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8 días. La expectación contra el racismo y la expectativa de fraude electoral
Sobre el total de la población, solo 1 de cada cinco norteamericanos creen que las próximas elecciones serán completamente limpias
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Falta una semana, nada más. Dentro de siete noches gravitará sobre el mundo entero la sospecha del fraude inyectada por el populismo.
Donald Trump lleva desde la campaña electoral de 2020 trabajando en la idea del fraude electoral. Le sirvió entonces para movilizar a los suyos y para encontrar una retórica de no aceptación del resultado y de llamada a la “rebelión”. Y ahora está repitiendo la jugada con la diferencia de que la opinión pública tiene mucho más interiorizada esa idea.
Sobre el total de la población, solo 1 de cada cinco norteamericanos creen que las próximas elecciones serán completamente limpias, esto es, sin fraude masivo y sin fraudes aislados. Es un dato contundente.
Ahora bien, los datos son todavía más rotundos y ya claramente preocupantes cuando nos centramos en los votantes republicanos: solo 1 de cada diez espera que las elecciones sean completamente limpias. Y el 46% piensa que el fraude será amplio. Quienes consideran que la democracia norteamericana está en peligro pueden sostenerse cómodamente sobre este gráfico.
Sabemos que el voto a los demócratas es predominantemente urbano y que el de los republicanos es sobre todo rural. Por lo tanto, dentro de la irracionalidad, tiene cierto sentido que los republicanos esperen más fraudes en las grandes ciudades.
Entre otros motivos, porque los primeros datos de recuento que se hacen públicos son los de las mesas pequeñas (rurales) y a partir de ahí ya es habitual que las cosas empiecen a pintarse de otro color. Por lo tanto, esto no debería extrañarnos demasiado.
Ahora bien, sí que resulta más crudo y difícil de aceptar éticamente que los republicanos concentren sus cálculos de fraude allí donde no viven los blancos.
Donald Trump tiene una capacidad indiscutible de juguetear con la xenofobia y de tontear con el racismo que las bases conservadores entienden y procesan muy bien. Al otro lado, donde no están los blancos, viven los electores que a la hora de la verdad tienden a movilizarse menos para ir a votar.
Falta una semana, nada más. Dentro de siete noches gravitará sobre el mundo entero la sospecha del fraude inyectada por el populismo.