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Consumado el Brexit, la mantis política viene ahora a devorar a Boris Johnson
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Celia Maza (La Isla)

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Consumado el Brexit, la mantis política viene ahora a devorar a Boris Johnson

Cummings, el que fuera poderoso asesor de Boris Johnson, comparece ante el comité que evalúa la gestión del Gobierno ante la pandemia, con el objetivo de arruinar la carrera del 'premier'

Foto: El exasesor de Boris Johnson y ahora 'bestia negra' del 'premier'. (EFE)
El exasesor de Boris Johnson y ahora 'bestia negra' del 'premier'. (EFE)

Dominic Cummings es la criatura más exótica que ha parido Westminster en los últimos 40 años. El estratega es lo más parecido a una mantis religiosa. El político que lo ficha es consciente de que será víctima de su canibalismo, una vez haya conseguido su objetivo. Ha visto con sus propios ojos cómo otros compañeros han sido devorados. Pero no puede evitar la imperiosa necesidad de confiar su alma a un hombre que apuesta por la destrucción como única vía para conseguir la revolución del sistema.

Cummings es descrito de muchas maneras: visionario, oscuro, gilipollas, psicópata, genio, patán malhablado no elegido en las urnas, Maquiavelo magistral. Voluble, inteligente, divertido, original, exasperante y siempre impredecible. Siente desprecio por los políticos, pero al mismo tiempo, se siente atraído por el poder. No por títulos ni despachos, sino porque lo ve como medio para cambiar el mundo. Los años que pasó en Rusia tras graduarse en Oxford, cuando el Muro de Berlín acababa de caer, le dejaron mella.

Foto: Dominic Cummings, en el 10 de Downing Street. (Reuters)

Consiguió que los británicos rechazaran entrar en la zona euro. Logró luego la victoria del Brexit cuando nadie apostaba por ella. Y, en las últimas elecciones generales, ha llevado al Partido Conservador a una mayoría absoluta no vista desde los tiempos de Thatcher. Al igual que la Dama de Hierro, Lenin o Malcolm X, el oscuro estratega siempre ha considerado que el fin justifica los medios.

Fue su 'instinto asesino' compartido lo que, en su día, convirtió a Cummings y Boris Johnson en pareja indestructible. Por primera vez, el estratega se topó con un candidato a Downing Street dispuesto a tirar los dados y tomar decisiones valientes para unos, temerarias para otros, que para bien o mal han acabado transformado completamente el escenario político. Pero tras el coito, el que fuera asesor más poderoso del Número 10 quiere devorar ahora a su pareja. Va en su naturaleza. No puede evitarlo.

placeholder Dominic Cummings cuando tuvo que abandonar Downing Street. (Reuters)
Dominic Cummings cuando tuvo que abandonar Downing Street. (Reuters)

Tras ser despedido el pasado noviembre, Cummings comparecerá este miércoles ante el comité parlamentario de ciencia y sanidad que evalúa la gestión del Gobierno ante la pandemia. Busca revancha. La jornada promete ser uno de los momentos más notables de la historia política moderna. Claramente quiere destruir a Johnson. Y Downing Street está aterrorizado ante lo que puede decir y las pruebas que pueda aportar.

No olvidemos que el Reino Unido fue el primer país de Europa en cruzar el trágico umbral de los 100.000 muertos. Cierto que ahora brilla por su exitosa campaña de vacunación. Pero los familiares de las víctimas piden justicia por las decisiones tomadas, sobre todo, al inicio de la pandemia. Cuando el resto de países europeos ya habían impuesto el confinamiento, Johnson seguía pidiendo a los británicos que se lavaran las manos mientras cantaban tres veces el cumpleaños feliz.

Foto: Londres, en enero de 2021. (EFE)

Por el particular tráiler que Cummings ha hecho ante su esperada intervención, la película promete. En su blog, el que fuera el hombre que movía realmente los hilos del Gobierno ha condenado a Johnson como “poco ético”, acusándole de actuar “por debajo de los estándares de competencia e integridad que el Reino Unido merece”.

Las acusaciones

En los más de 50 tuits que ha publicado en los últimos días, ha denunciado que el líder 'tory' estuvo ausente al inicio de la crisis sanitaria, para centrarse en la biografía que está preparando sobre Shakespeare para poder hacer frente al costoso divorcio con su exmujer Marina.

Y luego ha dejado perlas como estas: “Tengo la única copia de un crucial documento con las decisiones del Gobierno sobre la pandemia. ¿Qué puedo hacer con él? ¿Lo presento al comité de Westminster? ¿Lo publico en mi blog? ¿Lo subasto y doy el dinero recaudado a las familias de las víctimas?”.

