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Europa Central: miseria, tragedia y otra vez miseria
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José Zorrilla

Las tres voces

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Europa Central: miseria, tragedia y otra vez miseria

La mitad derecha del Viejo Continente parece sacudida de nuevo por las viejas enfermedades de antaño. Las causas nunca han sido erradicadas

Foto: Veteranos del Ejército Insurgente de Ucrania (UPA) junto a la estatua de su fundador, Stepan Bandera, en Lviv, en mayo de 2010 (Reuters)
Veteranos del Ejército Insurgente de Ucrania (UPA) junto a la estatua de su fundador, Stepan Bandera, en Lviv, en mayo de 2010 (Reuters)

Aclaro que entiendo por Europa Central un espacio geográfico que va desde la frontera germano-polaca hasta la polaco-rusa e incluye los Balcanes, países bálticos y Ucrania. La clasificación carece de pretensiones científicas.

El título no es mio. La miseria la tomo de un libro de Istvan Bibo y la tragedia de un ensayo de Milan Kundera. ¿Por qué miseria? Porque esos países vienen de grandes traumas. Polonia desapareció en sucesivas particiones, Hungría dejó de ser la Corona de San Esteban, Bulgaria, Estonia, Lituania y Letonia no siempre fueron estados soberanos, Eslovaquia y Chequia tampoco, etc. Y en muchas de estas 'polis' fracasó el intento por liberarse del yugo extranjero a pesar de revoluciones nacionales heroicas como las polacas (Rusia 1830,1848), la húngara (Imperio Austriaco 1848) o sublevaciones sangrientas (Balcanes y Sublime Puerta). Este temor explica la pulsión hacia el Estado como fundamento de la nación y, por consiguiente, la disculpa de todas las atrocidades cometidas por quienes intentaron crearlo o lo defendieron si ya existía, así como una inseguridad existencial fundacional.

El segundo factor es una narrativa no siempre conciliadora con el vecino o con las minorías nacionales del propio estado. Benedict Anderson ya nos explicó que todo discurso nacional es imposible de demostrar, por no decir falso, pero en esas latitudes además es disfuncional. Si los ciudadanos musulmanes de Yugoslavia no pueden ser ciudadanos porque fueron y son colaboracionistas de la larga ocupación otomana, es obvio que Yugoslavia no se puede constituir en estado de ciudadanos. Dígase lo mismo de todas las otras narrativas de la región. De ahí, tercera característica, que esos estados se vuelvan hacia el idioma y la tierra como fuente de identidad. Son etnoestados, no estados de ciudadanos. La tolerancia con el extranjero es nula y el nacionalismo, exacerbado.

Todas esas pulsiones estaban encauzadas o contenidas por tres imperios: Rusia, Austro Hungría y la Sublime Puerta (no los defiendo). Cuando Versalles y los 14 puntos de Wilson abren camino a una autodeterminación mal definida, Europa Central se llena de estados y, sobre todo, de minorías nacionales, porque hacer casar población y etnoestado es imposible. Esos nuevos estados no son estados nación sino estados nacionalizadores, término que debemos a Rogers Brubaker, lo que lleva, hacia afuera, a la guerra entre ellos, y hacia dentro a un tratamiento discriminatorio contra sus poblaciones no etnonacionales. Hay amplia bibliografía sobre el tema, cosa evidente pues tanta pluralidad de personas sin estado propio fue, así lo teorizó Hanna Arendt, la principal causa de la II Guerra Mundial. Yo he manejado el Christian Raitz von Frentz sobre la minoría alemana en Polonia, libro que recomiendo.

La colaboración nazi en la II Guerra Mundial desata un baño de sangre terrible. El eslovaco Jozef Tiso mata todos los checos que puede. En Croacia, Ante Pavelic y sus ustachis asesinan sobre todo serbios ortodoxos y musulmanes bosnios pero no hacen ascos a otros colectivos. Serbia se divide en chetniks pro-comunistas y pro-aliados y sus atrocidades, sobre todo contra los croatas, son estremecedoras. Stepan Bandera en Ucrania se ceba con los antiguos "invasores" (relato nacional) polacos. Y todos ellos más Rumania, Hungría y los bálticos exterminan a los judíos, y no de manera "científica", quiero decir, muchas veces simplemente a golpes.

