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Tribuna Internacional
Por
Boris Johnson, el reunificador (involuntario) de las dos Irlandas
La estrategia de Johnson es presionar a Irlanda, hacia la que Londres sigue teniendo una actitud colonial y ve como el eslabón más débil por su dependencia económica de Gran Bretaña
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El Sunday Times ha publicado un informe superconfidencial del Gobierno británico que lleva por nombre "Operación Yellowhammer" (cerillo, un tipo de ave) y que contempla los escenarios de un Brexit sin acuerdo el 31 de octubre. El panorama descrito por el informe en su grado de "escenario intermedio" es ya de por sí aterrador: falta de alimentos frescos y medicinas, camiones atrapados durante más de dos días en Dover, atascos gigantescos en los accesos a Londres, colas interminables para los turistas británicos que viajan al continente, cierre de refinerías de petróleo, quiebra de pequeñas y medianas empresas, protestas violentas, reaparición de una frontera dura en Irlanda, contrabando, posibles atentados terroristas, aumento de los precios, problemas en la distribución del combustible, desaparición de la noche al día de miles de puestos de trabajo…
De todos estos daños -llamados colaterales- de la salida del Reino Unido de la Unión Europea, el que viene siendo un problema potencialmente estructural y de consecuencias incalculables es el restablecimiento de una frontera dura entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Una vez lanzada la bola en el billar, tiene más números la reunificación de las dos Irlandas que la independencia de Escocia (que ya votaron y se inclinaron por el no). La frontera dura (unos dentro de la UE, los otros fuera) va a provocar el desastre económico a ambos lados y va a atizar la animosidad entre la comunidad católica y la protestante.
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Mary Lou MaDonald, la líder del Sinn Fein en el Úlster, viene comentando que, en el supuesto de un Brexit duro con frontera física, "sería impensable que Londres no convocase un referéndum sobre la reunificación de la isla". Referéndum al que está obligado por los acuerdos de paz "en el momento en que parezca probable, según las encuestas, que una mayoría de la provincia vaya a votar a favor". Los socios de coalición parlamentaria del primer ministro Boris Johnson son los ultraconservadores protestantes del DUP. La mayoría se retiene en Westminster por un escaño de diferencia. Y las deslealtades en las filas 'tories' están a punto de estallar.
El informe del Gobierno británico señala como potenciales peligros de una salida sin acuerdo que los puntos fronterizos entre el Úlster y la República de Irlanda puedan ser objeto de atentados terroristas y que reaparezca la violencia sectaria que los acuerdos del Viernes Santo consiguieron aplacar. En el corto plazo la violencia puede reaparecer pero para el medio plazo nada está escrito.
La UE y Reino Unido pelearán por demostrar los beneficios económicos a cada lado de la frontera
Empezará una competición feroz para hacer notar en el día a día de los ciudadanos de Irlanda del Norte los beneficios de la Unión Europea. La nueva Comisión Europea apostará fuerte por Dublín, que tomará aires de Berlín occidental en tiempos de la Guerra Fría (todas las facilidades y apuestas beneficiosas de la UE). En sentido contrario, los 'brexiters' jugaran fuerte para conseguir un potente y beneficioso tratado comercial entre Reino Unido y Estados Unidos que desparrame sobre el territorio británico los beneficios de la no-UE y la nueva alianza con su excolonia.
Pero incluso en estos tiempos tan virtuales, la geografía aún juega un importante papel (como bien nos ha ilustrado Robert D. Kaplan). Y en asuntos de fronteras duras y relaciones comerciales, algunos protestantes de Irlanda del Norte pueden inclinarse por el pragmatismo, y más en un siglo donde las guerras basadas en la identidad religiosa en Europa han quedado atrás incluso en el último territorio que vio derramar sangre por este motivo como es Irlanda del Norte.
Nadie se cree la supuesta imparcialidad de Boris respecto al Úlster
"A largo plazo, el cambio constitucional y la reunificación se respiran en al aire –manifestó McDonald, la líder republicana–. Incluso unionistas moderados liberales de clase media empiezan a preferir pertenecer a una Irlanda próspera dentro de la UE que a un Reino Unido desgajado del continente. Nadie se cree la supuesta imparcialidad de Boris respecto al Úlster, ya que la supervivencia de su frágil mayoría de gobierno depende de los fanáticos del DUP. Un Brexit sin acuerdo, se mire como se mire, significa el cambio dramático de circunstancias previsto por la ley como requisito para un referéndum".
La estrategia de Boris Johnson es presionar a la República de Irlanda, hacia la que Londres sigue teniendo una actitud colonial y ve como el eslabón más débil por su dependencia económica de Gran Bretaña. Pero el lobby irlandés en EEUU es poderosísimo y ya se ha movilizado para torpedear un acuerdo comercial que ponga en peligro la paz. "No tendría ninguna posibilidad de salir adelante", ha dicho la portavoz de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Tiempo al tiempo. Los efectos colaterales del Brexit serán una onda de largo alcance.
El Sunday Times ha publicado un informe superconfidencial del Gobierno británico que lleva por nombre "Operación Yellowhammer" (cerillo, un tipo de ave) y que contempla los escenarios de un Brexit sin acuerdo el 31 de octubre. El panorama descrito por el informe en su grado de "escenario intermedio" es ya de por sí aterrador: falta de alimentos frescos y medicinas, camiones atrapados durante más de dos días en Dover, atascos gigantescos en los accesos a Londres, colas interminables para los turistas británicos que viajan al continente, cierre de refinerías de petróleo, quiebra de pequeñas y medianas empresas, protestas violentas, reaparición de una frontera dura en Irlanda, contrabando, posibles atentados terroristas, aumento de los precios, problemas en la distribución del combustible, desaparición de la noche al día de miles de puestos de trabajo…