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Un tuitero condenado que la izquierda no reivindica
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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Un tuitero condenado que la izquierda no reivindica

El nombre del tuitero Beren se ha eludido en las pancartas, los tuits y los artículos de opinión. Que yo sepa solo Isabel Elbal se refirió a él en un artículo de 'eldiario.es'

Foto: Foto: Reuters.
Foto: Reuters.

Defender la libertad de expresión tiene que ser sinónimo de estar incómodo o la defensa es parcial. Sospechad de quienes hablen de esto solamente cuando condenan y persiguen a los que piensan como ellos. Arquead las cejas si en un acto contra la censura todo el mundo está de acuerdo, si todos se ríen de las mismas cosas. En la época sin filtros de las redes sociales, la libertad de expresión es difícil de aguantar para todos. Creyentes de cualquier cosa, sensibles a lo que sea. Convivimos con gilipollas y bocachanclas. Ejemplo:

“A mí me gusta follar contra la encimera y los fogones, porque pongo a la mujer en su sitio por parte doble”. “53 asesinadas por violencia de género machista en lo que va de año, pocas me parecen con la de putas que hay sueltas”. “Marta del Castillo era feminista y se tiró al río porque las mujeres se mojan por la igualdad”. “Ya no se ven atentados como los del 11-S, estos de la Yihad no valen, si van a masacrar a gente que lo hagan con estilo, vuelve Bin Laden”.

Estos tuits tienen precio. Le han costado dos años y medio de cárcel y una multa de diez mil euros a un chaval de 21 años que se apodaba Beren en Twitter. Aquí viene lo curioso: su nombre no aparece junto al de Valtonyc o Pablo Hásel en los actos contra la censura a los que he asistido últimamente. ¿Será un desliz? ¿Se ha traspapelado su caso en la catarata de sentencias e investigaciones contra las palabras?

Foto: Los raperos Valtonyc y Pablo Hasel en un acto contra la censura celebrado en Sabadell. (EFE) Opinión

Es cierto que las últimas semanas han sido brutales. El Supremo ratificó la condena contra los raperos Valtonyc y Pablo Hásel, abrieron una investigación judicial a Willy Toledo por cagarse en Dios y en la Virgen, se hizo efectivo el secuestro de 'Fariña' de Nacho Carretero y se condenó a Mongolia a pagar 40.000 euros a Ortega Cano por usar su cara en un cartel satírico. Ortega Cano dijo que no lo hacía por él, sino por la Virgen. Como si la Virgen, de existir, necesitase que un tipejo como Ortega Cano la defendiera.

A persecución contra gente de izquierdas, la izquierda ha protestado en bloque, lo cual es natural. Pero la omisión de los casos que no encajan en la ideología me llama mucho la atención. El nombre del tuitero Beren se ha eludido en las pancartas, los tuits y los artículos de opinión. Que yo sepa solo Isabel Elbal se refirió a él en un artículo de 'eldiario.es'. Hay omisiones más ruidosas que las proclamas con megáfono.

Beren y Valtonyc son iguales

Tanto Beren como Valtonyc justifican sus mensajes por el deseo pueril de hacer pensar a los demás. Así lo explicó Beren en el juicio: todo era “un experimento sociológico” que se le había ido de las manos, “en plan broma o humor negro”, y que su ignorancia de estos temas “le había causado una mala jugada”. Vamos, un mendrugo. Un inmaduro. Un tipo con mal gusto. Un bocazas. Repito: ¡dos años y medio de cárcel!

A Beren lo agarraron por el 510, que tipifica los delitos de odio contra mujeres y minorías. A la izquierda no parece inquietarle tanto este artículo

Ambos usaron su libertad para largar unas cuantas barbaridades, pero el primero molestó a la derecha y el segundo jodió de forma más transversal. A Valtonyc le cayó la condena por una amenaza a un político y por violar el artículo 578 del Código Penal, que persigue los delitos de apología del terrorismo. A Beren lo agarraron por el 510, que tipifica los delitos de odio contra mujeres y minorías. El caso es que a la izquierda no parece inquietarle tanto este artículo. Decir que hay que pegar un tiro a Cifuentes, ok. Decir que hay que ametrallar a las mujeres, ¡mal!

Curioso. “No es lo mismo humillar hacia arriba que hacia abajo”, me han dicho millones de veces. Esto quiere decir que no es igual cagarse en el Rey que en los inmigrantes. Lo comparto. No es lo mismo, porque cagarse en el Rey nos informa de que el cagón es republicano, mientras que cagarse en los inmigrantes o las mujeres nos indica que el cagón podría ser una mala persona. Cosas distintas, ¿verdad? La cuestión es que, si crees en la libertad de expresión, ninguno de los dos merece un castigo.

Una sociedad donde se odia mucho no es una sociedad sana, pero si reprimimos la expresión del odio hemos fabricado una bomba de relojería. ¿De qué nos están protegiendo las leyes y los jueces? ¿De un puñado de jovencitos cabreados? ¿De unos cuantos mensajes que podrían herir nuestra sensibilidad? Pensar que nos hace falta este preservativo es haber perdido por completo la fe en una sociedad adulta.

Defender la libertad de expresión tiene que ser sinónimo de estar incómodo o la defensa es parcial. Sospechad de quienes hablen de esto solamente cuando condenan y persiguen a los que piensan como ellos. Arquead las cejas si en un acto contra la censura todo el mundo está de acuerdo, si todos se ríen de las mismas cosas. En la época sin filtros de las redes sociales, la libertad de expresión es difícil de aguantar para todos. Creyentes de cualquier cosa, sensibles a lo que sea. Convivimos con gilipollas y bocachanclas. Ejemplo:

Código Penal Pablo Hasél