La guerra termina con Europa central ocupada por la URSS. Stalin pondera si extender a todo ese nuevo espacio la solución finlandesa pero se decanta por la ocupación. Termina la miseria y empieza la tragedia. En una primera fase la Voz de América incita a la revuelta armada. Más aun, organiza desembarcos allí dónde hubo resistencia antisoviética. Todo fracasa. Es la obra de Philby, Burgess y McLean, el trío de espías soviéticos de Cambridge. Y 1956 marca el cese. Hungría se alza contra el invasor. Istvan Bibo, Ministro de Exteriores del Gobierno Nacional, solo en el Parlamento, esperando la llegada de los rusos, redacta su conmovedor manifiesto al mundo: Por la libertad y la verdad. Pero Eisenhower aplica Yalta y no les socorre. Comienza entonces la segunda etapa de la tragedia, la era de la disidencia. Kundera, Havel, luego Milosc, Walesa y Solidarnosc denuncian la violencia de tener que mirar a Moscú cuando ellos quieren mirar a París y Londres. Cae el muro, Ceaucescu termina linchado como Neron y la tragedia de Europa Central parece terminar, si bien los Balcanes y Yugoslavia ofrecen un apéndice desolador. Bien: ¿y toda esta larga introducción para qué? Para decirles que ese mundo parece estar volviendo otra vez a la miseria de Bibo y con ella a la tradicional ruptura entre Europa Occidental y Oriental. Dividamos tal espacio en Visegrado (Hungría, Polonia, Chequia y Eslovaquia), Balcanes y bálticos.

La llegada de Viktor Orban al poder en Hungría lleva a una nueva constitución (2012). Con él llega un conservadurismo que se inspira en Putin. El antisemitismo es rampante y Orban se ha negado a acoger refugiados sirios aduciendo que Hungría es un pais cristiano. Kaczynski en Polonia acusa a Walesa de haber colaborado con los servicios secretos comunistas, lo que deslegitima la democracia que disfrutan. Ahora mismo su partido Ley y Justicia está cambiando los jueces del Tribunal Constitucional para que no puedan oponerse a los cambios que prepara. Entre otros, cinco años de cárcel para todo el que diga que Polonia participó en el Holocausto. Es sorprendente porque con ese tema la película polaca 'Ida' ganó el Oscar en 2015. Chequia parece que aguanta mejor toda esa desgracia, si bien su cercanía a Putin es evidente. A Eslovaquia le da de pleno. El fascista SNS y su líder Marian Kotleba acaban de obtener 200.000 votos tras llevar desde 2013 administrando la provincia de Banská Bystrica. Han declarado al colaboracionista Jozef Tiso héroe nacional y llevan su uniforme sin complejos.

Austria siempre ha sido de los nuestros pero la victoria de Norbert Hofer, heredero del pronazi Jörg Haider, abre interrogantes ominosos.

En cuanto a los Balcanes, Djukanovich en Montenegro y Gruevsky en Macedonia son modelos de corrupción y autoritarismo. Vucic en Serbia, reciente vencedor de elecciones, disfruta de otra consideración en Washington pero su posición pro-OTAN no es fiable, y su amistad con la Rusia de Putin, conocida. De Kosovo mejor no hablamos. De Albania, tampoco. No puedo dar el detalle de cada pais. Cito a Besnik Pula en Foreign Policy: "Los políticos europeos y americanos deben de preguntarse a sí mismos si oligarcas, autócratas y cleptócratas que se dicen pro-Occidente son mejores que Putin o instrumentales para ayudar a los intereses a largo plazo de Occidente en la región. La UE debe de decidir también si va a empujar en pro de una reforma y un cambio político efectivo en la zona o si va a consentir que esos autócratas empecatados se cuelen en la UE".

Los bálticos viven en su antirusismo militante y proveen al sistema del necesario combustible: el miedo. Y Ucrania y sus 45 millones de habitantes, en puertas.

Comparto con el lector algo poco conocido. Cuando cayó la URSS todas las delegaciones diplomáticas que visitaban esos países tenían el mismo discurso. "Conocéis Rusia mejor que nadie. Si queréis ser nuestra guía en ese mundo, adelante. Pero no juguéis la carta del hipernacionalismo y el antirusismo porque ahí no os vamos a seguir". Queríamos un puente hacia Rusia. No lo conseguimos. Pero tampoco tenemos un muro contra ella porque ya se ven las grietas del constructo. Para arreglar el panorama, los USA han cuadruplicado su presupuesto militar europeo y los paises de la zona son los que mas están gastando en rearmarse de todo el mundo.

Ante este panorama es forzoso asumir que no compartimos con esos países principios ni estrategia y que no hay otra sino crear un núcleo duro político en Occidente y dejar para Inglaterra y Europa Oriental otro tipo de modelo simplemente económico. Ahora bien: unir el centro es utópico. Los fundamentales de Francia y Alemania divergen cada vez más y ya se ha visto que en vez de federar la frontera exterior europea se ha preferido dar seis millardos a Turquía y prometerle plena asociación, lo que es ignorar quién es Erdogan y que Francia exige un referéndum para aprobar la integración. No contenta con eso Alemania va a construir una base anti-ISIS en Turquía cuando debería de saber que la relación turco-ISIS es ambigua. En fin, nada une más que una victoria salvo la derrota. Alemania y Turquía perdieron juntos la I Guerra Mundial. Espero por el bien de todos que esta vez Alemania no se equivoque.

Un paper introductorio aquí.

Aclaro que entiendo por Europa Central un espacio geográfico que va desde la frontera germano-polaca hasta la polaco-rusa e incluye los Balcanes, países bálticos y Ucrania. La clasificación carece de pretensiones científicas.

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