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Los refugiados palestinos, uno de los grandes obstáculos del conflicto en Oriente medio
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Elías Cohen

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Los refugiados palestinos, uno de los grandes obstáculos del conflicto en Oriente medio

400.000 palestinos huyeron o fueron expulsados de Israel, pero hoy son más de 5 millones. Ningún Gobierno israelí puede aceptar su regreso porque eso pondría en peligro la supervivencia del país

Foto: Un niño refugiado palestino juega con una rueda en el campo de Ain Al Helweh, cerca de la ciudad libanesa de Sidón, en octubre de 2013 (Reuters)
Un niño refugiado palestino juega con una rueda en el campo de Ain Al Helweh, cerca de la ciudad libanesa de Sidón, en octubre de 2013 (Reuters)

La ya famosa Resolución 2.334 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada a finales de diciembre del año pasado —que condenó la construcción de asentamientos israelíes en Cisjordania y calificó a Jerusalén Este como territorio ocupado— ha vuelto a encender el debate internacional sobre los principales obstáculos del conflicto entre israelíes y palestinos. En los primeros puestos siempre están los asentamientos y el terrorismo, es cierto, pero hay más asuntos centrales y farragosos que impiden que el conflicto se solucione; uno de ellos lo representan los refugiados palestinos.

¿Cuántos fueron? ¿Cuántos son?

En septiembre de 1948, según el informe de la gestión realizada por el mediador de la ONU sobre Palestina, el conde Folke Bernadotte (asesinado días después por el Lehi, un grupo radical considerado terrorista incluso por la comunidad judía de Palestina) los árabes palestinos que se habían convertido en refugiados no superaban los 400.000. Bernadotte especifica: “Como resultado del conflicto en Palestina, casi toda la población árabe huyó o fue expulsada de la zona bajo ocupación judía. Esto incluyó a las grandes poblaciones árabes de Jaffa, Haifa, Acre, Ramle y Lydda. De una población de algo más de 400.000 árabes antes del estallido de las hostilidades, el número actualmente estimado de árabes en el territorio controlado por los judíos es de aproximadamente 50.000” Posteriormente, en el informe general de la Comisión de la ONU para la Conciliación en Palestina en 1950, se contabilizaron 711.000 refugiados árabes palestinos tras la guerra. Hoy, según la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, son 5.150.000. La UNRWA aplica, como veremos, unos criterios únicos para los refugiados palestinos, ya que éstos son los únicos que heredan el estatus de refugiado a diferencia de los demás refugiados del mundo, por eso la cifra ha crecido de manera tan exponencial.

El origen del problema: la primera guerra árabe-israelí.

Como la mayoría de los problemas del conflicto, el de los refugiados palestinos tiene su origen en aquel complicado bienio de 1947-1949, un intervalo de tiempo difícil y caótico, testigo de cómo el Mandato Británico sobre Palestina tocaba a su fin y en el cual el Plan de Partición de la ONU, por el que se dividía el territorio en un Estado árabe y en un Estado judío, pretendía llevarse a cabo. Lo que sucedió estos dos años sigue bajo un fuerte debate debido al irresuelto conflicto político.

En este sentido, en los años ochenta surgieron en las universidades israelíes los historiadores post-sionistas, conocidos también como “nuevos historiadores”, que pusieron en duda los mitos fundacionales de Israel. El más notorio de todos ellos, y el que más críticas ha sufrido tanto por israelíes como por palestinos, es Benny Morris. Morris ha sido el que mejor y más objetivamente ha tratado el asunto de los refugiados palestinos en su obra “The Birth of the Palestinian Refugee Problem 1947-1949” publicada en 1988 y actualizada en 2004, y de la que concluye en un artículo en The Guardian que : “Ninguna de las partes [Israel, los árabes palestinos y los estados árabes] es inocente”.

En el año 2008, Morris volvió a tratar el tema en su libro “1948”, y resumió qué pasó con los árabes palestinos que terminaron en 1949 fuera de las fronteras israelíes: “Algunos fueron expulsados [como en Lod, Ramle, y en los poblados situados entre Jerusalén y Tel Aviv], otros fueron animados por sus líderes a huir [como el caso de Haifa] y la mayoría huyó del conflicto con la aparente creencia de volver tras una victoria de los árabes.”

A pesar de las bien documentadas investigaciones de Morris, siguen persistiendo las dos narrativas enfrentadas (David Brooks, columnista del New York Times, sitúa la problemática inacabable del conflicto en que ambas partes quieren imponer su narrativa a la otra): la israelí, que reconoce que hubo expulsiones con la boca pequeña, pero que atribuye el problema a que los estados árabes animaron a los árabes palestinos a marcharse para regresar tras una victoria que nunca llegó; y la palestina, para la que todos los árabes palestinos fueron expulsados o huyeron ante el miedo de las matanzas que cometían las tropas israelíes —los palestinos han señalado el día de la creación del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948, como la Nakba (la catástrofe). A la luz de toda la información vertida durante casi 70 años, podemos concluir que ambas narrativas son incorrectas.

El Plan Dalet

La guerra 'de facto' comenzó antes del 15 mayo de 1948 (cuando el Mandato británico expiraba), y el motivo de los seis países árabes que invadieron el recién nacido Estado de Israel fue su rechazo rotundo al plan de partición. La preocupación por el bienestar de los árabes palestinos no fue el principal motivo de la invasión, según argumenta Morris. Y es que los países árabes y los palestinos en su conjunto se opusieron a la creación de dos estados, tanto el árabe como el judío -solución hoy internacionalmente apoyada-. Antes de empezar la guerra, ya comenzaron las migraciones civiles por parte de los árabes palestinos, y es entonces cuando las explicaciones a lo sucedido se enfrentan entre limpieza étnica vs. abandono voluntario.

Un relato que se ha impuesto a la hora de estudiar el germen del problema es que el recién creado ejército de Israel tenía un plan para expulsar a todos los árabes en los territorios que conquistaran: el Plan Dalet. Por parte del ejército de Israel y del gobierno del Yishuv (nombre de la comunidad judía en Palestina) no hubo una política oficial de expulsión de árabes. Sí, en cambio, como demuestra Morris, se había debatido y hablado durante los años 30 de transferir a la población árabe que quedara bajo jurisdicción israelí, pero nunca se materializó en política oficial. Los historiadores que argumentan que la limpieza étnica fue directriz del gobierno aplicada por parte del ejército israelí siempre aluden al Plan Dalet. Pero dicho plan diseñaba una estrategia para asegurar vías de comunicación y fronteras de cara a la guerra con los árabes, la cual pasaba por conquistar aldeas árabes y expulsar a los habitantes hostiles, según especificaba el plan. Como recordó Morris el pasado mes de octubre en 'Haaretz', no se llevó a cabo ninguna limpieza étnica por parte de Israel.

No obstante, sí hubo expulsiones y matanzas por parte del ejército israelí -una docena de masacres según Morris, como las de al-Dawayima o Salsaf-. Isaac Rabin, por ejemplo, ordenó la expulsión de todos habitantes del poblado de Lydda. En otras ocasiones, como en Nazaret, hubo orden de no expulsar a los habitantes, o en Abu Gosh, muchos árabes que abandonaron el pueblo cuando el ejército instaló el cuartel general de la brigada Har’el, se les permitió volver a sus casas después de la guerra. Por el contrario, los ejércitos árabes sí practicaron limpieza étnica en los territorios que conquistaron: así pasó en Gush Etzion y en Jerusalén Este con la población judía. Por ejemplo, el 13 de mayo de 1948, la Legión Árabe, cuerpo de élite del reino de Transjordania, destruyó por completo el bloque de asentamientos de Gush Etzion y asesinó a 242 personas. Morris además ha recordado que la intención de los líderes árabes era “echar a los judíos al mar”.

Acabada la guerra en 1949, dentro de las fronteras de Israel quedaron en torno a 150.000-160.000 árabes, quienes son hoy 1,7 millones, en torno al 20% de la población israelí, y disfrutan de unos derechos y de una protección que no tienen los demás árabes de Oriente Medio.

La posguerra y la expulsión de los judíos de los países árabes

Después de la guerra, los refugiados palestinos se establecieron en Gaza (administrada hasta 1967 por Egipto), Cisjordania (en manos jordanas hasta 1967 también) y en campos en Líbano, Siria y Jordania. No obstante, los árabes palestinos no fueron los únicos desplazados tras la contienda. Un hecho muy ignorado en el debate internacional sobre el conflicto es la expulsión masiva de los judíos que vivían en los países árabes durante los años posteriores a la creación de Israel. Las cifras totales que se manejan llegan a los 800.000 expulsados, de acuerdo con los historiadores Howard Sachar de la Universidad George Washington y Norman Stillman, de la Universidad de Oklahoma, quien ha escrito obras como "The Jews of Arab Lands: A History and Source Book" (1979) y "The Jews of Arab Lands in Modern Times" (1991).

Si ha sido ignorado es porque estos refugiados judíos fueron absorbidos por Israel en su mayoría. Dejaron de ser refugiados en ese momento, y los refugiados árabes palestinos, en contraposición, nunca fueron absorbidos por ninguna otra nación árabe. La única que les otorgó ciudadanía, Jordania, fue protagonista del Septiembre Negro de 1970, en el cual entre 7.000 y 20.000 palestinos —se desconoce la cifra exacta— murieron a manos del ejército jordano. El argumento históricamente esgrimido por los israelíes es que, si se fueron voluntariamente y además perdieron la guerra, deberían ser absorbidos por los países árabes en donde ahora viven. No obstante, la intención de los países árabes ha sido otra históricamente: utilizar a los refugiados, y perpetuar el problema, como arma contra Israel; así lo han demostrado, entre otros, el sociólogo Alek Epstein.

