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Hay muchas razones para sentirse optimista sobre el mundo. Y luego está Oriente Medio
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Hay muchas razones para sentirse optimista sobre el mundo. Y luego está Oriente Medio

La región continúa siendo el punto caliente más volátil del planeta. Siria y Yemen son todavía dos de las mayores catástrofes actuales, y el potencial para un conflicto aún mayor es enorme

Foto: Simpatizantes de la insurgencia huthí en Saada, Yemen, el 5 de febrero de 2018. Las pancartas dicen: "Alá es grande, muerte a América, muerte a Israel, malditos sean los judíos, victoria para el Islam". (Reuters)
Simpatizantes de la insurgencia huthí en Saada, Yemen, el 5 de febrero de 2018. Las pancartas dicen: "Alá es grande, muerte a América, muerte a Israel, malditos sean los judíos, victoria para el Islam". (Reuters)

Hay muchas razones para sentirse optimista estos días. En casi todas las partes del mundo, las economías crecen y la guerra, la pobreza y la enfermedad están en retroceso. Pero luego está Oriente Medio.

Siria sigue estando en estado de colapso; más de 5 millones de sus ciudadanos ya han salido del país. Yemen es ahora el escenario de una de las peores hambrunas del mundo, y la guerra no parece que vaya a terminar pronto. Irak, apenas recuperado de su propia guerra civil y la lucha contra el Estado Islámico, estima que necesita unos 100.000 millones de dólares para la reconstrucción, un dinero que no tiene. Y el peligro de un conflicto aún mayor en la región parece siempre presente. Estamos viendo enfrentamientos entre Turquía y aliados directos de EEUU, e intercambio de fuego entre Israel y Siria. Recientemente, ataques aéreos estadounidenses mataron a tal vez docenas de mercenarios rusos en Siria, una preocupante escalada para estos antiguos enemigos de la guerra fría.

Al lidiar con esta volátil situación, la Administración Trump parece en gran medida poco implicada. Su estrategia, si puede llamarse así, ha sido duplicar su postura anti-Irán, subcontratando su política exterior en manos de Israel y Arabia Saudí. Pero los últimos sucesos dejan claro que eso no está funcionando.

Foto: Los frentes y los diferentes actores en la guerra de Siria.
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En el último número de la revista Foreign Affairs, el académico sobre Oriente Medio Vali Nasr pide un replanteamiento fundamental de la política de Washington hacia Irán. La Administración está actuando bajo la asunción de que la inestabilidad en Oriente Medio es el resultado de un Irán en auge que busca difundir su ideología. A menudo, en los pasillos de Washington se describe a Irán como “más interesado en ser una causa que un país”.

Nasr señala que esta premisa es incorrecta. La inestabilidad actual en Oriente Medio no se originó con la ambición de Teherán: es el resultado de la invasión estadounidense de Irak en 2003, que alteró el equilibrio de poder entre los estados árabes e Irán al sacar de en medio a Saddam Hussein y permitir que el caos se extendiese. Irán ha perseguido sus intereses nacionales de forma intensa, buscando influencia en su vecindario. No ha intentado extender el fundamentalismo islámico: de hecho, ha estado en primera línea de la lucha contra grupos terroristas suníes como el Estado Islámico.

placeholder Soldados iraníes durante un desfile en Teherán, el 22 de septiembre de 2017. (Reuters)
Soldados iraníes durante un desfile en Teherán, el 22 de septiembre de 2017. (Reuters)

La estrategia de Irán ha sido notablemente exitosa porque Irán se ha aventurado en lugares donde tiene aliados locales fuertes (Irak, Siria, Yemen), está dispuesta a mandar tropas y milicias, y juega una partida a largo plazo. Sus adversarios, por el contrario, carecen de esas ventajas. EEUU e Israel -actores ajenos en el mundo árabe- luchan sobre todo desde el cielo. Pero la dominación aérea tiene sus limitaciones en términos de dar forma a las realidades políticas sobre el terreno. Es altamente significativo, me explicó Nasr, que Siria -a quien respaldan Irán y Rusia- fuese capaz de derribar un caza israelí. “Es la primera vez en 30 años que un ataque aéreo israelí ha recibido respuesta. Eso subraya lo difícil que va a ser separar a Irán y Rusia de Siria”.

Mientras tanto, Turquía ha estado adoptando acciones cada vez más audaces en el norte de Siria contra las fuerzas kurdas respaldadas por EEUU. Eso eleva la posibilidad de que, en algún momento, Turquía y Estados Unidos -aliados en la OTAN- puedan encontrarse disparándose mutuamente.

¿Dónde quedan los países árabes en este juego geopolítico? “La realidad más chocante sobre la lucha de poder en Oriente Medio estos días”, dice Nasr, “es la ausencia de los árabes. Mira a los últimos combates: son todos poderes no árabes -iraníes, turcos, rusos, israelíes y estadounidenses- implicados en operaciones de combate para determinar quién dará forma al mundo árabe”.

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En este punto, lejos de ser un poder revolucionario, Irán está intentando consolidar el status quo, en gran medida porque ha ganado. Su presencia en Irak y Siria está ahora bien afianzada. Su aliado sirio, Bashar Al Assad, ha sobrevivido y está consolidando su poder a lomos de Siria. Los esfuerzos de Arabia Saudí para combatir la influencia iraní en Yemen, Líbano y Qatar han fallado hasta el momento. Qatar está ahora más próximo a Irán y Turquía, y los desencuentros en el seno del mundo árabe siguen ganando profundidad.

Por su parte, Rusia -habiéndose aliado con Irán al tiempo que mantenía estrechos lazos con Israel- ha emergido como la especie de poder equilibrador externo que alguna vez fue EEUU. “Rusia se ha convertido en el único mediador en Oriente Medio con el que todos hablan”, escribe Nasr en Foreign Affairs. Eso no es porque Rusia sea poderosa, sino porque ha sido astuta.

Desde 1973, cuando Henry Kissinger expulsó a los rusos de Oriente Medio, EEUU ha sido el poder exterior dominante. Ahora está perdiendo ese papel a través de una combinación de agotamiento, falta de implicación y un testarudo rechazo a aceptar las realidades sobre el terreno. Un enfoque diferente -dialogar con Irán y trabajar con Turquía y Rusia- podría devolverle a EEUU su papel único en la región y ayudar a crear un equilibrio de poder más estable en lo que sigue siendo el punto caliente más volátil del mundo.

Hay muchas razones para sentirse optimista estos días. En casi todas las partes del mundo, las economías crecen y la guerra, la pobreza y la enfermedad están en retroceso. Pero luego está Oriente Medio.

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