhi o Churchill, la Revolución Francesca y sus guillotinas… Entre avances y abusos, racismos y mestizajes, amor fraternal y odios, en 200 años sigue sin cerrarse una página del pasado que forma una parte de la esencia de América Latina. Está en sus venas, en sus lágrimas, en sus tumbas y en sus partos.

Se cumplen 200 años de la independencia mexicana, como de otros países de Latam, y el país parece hervir entre soflamas de un presidente populista, López Obrador (AMLO), muy preocupado en alicatar el pasado. Dos siglos en los que el tiempo en México parece haberse detenido en culpas y atenuantes. “El nacionalismo necesita enemigos, agravios, ultrajes imperdonables, porque es sobre todo una elaboración ideológica del resentimiento. Por eso los líderes capitalizan la autoridad moral de las víctimas. Los nuestros han escogido ser descendientes de quienes dominaban el altiplano hace 600 o 700 años, ni más allá ni más acá, porque es lo más rentable. Si fuese en serio, habría que decir que nuestros antepasados eran aztecas, y mayas y tepehuanes, también aragoneses y castellanos, vándalos, romanos y fenicios. Todos igual de milenarios”, escribía el sociólogo e intelectual mexicano Fernando Escalante Gonzalbo en un reciente artículo en el periódico Milenio titulado 'La Llamada de la Sangre'.

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