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Una teoría sobre el Brexit y la vacuna de AstraZeneca que no gustará en España
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Carlos Prieto

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Una teoría sobre el Brexit y la vacuna de AstraZeneca que no gustará en España

Los tabloides braman contra la UE por 'robarles' sus vacunas. Claves del quilombo entre la UE y la farmacéutica con sede británica. Guerra entre territorios... en todas partes

Foto: Boris Johnson. (Reuters)
Boris Johnson. (Reuters)

Araceli. Siempre Araceli. La primera mujer española en vacunarse de coronavirus se persignó antes del pinchazo. El chiste se hacía solo: "Colapso en las bolsas mundiales por el miedo de Araceli a que la vacuna no funcione". El problema es que es un chiste tan realista que igual no es un chiste: la economía mundial es tan sensible a las vacunas que un estornudo de las Aracelis del mundo puede tumbar el PIB de un país.

En efecto, el planeta lo ha fiado tan absolutamente todo a la cura del covid que, si bien las vacunas han llegado más rápido que las previsiones más optimistas, era difícil que la gigantesca ola de expectativas no acabara generando un maremoto gepolítico al primer contratiempo: AstraZeneca le ha dicho esta semana a la UE que no iba a distribuir las dosis prometidas y ha estallado la guerra de las vacunas… con el Brexit de fondo.

Foto: Araceli, historia de España. (EFE) Opinión

El semanario británico conservador 'The Spectator' no es un medio cualquiera. Boris Johnson fue su director cuando era un periodista 'bon vivant'. Su nueva portada es un reportaje ("La guerra de las vacunas") con una ilustración de Boris blandiendo una jeringuilla gigante en una guerra de trincheras contra otros países. El autor del reportaje, el novelista y periodista económico Matthew Lynn, dice lo siguiente:

"Reino Unido estipuló en su contrato con Oxford-AstraZeneca que las vacunas fabricadas en su suelo se ofrecerían primero al Reino Unido. Se firmó en mayo. La UE dudó durante tres meses más… y no logró extraer promesas similares. Ahora desearía haberlo hecho. El juego de la culpa ya ha comenzado. La UE secuestró el programa de vacunación, prometió demasiado y luego no cumplió… Como cualquier burocracia acorralada, y de una manera inquietante que recuerda a un Estado fallido, Bruselas culpa ahora a todos los demás".

Resumiendo: Brexit 1-UE 0. Barriendo para casa.

"Como cualquier burocracia acorralada, y de una manera inquietante que recuerda a un Estado fallido, Bruselas culpa ahora a todos los demás"

Como no podía ser de otra forma, los tabloides británicos han montado un patriótico Mundial de las Vacunas. Resumiendo: las vacunas de AstraZeneca fabricadas en Inglaterra son más inglesas que el té de las cinco. Grandes portadas histriónicas el jueves: "LA UNIÓN EUROPEA NO PUEDE TENER NUESTRAS VACUNAS" ('Daily Mail'). "¡ESPERAD VUESTRO TURNO! ¡LA EGOÍSTA UE QUIERE NUESTRAS VACUNAS!" ('Daily Express'). Y textos calentitos: "El Reino Unido pide a los desesperados jefes de la UE que se pongan a la cola tras tratar de secuestrar las inyecciones británicas". "La UE trata de requisar millones de dosis de las vacunas contra el covid fabricadas en el Reino Unido".

¡Sacad vuestras sucias manos de nuestras vacunas!

placeholder La guerra de los tabloides.
La guerra de los tabloides.

'The Sun' sacó ayer directamente una bandera británica en portada para presumir de las vacunas nacionales (la portada, por cierto, incluía una foto de Pamela Anderson escotada... pero ese es otro tema). Y 'Daily Mail' bramó en portada: "OTRO PINCHAZO EN EL BRAZO: POR GRAN BRETAÑA". Sujétame el cubata.

O la resurrección cultural del Brexit tras el contratiempo de las caídas populistas de Donald Trump y Dominic Cummings (exmandarín de Boris Johnson). Guerra cultural a todo gas.

Todo el mundo (no solo los tabloides británicos) mira ahora las listas de vacunación por países, con el Reino Unido sacando pecho por haber pinchado a sus ciudadanos con más agilidad que la UE y la UE rasgándose las vestiduras; aunque ya sabemos lo flexibles que son las estadísticas: el Reino Unido ha ido más rápido con las primeras dosis que con las segundas.

