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Juan Soto Ivars

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Pedro Sánchez es ETA

Tengo la sensación pertinaz de que Mariano Rajoy es de los que mueren matando. Y creo que su último gesto, esta despedida civilizada, augura un tiempo letal para el PSOE

Foto: El secretario general del PSOE y nuevo presidente de Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)
El secretario general del PSOE y nuevo presidente de Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Mariano Rajoy ha exhalado su último aliento presidencial y ha abandonado el gobierno. Como buen español que es, se pasó la última tarde de curro en un bar, reunido con sus ministros, y yo mataría por ver un documental de Werner Herzog sobre esta reunión. Al salir, lo vieron abrazándose a los camareros y al día siguiente llegó tarde al Congreso de los Diputados. A quién no le ha pasado, se preguntaba Aníbal Malvar, lo de prolongar una sobremesa hasta las diez de la noche y aparecer una hora tarde en la oficina al día siguiente.

Las malas lenguas sugerían la posibilidad de un tamayazo y los cabalistas hacían alquimia calculando posibles trampas porque nadie podía creerse que el Marianato terminase, pero Rajoy desfiló pasadas las diez de la mañana por la moqueta encharcada de bilis que había dejado Rafa Hernando y lanzó un mensaje escueto. Dijo lo último que yo esperaba: que aceptaba esta derrota y acataba la decisión del parlamento. Además, pidió disculpas a quien hubiera podido sentirse ofendido, como si en vez de una legislatura hubiera escrito un tuit.

Foto: El Rey recibe a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, quien le ha comunicado la investidura de Pedro Sánchez como nuevo presidente del Gobierno. (EFE)

Pero tengo la sensación pertinaz de que Mariano Rajoy es de los que mueren matando. Y creo que su último gesto, esta despedida civilizada, augura un tiempo letal para el PSOE. Puesto que Rajoy no ha dimitido y ha forzado la moción de censura, ahora permite a Pedro Sánchez gobernar con el apoyo de los independentistas. En la España que deja Rajoy, que es la del nacionalismo español como respuesta al nacionalismo catalán, todo se va a jugar en clave catalana. Así que Sánchez se ha metido directo en una trampa.

El editorial de 'El País' dejaba claro que Sánchez sigue sin tener demasiados amigos en 'Prisa'. La actitud de Hernando, y este jueves de Rivera, han marcado la que va a ser la tónica de la oposición a Sánchez. Los nacionalistas españoles se permitieron relacionar al PSOE con ETA como en los mejores tiempos de la crispación, y estoy convencido de que estas acusaciones van a ser habituales. Si empiezas a contar las menciones que el PP y Ciudadanos harán de España, los españoles, ETA y los separatistas, te volverás loco.

En el discurso de oposición, la derecha española queda colocado donde más les gusta y donde más les renta: lejos de la corrupción, que se desactiva con la derrota de Rajoy, y en ese terreno identitario conectado a las bajas pasiones donde Sánchez y el independentismo son lo mismo. La comparación es rematadamente falaz, aunque sí hay algo en lo que Sánchez y los 'indepes' se parecen: en que ninguno de los dos tiene proyecto para el día después de la victoria.

Si los independentistas son inteligentes, pueden aprovechar esta oportunidad para pisar el freno y dar el paso atrás de vuelta a la Constitución

Durante los discursos de la moción de censura, a Sánchez le pidieron su programa veintisiete veces cuando todos saben que gobernar con los presupuestos de otro significa ser una sombra de tus antecesores. Iglesias podrá aprovecharse de esta tesitura infumable en la que Sánchez va a gobernar y hacer campaña para las próximas generales. Sin duda, Sánchez intentará alcanzar algún tipo de victoria en el plano social, pero todo lo que haga será interpretado por la oposición como una muestra de su conexión espiritual con el separatismo. Si consigue revertir la Ley Mordaza, estará dando alas a los raperos que ensalzan el terrorismo. Ya veréis.

Existe una remota posibilidad, sin embargo, de que Sánchez consiga hacer una virtud de la necesidad. La que parece su mayor debilidad, que es su moderación y su tono conciliador, podría marcar un cambio de signo en las relaciones del Estado con el independentismo. Si los independentistas son inteligentes, pueden aprovechar esta oportunidad para pisar el freno y dar el esperado paso atrás de vuelta a la Constitución.

Sería una victoria para Sánchez y, más importante, para todos. No me cabe duda de que, si Sánchez consiguiera esta proeza, la derecha española le acusaría enfurecida de haber regalado prebendas a los que quieren romper España, puesto que ellos se benefician del "cuanto peor, mejor". Y también está por ver que el independentismo, que tanto poder ha obtenido de la cerrazón de Rajoy, está dispuesto a seguirle el juego.

Mariano Rajoy ha exhalado su último aliento presidencial y ha abandonado el gobierno. Como buen español que es, se pasó la última tarde de curro en un bar, reunido con sus ministros, y yo mataría por ver un documental de Werner Herzog sobre esta reunión. Al salir, lo vieron abrazándose a los camareros y al día siguiente llegó tarde al Congreso de los Diputados. A quién no le ha pasado, se preguntaba Aníbal Malvar, lo de prolongar una sobremesa hasta las diez de la noche y aparecer una hora tarde en la oficina al día siguiente.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy