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Juan Soto Ivars

España is not Spain

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Defensa apasionada de don José Luis Ábalos Parera

¿De verdad no apreciáis la belleza humana en esta escena? ¡Un portero de puticlub termina siendo la mano derecha de un buen hombre, de un hombre valiente, y lo utiliza y lo engaña!

Foto: El exministro de Transportes y diputado del PSOE José Luis Ábalos. (Europa Press/Eduardo Parra)
El exministro de Transportes y diputado del PSOE José Luis Ábalos. (Europa Press/Eduardo Parra)
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Las historias escabrosas siempre se empiezan a contar por el final: con el muerto ahogado en la piscina y un misterio. Así lo de Ábalos y el PSOE, aunque ya le gustaría a Pedro Sánchez que el exministro flotara boca abajo. Estaba el muerto de pie, este martes por la tarde, en la misma sala de prensa del Congreso donde Sánchez abandonó el PSOE justo antes de su marcha sobre Ferraz. Marcha que por cierto hizo con Ábalos a su lado.

Con prestancia de un primer actor dramático de compañía ambulante de posguerra, ese Ábalos Meco rebosaba melancolía y dureza, con ojeras de mapache y corbata. Dijo que dejaba el PSOE para irse al grupo mixto. Me lo imagino entrando al nuevo despacho con una caja de latas de cerveza para estar a buenas con los chavales. Si tras escucharlo no os cae bien este hombre, no tenéis corazón.

Yo estoy, como Pedro Herrero, con Luis Mariano Ábalos: con sus cojones de hijo de picador valenciano, que el día en que estalló el escándalo lo mandaron al programa de Risto, donde colabora para hacer unos dineros. ¿Qué otro ser humano se hubiera acercado a Mejide el día en que las sanguijuelas afilan sus cuchillos? Pues allí estaba él, dando rodeos, diciendo lo primero que se le ocurría, desafiante.

A mí ahí ya me conquistó, y poco o nada me importa el asunto de las responsabilidades políticas o judiciales, que de eso ya hablarán los jueces o los tertulianos. Os diré solo una cosa: en tiempos de pieles finas, cobardía de grupo, victimismo pasivo-agresivo y sumisión a la mayoría, los cojones de Jorge Fernando Ábalos resplandecen en mi corazón.

Foto: Adriana Lastra, Pedro Sánchez y José Luis Ábalos, en 2017 tras ganar las primarias a Susana Díaz. (EFE/J.P. Gandul)

No sé si somos del todo conscientes del valor del esperpento español, es decir, de la dignidad otoñal de estas figuras grotescas, como la de Fernando Jesús Ábalos Meco. Tras unos años grises de obligado reposo o resaca, renace en mitad de la deshumanizada máquina del PSOE sanchista un brote de humanidad, la corrupción, ¡y con qué historias! Un prólogo digno de la mejor tradición de Marbella, el sensacional caso del Tito Berni y sus volquetes de putas, y ahora el estallido del caso Koldo que nos presenta a Ábalos como figura trágica.

Para mí la cosa está por encima de la presunción de inocencia: aquí lo único que presume es mi preferencia por Manuel Álvaro Ábalos, que además representa un acto de patriotismo porque no hay en el mundo nada más español que un hombre apedreado por la multitud por fiarse de un colega.

Foto: El exministro de Transportes y diputado del PSOE José Luis Ábalos. (Europa Press/Eduardo Parra) Opinión
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Marta García Aller

¡Eso es lo que ha pasado, y me juego el pie derecho! Como un aparatoso Falstaff socialista, don José Luis Ábalos Parera, con su facha basta y sus modales suaves, con esa voz tan de terciopelo cascado de sofá de whiskería, nos recuerda que la política y el cálculo fino hunden sus cimientos sobre el lodo de la humanidad.

Como toda historia, esta empieza con un viaje iniciático. Tras ganar a Susana Díaz y decapitar el partido, Sánchez colocó a su fiel Ábalos de ministro de Transportes y secretario de Organización del PSOE, de forma que pudiera atar en corto a los barones autonómicos, y para semejante viaje necesitaba Ábalos un escudero y conductor, y ahí apareció Santos Cerdán, que es otro hombre que te podrías encontrar volviendo a casa a las ocho de la mañana con la corbata en el bolsillo. Él le presentó a Koldo García y el exministro quedó impresionado.

En el currículo de Koldo había tres líneas clave que lo hacían el hombre de confianza perfecto para un ministro: era ducho lanzando hachas, había sido portero de un puticlub y además de proteger putas había protegido los avales de la candidatura de Sánchez en las primarias: papeles con los que llegó a dormir, ignoramos si abonando una cantidad de dinero, o por amor o a cambio de protección.

Sea como fuere, Koldo, que es de los que en la guerra te venden armas y luego se hacen contratistas para la reconstrucción, se ganó el respeto del politburó, empezó de chófer y terminó de asesor del ministerio y consejero de Renfe Mercancías. El alcalde de León, socialista, dice que el tipo amenazaba a todo el mundo, y es de suponer que en los largos viajes por las Españas Ábalos y él mantendrían una relación no solo profesional, sino esa clase de amistad varonil de manotazos en la espalda con los goles del Athletic. En esa amistad está la semilla de la catástrofe.

El lanzador de hachas no fue un buen amigo. Percibo en Ábalos esa tristeza del cornudo: a sus espaldas montó Koldo una empresa de nombre anodino para colocar mascarillas en todas las administraciones bajo la influencia de Ábalos, al que imagino que toreaba, y se embolsó un 20% de este producto inflacionado en tiempos de covid. Koldo se compró cuatro pisos con cargo a la cartilla de ahorros de su hija de 10 años. ¡Koldo realmente se creía muy listo! Pero solo engañó al pobre Juan Jacinto Ábalos.

Ahora todas las entrañas de la res salen, putrefactas, a la luz. Y el partido más cobarde y asqueroso de la tierra, el PSOE de Sánchez, el que indulta condenados y amnistía condenables, el que abarata la malversación, ¡se atreve a destruir públicamente a Pablo Ramón Ábalos! Pero el hijo del picador valenciano no se achanta. Se coloca delante del bicho negro de grandes cuernos y lo mira de frente, espada en mano, y se larga al grupo mixto derrochando literatura dramática.

¿De verdad no apreciáis la belleza humana en esta escena? ¡Un portero de puticlub termina siendo la mano derecha de un buen hombre, de un hombre valiente, y lo utiliza y lo engaña! ¡Y el inmenso prostíbulo monclovita, donde se paga con escaños, activa al grupo Prisa para emputecer al único humano tridimensional de toda la secuencia! Daría yo otros 50 millones de dinero público hurtado solo para que este serial nos devolviera, al menos, dos o tres temporadas más.

Y también un final digno: Ábalos, con su escaño clave en el grupo mixto, exigiéndole a Sánchez que lo incluya en la Ley de Amnistía. Ley que, por cierto, hoy depende un poquito más del único ser humano complejo que, con permiso del manchego, parecía haber en el PSOE. Un PSOE que no es para hombres, sino para replicantes.

Las historias escabrosas siempre se empiezan a contar por el final: con el muerto ahogado en la piscina y un misterio. Así lo de Ábalos y el PSOE, aunque ya le gustaría a Pedro Sánchez que el exministro flotara boca abajo. Estaba el muerto de pie, este martes por la tarde, en la misma sala de prensa del Congreso donde Sánchez abandonó el PSOE justo antes de su marcha sobre Ferraz. Marcha que por cierto hizo con Ábalos a su lado.

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