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Ignacio Cembrero

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Gibraltar se abre, Francia se cierra

El fondo de recuperación ha supuesto un salto adelante en la construcción europea, pero las crisis sanitaria y migratoria resquebrajan, en cambio, la libre circulación en Europa recogida en Schengen

Foto: Puerto de Banyuls. Excavadoras francesas colocan, el 11 de enero, bloques de cemento para impedir el paso. (Fuente: FR3 /Televisión pública francesa)
Puerto de Banyuls. Excavadoras francesas colocan, el 11 de enero, bloques de cemento para impedir el paso. (Fuente: FR3 /Televisión pública francesa)

Gibraltar, una colonia del Reino Unido, el país que acaba de rematar su separación con la Unión Europea, se ha integrado en el espacio Schengen, de libre circulación de las personas, en el que participan 30 países. Esa decisión conlleva la supresión de cualquier barrera física, es decir, de la famosa Verja, entre el Peñón y España, según el documento del acuerdo que desveló 'El País'. Es una buena noticia en un océano de contratiempos.

Francia, que fue país fundador del espacio Schengen en 1985, cerró indefinidamente, entre el 6 y el 11 de enero, seis cruces fronterizos con España en el Pirineo catalán, uno de ellos, el puerto de Banyuls de Mar, por el que entraron en territorio francés, en febrero de 1939, decenas de miles de republicanos españoles, algunos de ellos indocumentados. Huían del avance de las tropas franquistas.

Las prefecturas de la Alta Garona y de los Pirineos Orientales han invocado la lucha contra la inmigración clandestina y el terrorismo para justificar esos cierres que perjudican ahora a los lugareños, sobre todo a los trabajadores transfronterizos, y en verano también a los turistas. “Se da el alto cada día, desde noviembre, a entre 30 y 50 personas”, argumentó Etienne Stroskopf, prefecto de los Pirineos Orientales.

placeholder Macron visitó el 5 de noviembre la frontera franco-española en Le Perthus. (L'Elysée)
Macron visitó el 5 de noviembre la frontera franco-española en Le Perthus. (L'Elysée)

La decisión francesa se veía venir desde que, el 5 de noviembre, el presidente Emmanuel Macron visitó el puesto fronterizo de Le Perthus (Pirineos Orientales) y anunció “la duplicación de las fuerzas que serán desplegadas en las fronteras”. “Aumentarán de 2.400 a 4.800 policías, gendarmes y militares para luchar contra la inmigración clandestina”, añadió. La mitad están desplegados en los Pirineos. No precisó entonces el presidente que también se cerrarían cruces fronterizos secundarios para poder concentrar las fuerzas de seguridad y el Ejército allí donde hay más tránsito.

La mención a la amenaza terrorista para argumentar el cierre es poco consistente. A lo largo de todos estos años solo han llegado a España tres inmigrantes irregulares en patera —un egipcio y dos argelinos— fichados por terrorismo. La gran mayoría de los autores de los atentados perpetrados en Francia fueron personas de origen inmigrante, pero que llevaban años residiendo en el país y, a veces, poseían la nacionalidad francesa.

La razón de peso que llevó a colocar estos días bloques de hormigón para clausurar los pasos fronterizos es la inmigración irregular de España a Francia. A España llegaron en 2018 un total de 65.298 'sin papeles', un número récord, en su gran mayoría por mar. Francia devolvió ese año a España una media de 1.000 inmigrantes al mes que habían conseguido atravesar ilegalmente los Pirineos.

En 2020, solo llegaron a España 41.861 inmigrantes irregulares, pero, a ojos de las autoridades francesas, ese dato es casi más preocupante que el de hace dos años porque más de la cuarta parte son argelinos. Estos, a diferencia de los ciudadanos de otros países africanos que tratan a veces de buscarse la vida en España, se empeñan en viajar a Francia y el vecino del norte no se fía de la capacidad de su vecino del sur de impedirlo.

Aunque cuatro Estados de la UE no se incorporaron a Schengen, la existencia de este espacio es uno de los principales éxitos de la construcción europea. Prueba de ello es que cuatro países no miembros de la Unión (Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein) solicitaron su ingreso y pertenecen a él. Schengen empezó, sin embargo, a resquebrajarse en 2015 cuando los refugiados de Oriente Próximo, en su mayoría sirios, llamaron a las puertas de Europa y algunos Estados miembros se saltaron sus reglas y aplicaron restricciones. La propagación de la pandemia, con sus consiguientes limitaciones a la movilidad, ha asestado un segundo golpe a Schengen.

La crisis sanitaria y económica ha supuesto un salto hacia adelante en la construcción europea con la creación del fondo de recuperación y la política monetaria expansiva del Banco Central Europeo. En el ámbito de la libertad de movimiento, lo sucedido desde marzo de 2020 ha sido, en cambio, más bien un revés que perdurará en el tiempo.

placeholder Puerto de Banyuls. Excavadoras francesas colocan, el 11 de enero, bloques de cemento para impedir el paso. (Fuente: FR3 /Televisión pública francesa)
Puerto de Banyuls. Excavadoras francesas colocan, el 11 de enero, bloques de cemento para impedir el paso. (Fuente: FR3 /Televisión pública francesa)

Las medidas aplicadas por París en los Pirineos demuestran que, cuando esté vencido el covid-19, Schengen no volverá a ser lo que fue hasta mediados de la década pasada. La inmigración irregular —hay millones de africanos que aspiran a emigrar a Europa— va a incitar a los Estados miembros no solo a blindar más sus fronteras exteriores (guardia frontera de Frontex, introducción del ETIAS europeo) sino también a mantener o erigir entre ellos barreras que hasta hace poco no existían. No solo Francia no se fía del control fronterizo que ejerce España. La desconfianza es generalizada, especialmente entre el norte y el sur del continente, que soporta ahora el grueso del fenómeno migratorio.

En la agenda de la UE, están pendientes la reforma de Schengen y del reglamento de Dublín que estipula el reparto de los solicitantes de asilo en la UE, al que la Comisión Europea quiere sustituir por el pacto sobre migración y asilo. En tiempos de populismo, la libre circulación es, a ojos de muchos gobiernos, la culpable ideal de algunos de los males que aquejan Europa. De ahí que estén tentados de cercenarla.

Gibraltar, una colonia del Reino Unido, el país que acaba de rematar su separación con la Unión Europea, se ha integrado en el espacio Schengen, de libre circulación de las personas, en el que participan 30 países. Esa decisión conlleva la supresión de cualquier barrera física, es decir, de la famosa Verja, entre el Peñón y España, según el documento del acuerdo que desveló 'El País'. Es una buena noticia en un océano de contratiempos.