¿Maniobró Boris para que AstraZeneca, farmacéutica global con sede en Inglaterra y aliada con Oxford en la vacuna del covid, diera preferencia al Reino Unido por encima de la UE? Un cínico diría que, si no lo hizo, debería haberlo hecho, pues era su trabajo: cuando el confinamiento hundió la economía inglesa (y puso el Brexit contra las cuerdas) la posibilidad de que una vacuna medio británica liderara la cura del covid (y ejerciera de nueva locomotora económica y geopolítica) se convirtió en asunto de Estado.

La paja en el ojo ajeno

Quizá a usted le horroricen las portadas de los tabloides británicos. Que el acceso a las vacunas se haya convertido en tangana entre territorios suena mal, en efecto, pero es justo lo que ha ocurrido en España en clave autonómica, con choques constantes entre, por ejemplo, la Comunidad de Madrid y el Gobierno central; bien Madrid dice no tener suficientes vacunas por culpa de Sánchez, bien los críticos de Isabel Díaz Ayuso dicen que Madrid vacuna muy despacio. Todos revisamos el 'ranking' autonómico de vacunación para airearlo en función de nuestras preferencias políticas. ¿Para cuándo un concurso autonómico de vacunación presentado por Ramón García? ¿Es posible vacunarse mientras te embiste una vaquilla? ¿Somos mejores que los tabloides británicos? ¿Seguro? ¿Es la Inglaterra de los tabloides la versión monstruosa de la España autonómica?

La capacidad de la prensa sensacionalista para decir chorradas es alta, sí, pero la nuestra para convertir todo en conflicto autonómico no le va a la zaga. Nos chiflan los choques territoriales. Las autonomías como sostén, alivio y dolor de muelas del Estado. ¿Queréis las competencias del covid? Todas vuestras, gracias. El sistema español está montado para que cualquier conflicto canalice por ahí (sea el que sea, hasta los que se deciden en Bruselas). Todas las luchas territoriales internacionales por las vacunas del covid están conectadas, pero quizá la nuestra sea más folclórica que decisiva. Una muñeca rusa de guerras territoriales en la que la España autonómica es la muñeca más pequeña.

El asunto vacuna se ha enredado tanto que nadie está libre de contradicción. En las últimas 48 horas ha pasado lo siguiente: AstraZeneca dice que no tiene las dosis prometidas para la UE por falta de suministro (mientras guiña un ojo al Reino Unido). Europa carga contra AstraZeneca por no darle suficientes dosis, pero también filtra que la vacuna no es fiable del todo, que es como montar bronca porque no te sirven en un bar mientras te quejas de su tremendo garrafón. Vuelan los cuchillos. Nueva filtración: Alemania cree que la vacuna no es apta para mayores de 65 años, pero Europa la acaba aprobando para todas las edades. La UE desvela su contrato con AstraZeneca: sus fábricas británicas están obligadas a suministrar al continente. El contrato se publica con tachones por confidencialidad, pero algunos tachones (aposta o por negligencia) dejan leer el texto oculto. Y dos huevos duros. 'AstracánZeneca', hay que decirlo más.

Foto: Un vial de la vacuna de AstraZeneca en Epsom, Reino Unido. (EPA)

¿Qué quiere decir todo esto? Que una vez puesto el futuro económico del universo en manos de la cura del covid, las vacunas condicionan la política mundial a todos los niveles, de lo micro a lo macro, del concejal de un pueblo murciano que se salta la cola para ponerse la vacuna al choque de trenes entre la UE y las grandes farmacéuticas.

Ahora ya entendemos por qué Araceli se persignó antes de recibir la vacuna: quizá entendió que la cura del covid podía salvar el mundo, pero también desencadenar la III Guerra Mundial. Que el Señor nos proteja.

Araceli. Siempre Araceli. La primera mujer española en vacunarse de coronavirus se persignó antes del pinchazo. El chiste se hacía solo: "Colapso en las bolsas mundiales por el miedo de Araceli a que la vacuna no funcione". El problema es que es un chiste tan realista que igual no es un chiste: la economía mundial es tan sensible a las vacunas que un estornudo de las Aracelis del mundo puede tumbar el PIB de un país.