Por mucho que el Ejecutivo se empeñe ahora en desmentir que su objetivo inicial fue el de conseguir inmunidad colectiva, hay pruebas suficientes que indican lo contrario. El 13 de marzo de 2020, por ejemplo, Patrick Vallance —asesor científico de Downing Street— aseguró en una entrevista con Sky News que el 60% de la población sería “el tipo de cifra que se necesita para obtener inmunidad colectiva”, que “las comunidades se volverán inmunes [al covid] y eso será una parte importante del control a largo plazo”.

Foto: El asesor Dominic Cummings, cuando tuvo que abandonar el Número 10 de Downing Street. (Reuters) Opinión

Ahora, sin embargo, insiste en que esa nunca fue la estrategia y lamenta cualquier confusión. (Un humilde consejo a la clase política: la excusa de "mis palabras han sido malinterpretadas" comienza a ser ya muy manida. Por favor, si no cambian en su 'modus operandi', al menos cambien de frase. Se agradece siempre la originalidad).

Humillajefes

Volviendo a Cummings. Pese a no haber sido nunca miembro del Partido Conservador, la relación del estratega con la formación viene de lejos. Y ha humillado públicamente a todos los líderes con los que ha trabajado. A Ian Duncan Smith lo llamó “incompetente” y falto de “comprensión, talento, voluntad y adaptación”. De David Cameron dijo que era “una esfinge sin acertijo”.

Nunca antes en la historia de Westminster una persona ha mostrado en público más desprecio hacia sus antiguos jefes. Cummings solo se muestra leal ante aquellos que respeta intelectualmente. Es algo que no sucede con demasiada frecuencia. Y desde luego es algo que no ocurre ahora con Johnson. Mientras que a Cummings le mueven objetivos concretos —como sacar al Reino Unido de la UE—, Boris es un oportunista que solo está interesado en el poder por el poder, la política y el estatus.

No cabe duda, por tanto, que durante su intervención este miércoles ante el comité parlamentario, el que fuera asesor del primer ministro va a pasar cual apisonadora, caiga quien caiga.

Foto: Allegra Mostyn-Owen, primera pareja de Boris Johnson, en Oxford en 1987

Ahora bien, el magistral Maquiavelo también tiene su particular talón de Aquiles. Para alguien que es tan intelectualmente curioso, Cummings exhibe una extraña falta de autoconocimiento. El intento de justificar su viaje al castillo de Barnard con el argumento de que estaba poniendo a prueba su vista, cuando fue pillado violando las normas del confinamiento la pasada primavera, es el ejemplo más atroz. ¿No había una excusa mejor? Fue de lo más ridículo.

Para la mayoría de los británicos, Cummings es tal solo el tipo que puso en evidencia que las reglas no son iguales para todos. Por lo tanto, sus palabras, aunque sean destructivas, no van a tener demasiado impacto en la calle, donde Johnson goza ahora de nuevo de una gran popularidad por la exitosa campaña de vacunación y la desescalada respecto a las restricciones sociales.

Foto: Coronavirus in britain

Cuando la Comisión Electoral reconoció en su momento que la campaña del Brexit protagonizó la violación de la ley de financiación más importante de la historia del Reino Unido, eso no impidió que Johnson ganara luego la mayoría absoluta.

Recientemente se ha descubierto que Johnson ha podido actuar de manera ilegal al utilizar donaciones al Partido Conservador para redecorar su vivienda oficial en Downing Street, y eso no ha impedido que haya triunfado en las elecciones locales de mayo, haciendo incluso historia al conseguir, por primera vez, el triunfo de los 'tories' en el distrito de Hartlepool, que siempre habían tenido los laboristas.

En definitiva, Cummings no se dio cuenta de que con Johnson creó una criatura que se escapó a su control. No cabe duda de que la intervención esta semana en Westminster creará suculentos titulares durante días. Pero otra cosa muy distinta es que consiga arruinar la carrera del 'premier'.

Johnson saca ahora 18 puntos de ventaja a la oposición laborista. Cuando lleguen los próximos comicios —probablemente antes de 2024 aprovechando que el viento va a su favor—, el líder 'tory' ganará de nuevo en las urnas y nadie se acordará de Cummings. Es más, puede hasta que le contraten de nuevo para organizar la campaña.

Esas son mis predicciones. Y, si no se cumplen, estimados lectores, siempre podré decir que se malinterpretaron mis palabras.

Dominic Cummings es la criatura más exótica que ha parido Westminster en los últimos 40 años. El estratega es lo más parecido a una mantis religiosa. El político que lo ficha es consciente de que será víctima de su canibalismo, una vez haya conseguido su objetivo. Ha visto con sus propios ojos cómo otros compañeros han sido devorados. Pero no puede evitar la imperiosa necesidad de confiar su alma a un hombre que apuesta por la destrucción como única vía para conseguir la revolución del sistema.

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