España is not Spain
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Ayuso es la asesina de Casado (y Feijóo su enterrador)
Los máximos dirigentes del PP, mediocres y débiles, intentan neutralizar a una estrella en ascenso que amenaza su poder
Casado se subió a un ciruelo, como decía Eugenio. El día de ayer terminó con un duelo a muerte contra Feijóo, que había salido de entre las nieblas y agitado sus tentáculos de pulpo a la gallega. ¿Cuántos años llevaba esperando el prudente y meditabundo líder gallego? Cuando alguien de su sangre fría emprende el ataque, casi podemos firmar la sentencia de muerte de su oponente. Casado se desangra y Feijóo va de camino con la pala. Él mismo se ha clavado la daga que Ayuso le puso en las manos. Recapitulemos:
Los últimos días habían dejado claro que la estrategia de Egea y Casado era mantener el asunto de los contratos Díaz Ayuso en casa para atarla en corto. Pretendieron asustarla con la amenaza velada de un expediente por un contrato a dedo a su hermano, y calcularon mal. Este fue el objetivo de aquella reunión en la que le dijeron que había llegado la sospecha “desde Moncloa”, cuando ellos mismos habían ordenado el espionaje. La estaban presionando para que se estuviera quietecita. Patéticos: era como frenar una apisonadora con un mondadientes.
Una cosa que ha quedado clara, al menos a mis ojos, es para qué sirve el compromiso de limpieza interna del PP: para controlar a sus propias filas. La voluntad del partido de controlar su corrupción es mucho menor que la voluntad de la cúpula de controlar a sus estrellitas, en cualquier caso. Utilizan un elemento para asegurarse el otro. Dudo que vayan a aplicar esta lupa con los cargos dóciles con la dirección nacional. Pero es que soy así de malpensado.
Permitidme una lectura cínica. Los máximos dirigentes del PP, mediocres y débiles, intentan neutralizar a una estrella en ascensión que amenaza su poder en el partido. Saben que la popularidad de Ayuso es tan grande como su ambición, saben que Ayuso quiere la dirección ejecutiva del PP de Madrid y no pueden consentir que acumule tanto poder orgánico. Encargan entonces a sus fontaneros una operación 'cremas' que solo funciona como farol. Pero Ayuso ve el farol y tira para adelante.
No es casual que todo esto haya estallado después del decepcionante resultado de Mañueco en Castilla y León. La lectura en el entorno liberal-conservador ha dejado en mal lugar a Casado. El milagro de Ayuso no se repite porque nadie más que Ayuso puede conseguir estos resultados, ergo el PP estaría mejor liderado por Ayuso que por Casado. Pues bien, justo en ese momento, a pocas horas de las elecciones castellanoleonesas, salta la liebre. ¿Es la propia Ayuso quien enciende el petardo? “Tú me amenazas con esto, Casado. Pues mira lo que hago”.
Es fundamental subrayar esto: las noticias sobre contratos de la Comunidad de Madrid al entorno familiar de Ayuso ya habían aparecido esporádicamente en la prensa. 'ElDiario.es' había puesto la lupa sobre hasta 19 concesiones sospechosas que relacionaban al entorno familiar de Ayuso con la empresa china de Gao Pin. La sombra del nepotismo ya estaba ahí. Sin embargo, la influencia de esta prensa en el electorado del PP es nula. Ayuso es una heroína por sus resultados electorales. Las sombras de nepotismo en su gestión no cambian esa percepción en sus fans.
Cuando los medios y tertulias que sí tienen influencia en el electorado del PP cargaron las tintas en el espionaje interno, Casado y Egea optaron por la huida hacia adelante, llevados por el pánico. Su plan de presionar a Ayuso había saltado por los aires y cometieron la estupidez de acusarla públicamente. Tardaron dos horas en darse cuenta de que se habían dado de bruces con el muro de la fe. Frente a Carlos Herrera, fue Pablo Casado quien tuvo que defenderse. Se montó una manifestación frente a la sede de Génova y a Egea le mandaron mariachis.
Que la presidenta de la Comunidad de Madrid haya podido emplear el nepotismo le importa tan poco a su electorado como, al electorado de los 'comuns', que haya podido emplearlo Ada Colau. El pueblo español, fracturado en taifas, tolera la sospecha de corrupción cuando esta recae sobre su líder favorito porque sabe que la suciedad es parte consustancial de la política. Las noticias de corrupción son un material de consumo interno para los adversarios, irrelevante para los fans. Menudo retrato hace esta evidencia sobre nuestra madurez política. En fin.
Casado podía suponer todo esto y ahora se enfrenta al hecho doloroso de haberse enfrentado a una Ayuso envuelta en el clamor. Casado recula porque el clamor no atiende a razones ni se ve afectado por la sospecha. A esta batalla, la presidenta de Madrid ha llegado blindada y Casado y Egea desnudos. Existen razones de sobra para investigar un posible nepotismo en Ayuso, pero el resultado no va a tener relevancia para sus votantes. A la presidenta se la adora: la manifestación en Génova parecía una procesión con rogativa.
La tormenta es brutal. En una semana han saltado las piezas que, en la estructura del PP, estaban precariamente soldadas después de la marcha de Mariano Rajoy. Las fichas de dominó iniciaron la reacción en cadena: Carromero dimitido por Almeida, Almeida escondido bajo la mesa, Ayuso desmelenada y la dirección tratando de echar arena sobre el reactor nuclear expuesto mientras la prensa liberal los da por muertos y Feijóo, brotado de entre la niebla, tantea la situación con sus tentáculos.
Los demás barones, salvo el murciano López Miras, han caído uno detrás de otro. Un diagnóstico demoledor para Pablo Casado: queda retratado como un líder nefasto que ha destruido los equilibrios del partido movido por el pánico y los celos. Que Isabel Díaz Ayuso haya cometido o no el nepotismo es algo que no va a importar a nadie que vote esa opción, como no va a importar la foto de Feijóo con un narco, comparado con el diagnóstico que hacen de la torpeza y la mezquindad de la cúpula.
Quieren la cabeza de Casado en una pica y sobran voluntarios para pincharla. Sobre su honradez nadie da un duro por más sospechas que señalen a su adversaria.
Casado se subió a un ciruelo, como decía Eugenio. El día de ayer terminó con un duelo a muerte contra Feijóo, que había salido de entre las nieblas y agitado sus tentáculos de pulpo a la gallega. ¿Cuántos años llevaba esperando el prudente y meditabundo líder gallego? Cuando alguien de su sangre fría emprende el ataque, casi podemos firmar la sentencia de muerte de su oponente. Casado se desangra y Feijóo va de camino con la pala. Él mismo se ha clavado la daga que Ayuso le puso en las manos. Recapitulemos:
- "Casado debe dimitir. Teo iba diciendo que acabaría con Ayuso" Pilar Gómez Fotografía: Isabel Blanco
- Casado no podía ganar, Ayuso aún puede perder Marta García Aller
- Ayuso descarta liderar el PP nacional, pero pide a Casado un "giro absoluto" en el partido A. B. R.