España is not Spain
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La miseria infinita de la izquierda española con el pueblo israelí
Mientras algunos de los festejantes de la 'rave' permanecían escondidos, desaparecidos, ya estaban tuiteando como automatismos descerebrados las consabidas salvas a la libertad del pueblo palestino
El sábado, hermosos israelíes bailan electrónica en una rave ajenos, como los de aquí, al tiempo que corre y la inminencia de la muerte. Son chicos y chicas despreocupados, resplandecientes, ajenos a la cólera de la Historia y la justicia de Alá, que vienen a por ellos. La muerte llega en parapente, en motos campo a través. Los supervivientes dirán que creyeron que eso era parte del espectáculo. También los del Bataclán confundieron los primeros disparos con pirotecnia.
Minutos más tarde, los israelíes de la fiesta se dividen en tres grupos: los que corren, los que agonizan y los secuestrados. En los coches se produce una carnicería, se lanzan granadas. Con las chicas, guapas, livianas y simbólicas, se ceban estos machos de Alá a los que nuestra izquierda feminista disculpará la cólera por motivos de desigualdad geopolítica. Se difunden más tarde nombres, rostros y mutilaciones. Los milicianos de Hamás se encargan de que se vean bien los cuerpos desnudos.
Poco énfasis se ha puesto en algo sustancial: es sábado. Conozco bien Israel, donde he visto a los jóvenes más hermosos. El sábado, todo el país parece paralizarse, el sabbat prohíbe encender el fuego, lo que en el siglo XXI se traduce en que no se puede usar nada electrónico. Los hay que cumplen a rajatabla la prohibición y pasan el día leyendo, y comen juntos en familia, con amigos, y reflexionan.
Pero entre los jóvenes israelíes hay, como en todas las democracias, un descreimiento. Los masacrados de la rave están saltándose el sabbat, lo que indica que muchos son jóvenes izquierdistas israelíes, tan críticos con la ocupación, la guerra y Netanyahu como cualquier izquierdista español. Posiblemente, los mismos que han muerto en la rave participaron en las protestas contra el Gobierno y su intento de subsumir el poder judicial a los mandatos del Ejecutivo. Una operación del estilo de las de Sánchez en España.
Bien: nada de esto ha importado a los representantes de nuestra izquierda moralmente pura y destilada, véase Sumar o Podemos, dos partidos que, en el primer momento del sábado, mientras algunos de los festejantes de la rave permanecían escondidos, desaparecidos, ya estaban tuiteando como automatismos descerebrados las consabidas salvas a la libertad del pueblo palestino. Palestina libre, a esa hora, en todo caso para masacrar jóvenes y mutilar mujeres inocentes.
Me doy cuenta en esas horas de lo que falla en nuestra izquierda. Yo también denuesto a Netanyahu, yo también considero que Gaza es una población desgraciada, yo también sé leer, y leo sobre las condiciones de vida miserable de una gente colocada por la historia entre la espada del Ejército israelí y la pared del fundamentalismo religioso más repugnante de la zona: Hamás. En Tel Aviv conocí, de hecho, a un homosexual palestino que había tenido que emigrar de Cisjordania para instalarse en Israel. Los más idiotas de entre la izquierda española llaman a esto pinkwashing.
Me doy cuenta, decía, de lo que falla en nuestra izquierda para pensar en esta cuestión. Para esas mentes rígidas, siempre es el “pueblo palestino” contra el “Estado de Israel”, como si en Israel no hubiera también pueblo, ciudadanía, gente inocente, y como si el monstruo fanático de Hamás no fuera un poder tiránico, sino una de las encarnaciones de un pueblo en busca de la libertad.
¿Qué demonios significa “Palestina libre” cuando los territorios palestinos están gobernados por fanáticos que nada tienen que envidiar a los ayatolás iraníes? ¿Acaso han olvidado la guerra civil entre Fatah y Hamás? ¿Qué libertad creen que supondría en estas condiciones un Estado palestino autónomo? Hay gente lo bastante desinformada en España como para meterse en una manifestación convocada al calor de los atentados de Hamás con una bandera del arcoíris.
Para esas mentes rígidas, siempre es el "pueblo palestino" contra el "Estado de Israel", como si en Israel no hubiera también pueblo, gente inocente
Hablemos claro: ni una sola de las mujeres que habitan los territorios palestinos sería libre si mañana Hamás gobernase un Estado llamado Palestina. Ni un solo homosexual podría sobrevivir. Y tampoco habría judíos, claro. Hamás se ha pronunciado sin medias tintas sobre su misión: para ellos, liberar Palestina para instaurar su califato es indisoluble de exterminar a todos los judíos que hoy habitan en Israel.
Es lunes cuando escribo esto y se cuentan 800 personas asesinadas en Israel, otras tantas secuestradas y no se sabe los heridos, mutilados, violadas, etcétera. Serían muchos más si el país no hubiera dispuesto el sistema de defensa antimisiles que llaman la “cúpula de hierro”. Esos cohetes libres de Hamás vuelan con frecuencia sobre las ciudades israelíes, pero son indetectables para nuestra izquierda.
Lo que hemos visto desde el sábado es una limpieza étnica perpetrada por la presunta víctima, de la misma forma que los sionistas han utilizado a menudo el Holocausto o la guerra de los seis días como excusa para su ambición expansionista. Pero, sin dobles raseros, si lo sufrido por los judíos no exculpa a Ariel Sharon o Netanyahu, ¿en qué diablo de mente psicopática y cortocircuitada puede disculparse esta canallada terrorista por el sufrimiento de la población palestina?
Hamás y su aliado iraní saben perfectamente lo que les espera a los ciudadanos de Gaza después de este ataque: la muerte. No olvidemos que, para los guerreros santos de la cruzada islamista, la muerte es la puerta del paraíso y el mártir es un héroe nacional. Ahora han convertido a toda la ciudad, hombres, mujeres y niños, en un gigantesco, descomunal muyahidín suicida. Eso ha hecho Hamás. Netanyahu advierte a la población de que salga; Hamás les exige que se queden.
La represalia del Gobierno de Netanyahu ya ha empezado cuando escribo esto. No puedo dejar de pensar en los niños: en los que están en Gaza y en los que estaban en las casas atacadas en Israel. La brutalidad y la sed de venganza posiblemente borren del mapa esa ciudad, pero nada borrará de mi memoria a los supuestos guardianes de la moral de España, que salieron con sus lemas prefabricados en respuesta a lo que, en ese momento, no era otra cosa que una carnicería de israelíes inocentes perpetrada por Hamás: el brazo de Dios.
Ni todos los escombros desatados por la furia del Gobierno brutal de Netanyahu podrán enterrar esta miseria.
El sábado, hermosos israelíes bailan electrónica en una rave ajenos, como los de aquí, al tiempo que corre y la inminencia de la muerte. Son chicos y chicas despreocupados, resplandecientes, ajenos a la cólera de la Historia y la justicia de Alá, que vienen a por ellos. La muerte llega en parapente, en motos campo a través. Los supervivientes dirán que creyeron que eso era parte del espectáculo. También los del Bataclán confundieron los primeros disparos con pirotecnia.
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