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Sol, playa y vacunas: las lecciones morales del norte sobre el sur se vuelven en su contra
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Nacho Alarcón

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Sol, playa y vacunas: las lecciones morales del norte sobre el sur se vuelven en su contra

El norte aplicó un filtro moral a su relación con el sur. Ahora los países sureños, con una alta tasa de vacunación, podrían darle la vuelta al discurso moral. Es mejor que no lo hagan

Foto: Cola de ciudadanos para vacunarse en noviembre de 2021 en Madrid (Reuters/Sergio Pérez)
Cola de ciudadanos para vacunarse en noviembre de 2021 en Madrid (Reuters/Sergio Pérez)

A partir del 2008 los países nórdicos, en situación de fuerza, forjaron una historia moral en su relación con el sur en una época de policrisis. El sur era un territorio de vagos, sol, playa y deuda que pedía ayuda a sus socios trabajadores y frugales del norte para seguir costeando su placentera vida. Esa visión ha llegado hasta nuestros días. En pleno mayo de 2020, con miles de muertos al día en el sur de la Unión, la revista holandesa Elsevier Weekblad (EW) reaccionó a la propuesta franco-alemana de un fondo de apoyo a los países más golpeados por el coronavirus con una portada partida en dos: arriba un laborioso holandés trabaja, mientras abajo un europeo del sur, con un sospechoso parecido a Pedro Sánchez, se sienta al sol con una copa de vino y un café. El texto reza: “Ni un euro más al sur de Europa”.

Un sur de sol, playa, deuda… y ahora vacunas. Porque son ahora algunos de los países del sur y sus ciudadanos los que están cumpliendo con lo que se les pedía: que acudieran en masa a vacunarse para salvar vidas, las suyas y las de muchas otras personas, impidiendo así la aparición de nuevas variantes y facilitando la reapertura de las economías europeas. Han cumplido con creces. Portugal es uno de los líderes mundiales en tasa de vacunación, con casi un 90% de la población vacunada, o España con un 82% según datos de Our World in Data. Mientras tanto, en otros países europeos como Alemania, Austria o Países Bajos no se supera el 70%.

placeholder Portada de la revista conservadora holandesa.
Portada de la revista conservadora holandesa.

Como escribía esta misma semana Ramón González Férriz, han sido ahora los países del sur los que han demostrado ser discretos, sosegados en sus debates públicos, responsables y eficaces a la hora de ejecutar una campaña de vacunación que ha salvado miles de vidas y que, si bien no garantiza que la situación no pueda empeorar en las próximas semanas, ha reducido de manera considerable el aumento de casos por el momento. Mientras en Rotterdam explotan protestas violentas, en Austria decenas de miles de personas salen a las calles para protestar contra las medidas del Gobierno y en Bruselas 30.000 ciudadanos se manifestaron en la capital europea el pasado domingo, en España o Italia la situación es mucho más tranquila. Los sureños han sabido gestionar con sosiego y disciplina una fase crucial de la pandemia.

Mientras tanto, la baja tasa de vacunación ha ayudado a la aparición de una mala situación sanitaria que amenaza no solamente a Alemania o Países Bajos, sino también puede contagiarse a través de la Unión Europea y afectar a los ciudadanos españoles o italianos que sí habían hecho sus deberes. Además, a nivel económico, la irresponsabilidad y conspiranoia de una buena parte de sus sociedades pueden provocar una nueva hibernación de la economía europea que, de hecho, a quien más afectará será a los países que más necesitan crecer, como España, cuyos ciudadanos sí que habían cumplido con lo que se les pedía.

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Hacer esa lectura moral por parte del sur quizás sea una venganza dulce para muchos ciudadanos. El norte estableció en la anterior crisis esa visión moral de la economía, la idea de que era una cuestión cultural: la moral protestante, del trabajador y austero norte, frente a los vagos y descarriados del sur. "Los países del sur no pueden gastar en alcohol y mujeres y después pedir ayuda", dijo en 2017 Jeoren Dijsselbloem, que era entonces ministro de Finanzas holandés y presidente del Eurogrupo. Bien podrían ahora esos mismos sureños señalar que entre los trabajadores, austeros y muy protestantes nórdicos hay importantes sectores de ciudadanos conspiranoicos que dan la espalda a la evidencia científica y que ponen en riesgo su salud y la de todos. Pero sería inútil y destructivo.

La lectura moral de la crisis económica era un error grave. También lo sería hacer una lectura moral de la crisis sanitaria que ahora se vive, incluso si hay más razones para tener en cuenta elementos morales en el debate. Sí debería servir para que los nórdicos, muy apegados a una visión moral de la economía, comprendieran que hay que dejar atrás los viejos vicios. Además de ser una práctica poco recomendable porque hacer una interpretación moral de todo suele ser un boomerang que siempre te acaba alcanzando (también acabaría alcanzando a españoles o italianos si ahora acusaran a los nórdicos de conspiranoicos e insolidarios), para lo que debería servir esta fase de la crisis es para que todos los países europeos y sus ciudadanos empiecen a asumir que la moral y el señalamiento debe quedar apartado del debate público si se quiere que la Unión Europea se mantenga unida y encontrar solución a los problemas reales que afrontan todos los Estados miembros como un bloque.

A partir del 2008 los países nórdicos, en situación de fuerza, forjaron una historia moral en su relación con el sur en una época de policrisis. El sur era un territorio de vagos, sol, playa y deuda que pedía ayuda a sus socios trabajadores y frugales del norte para seguir costeando su placentera vida. Esa visión ha llegado hasta nuestros días. En pleno mayo de 2020, con miles de muertos al día en el sur de la Unión, la revista holandesa Elsevier Weekblad (EW) reaccionó a la propuesta franco-alemana de un fondo de apoyo a los países más golpeados por el coronavirus con una portada partida en dos: arriba un laborioso holandés trabaja, mientras abajo un europeo del sur, con un sospechoso parecido a Pedro Sánchez, se sienta al sol con una copa de vino y un café. El texto reza: “Ni un euro más al sur de Europa”.

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