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China, vencedor geopolítico de la pandemia; EEUU, perdedor
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Ignacio Cembrero

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China, vencedor geopolítico de la pandemia; EEUU, perdedor

Beijing ha gestionado mejor la crisis y se va afianzando como primera potencia mundial, frente a EEUU y sus aliados europeos, con actuaciones sanitarias titubeantes y golpeados por la recesión

Foto: El expresidente de EEUU Donald Trump y el presidente chino, Xi Jinping. (Reuters)
El expresidente de EEUU Donald Trump y el presidente chino, Xi Jinping. (Reuters)

'Let’s Make America Great Again' ('Hagamos que América vuelva a ser grande') fue uno de los eslóganes de la campaña de Donald Trump en 2016. Para lograrlo, intentó parar los pies a su gran rival, China; se enajenó a algunos de sus aliados fragilizando la OTAN, rompiendo acuerdos multilaterales o dándose de baja de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Subestimó la gravedad de la pandemia y evitó tomar medidas que habrían mitigado contagios y muertos (420.000). La superpotencia no asumió el liderazgo mundial de la lucha contra el covid-19, sino que estuvo más bien a la zaga.

El nuevo virus nació en Wuhan, a finales de 2019, y quizá su propagación inicial fue facilitada por la opacidad de las autoridades chinas a la hora de informar. El régimen de Beijing no asumió ninguna responsabilidad, arrastró los pies en su colaboración con la OMS y proporcionó un balance de muertos (4.600) que hasta el Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades, un organismo oficial, pone ahora en tela de juicio. Calcula que en Wuhan se contagiaron 480.000 personas, 10 veces más que el balance oficial.

Beijing tomó medidas drásticas para erradicar el virus al tiempo que sus laboratorios trabajaban a marchas forzadas para poner a punto tres vacunas. Ha cerrado acuerdos con decenas de países, sobre todo en vías de desarrollo, para exportar unos 400 millones de dosis, aunque la eficacia, por ejemplo, de la Sinovac ha sido cuestionada por el Instituto Butantan de Sao Paolo. Entre las principales economías del mundo, la china es la única que no cerró 2020 en recesión, sino con crecimiento (2,3%) —la estadounidense cayó alrededor del 3,5%—, y este año podría rebasar el 8%.

Foto: Donald Trump. (Reuters)

Estados Unidos no ha salido engrandecido de la era Trump. Pese a estar en el origen de la pandemia, China, en cambio, ha ganado, desde un punto de vista económico y geopolítico, la batalla suscitada por el virus. Varios indicadores lo demuestran. Dos prestigiosos 'think tanks', uno japonés y otro británico, vaticinan, por ejemplo, que su gestión de la crisis hará que se adelante la fecha en que su PIB rebase al de EEUU y la convierta así en la primera potencia económica mundial. El año del sorpaso será 2028 y no 2033, según el Center for Economic and Business Research de Londres.

Algunos analistas y académicos sostienen que no solo China ha ganado esta partida, sino buena parte de los países de Extremo Oriente que han sorteado la crisis mejor que EEUU y Europa. “La pandemia supone el fin de la hegemonía de Occidente”, afirma, por ejemplo, Chung Min Lee, del Carnegie Endowment for International Peace de Washington, en las entrevistas que da dado. “EEUU era supuestamente el mejor preparado para hacer frente a una pandemia”, añadió. “Los países europeos, como Alemania y Francia, creían disponer del mejor sistema sanitario del planeta, pero la crisis desveló que no estaban tan preparados”. “Occidente ya no es un modelo indiscutible a ojos del resto del mundo”, concluyó.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump, con el presidente chino, Xi Jinping, en una cumbre del G-20. (Reuters)

China ha ganado una batalla, pero no aún del todo la guerra. El nuevo presidente de EEUU, Joe Biden, seguirá tratando de frenar el auge, a veces algo agresivo, del Imperio del Centro, pero con métodos menos adustos que su predecesor y fomentando alianzas con sus aliados europeos y asiáticos. Mantendrá, probablemente, las barreras comerciales que erigió Trump para recortar el desequilibrio comercial —por ahora, no han surtido efecto— y se esforzará, como él, en proteger la propiedad intelectual y no dejarse adelantar en la carrera tecnológica y armamentística.

Su presidencia estará desde luego marcada por las tensiones con la superpotencia emergente. Lo anticipa, por ejemplo, la encuesta anual del Consejo de Relaciones Exteriores, con sede en Nueva York, que coloca por primera vez Taiwán, la isla secesionista china que enfrenta a EEUU y China, entre los principales conflictos mundiales. Tras su toma de posesión, el nuevo secretario de Defensa, Lloyd Austin, instó a Japón y Corea del Sur a reforzar su cooperación militar frente a China, un país al que no llegó a nombrar.

Foto: Montaje: iStock/EC.

Que China llegue a ser la primera potencia económica mundial y, a más largo plazo, la más influyente, no tendría nada de preocupante si compartiese valores democráticos que no son occidentales sino universales. No es el caso. Desde los trabajos forzosos a los que están sometidos cientos de miles de uigures y de otras minorías en los campos de algodón hasta la represión de la disidencia en Hong Kong, hay a diario evidencias que indican que el régimen no tiene intención alguna de democratizarse.

Cuando los países alcanzan un cierto nivel de desarrollo, un número creciente de sus ciudadanos aspira a vivir en libertad y se moviliza para lograrlo. Por eso, por ejemplo, Corea del Sur acabó, a finales de 1987, aprobando en referéndum una nueva Constitución y celebrando sus primeras elecciones libres. Hay, sin embargo, una gran excepción. Con una renta per cápita que ronda los 60.000 euros anuales, una de las más altas del mundo, Singapur sigue siendo una dictadura.

¿Qué camino elegirá a largo plazo China, el de Corea del Sur o el de Singapur?

'Let’s Make America Great Again' ('Hagamos que América vuelva a ser grande') fue uno de los eslóganes de la campaña de Donald Trump en 2016. Para lograrlo, intentó parar los pies a su gran rival, China; se enajenó a algunos de sus aliados fragilizando la OTAN, rompiendo acuerdos multilaterales o dándose de baja de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Subestimó la gravedad de la pandemia y evitó tomar medidas que habrían mitigado contagios y muertos (420.000). La superpotencia no asumió el liderazgo mundial de la lucha contra el covid-19, sino que estuvo más bien a la zaga.