La persistencia interesada del problema: la UNRWA.

Esta estrategia ha favorecido el estatus privilegiado de los refugiados palestinos respecto a los demás refugiados del mundo, y la peculiar forma de trabajo de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos..

El 8 de diciembre de 1949, la UNRWA fue establecida por mandato de la Asamblea General de la ONU, con el voto a favor de Israel y de todos los países árabes. Supuestamente, la UNRWA iba a velar no sólo por los árabes palestinos desplazados tras la primera guerra árabe-israelí, sino también de todos los judíos expulsados de los países árabes. Pero tres años más tarde el gobierno de Israel decidió encargarse en exclusiva de los refugiados judíos (al fin y al cabo, ese era el leitmotiv del Estado de Israel). A partir de ese momento, los refugiados palestinos son objeto de una situación única en el mundo.

Así, los refugiados palestinos están amparados bajo una agencia la ONU propia, la UNRWA, mientras que todos los refugiados del mundo se acogen a ACNUR. Los refugiados palestinos transmiten hereditariamente su condición de refugiados, y los demás refugiados del mundo entero no pueden hacerlo. Mientras todos los refugiados dejan de serlo en el momento que son absorbidos por otros países, los refugiados palestinos siguen siéndolo, aunque obtengan ciudadanía de otro país. Este estatuto exclusivo tiene como objetivo, irremediablemente, la persistencia del problema de los refugiados palestinos.

La polémica de la UNRWA no acaba aquí. Actualmente, la UNRWA tiene 30.000 empleados, mientras que ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados del mundo entero, solamente 5.000. ACNUR tiene un presupuesto de 5,3 millones de dólares, y la UNRWA dispone de 1,93 millones de dólares. La UNRWA contrata a personal local mientras otras agencias de la ONU no. De los 23.000 palestinos que la UNRWA tiene contratados, es público que muchos pertenecen a grupos terroristas como Hamas, según desveló el que fue director de la agencia hasta 2005, Peter Hansen. A este respecto, otro antiguo trabajador de la UNRWA, James G. Lindsay, quien fue cónsul general de la agencia, denunció que la UNRWA no impide que miembros de Hamas o de la Yihad Islámica sean contratados por la agencia, ni tampoco fiscaliza los millones de dólares que recibe al año en concepto de ayuda humanitaria.

¿Qué puede hacerse para solucionar el problema?

La mejor solución para el problema de los refugiados palestinos la propuso Bill Clinton en sus famosos parámetros. Clinton planteó la creación de una comisión internacional, en la que estuvieran integrados israelíes y palestinos, con el objetivo de acordar el reasentamiento de los refugiados en: (1) en el futuro Estado de Palestina, (2) en tierra israelí otorgada al futuro Estado de Palestina mediante intercambio de tierras, (3) en el país en donde residen, (4) en un tercer país y (5) en Israel. Los parámetros tienen como eje la creación del Estado palestino, hoy muy lejos de ser posible y viable.

Israel siempre se opondrá a la vuelta de los refugiados a sus lugares de origen y sobre todo en sus números actuales. Un regreso en las condiciones que demandan los palestinos implicaría otorgarles ciudadanía y una desaparición automática del carácter judío y democrático de Israel. Si los más de cinco millones de refugiados se convirtieran en ciudadanos israelíes, darían en un solo día un vuelco a la mayoría demográfica en Israel y el país devendría, o bien en una etnocracia, en donde una mayoría judía gobernaría sobre una mayoría árabe reprimida, o en la transformación de Israel en un estado árabe. Es normal que Israel se niegue por motivos de supervivencia, pero también porque sería injusto aceptar que el concepto de refugiado se amplíe a las siguientes generaciones solamente para los palestinos. De los refugiados que huyeron o fueron expulsados en la guerra de 1948, quedaban en 2012 entre 30.000 y 50.000.

Los palestinos, por su parte, tienen “el derecho de retorno” de los refugiados como una de sus reivindicaciones más importantes, pero saben que tendrán que ceder algún día si quieren llegar a un acuerdo de paz razonable con los israelíes.

La situación de los refugiados palestinos, considerando cómo ha evolucionado el papel de la UNRWA y el rechazo de los países árabes a absorberlos, es única en el mundo y su solución pasa inevitablemente por alcanzar un acuerdo de paz definitivo con Israel. Mientras no se produzca, el número de refugiados seguirá creciendo, y también el problema.

La ya famosa Resolución 2.334 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada a finales de diciembre del año pasado —que condenó la construcción de asentamientos israelíes en Cisjordania y calificó a Jerusalén Este como territorio ocupado— ha vuelto a encender el debate internacional sobre los principales obstáculos del conflicto entre israelíes y palestinos. En los primeros puestos siempre están los asentamientos y el terrorismo, es cierto, pero hay más asuntos centrales y farragosos que impiden que el conflicto se solucione; uno de ellos lo representan los refugiados palestinos.

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