Es noticia
¿Y si la carta de Sánchez es una amenaza?
  1. Sociedad
  2. España is not Spain
Juan Soto Ivars

España is not Spain

Por

¿Y si la carta de Sánchez es una amenaza?

Durante meses, han señalado a jueces, oposición y medios críticos como grupos facciosos y enemigos de la democracia

Foto: Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. (Europa Press/Iñaki Berasaluce)
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno. (Europa Press/Iñaki Berasaluce)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Igual estoy loco o peco de conspiranoico, pero leyendo la carta de Pedro Sánchez he sentido primero pasmo, luego risa y finalmente una inquietante sensación de amenaza. Repito: puede que lo que voy a escribir no tenga el más mínimo sentido, pero quería dejarlo en negro sobre blanco.

Más allá del arrebato infantil y narcisista, más allá de la sintaxis pobre, más allá de las alocuciones sentimentales y el protagonismo desmedido que se permite la encarnación de una institución del Estado, en su carta y en las reacciones de los dirigentes del Partido Socialista leo una amenaza.

En poco más de mil palabras, Pedro Sánchez repite los términos “ultraderecha” y “ultraderechista” ocho veces, otras seis el término “derecha” y una vez más la etiqueta “ultraconservadora”. Se refiere con esto una vez a Manos limpias y el resto a la “galaxia digital ultraderechista”, es decir, “cabeceras ultraconservadoras” que más han informado sobre las sospechas en torno a la mujer del presidente. El Confidencial, por ejemplo.

Salió en tromba con la carta la camarilla estrecha del presidente: “No pasarán”, “se han cruzado todas las líneas rojas”, “no lo vamos a consentir”. Tres partículas repetidas que suenan a reprimenda. ¿Qué es lo que no van a consentir? Durante meses, han señalado a jueces, oposición y medios críticos como grupos facciosos y enemigos de la democracia. En la carta el presidente parece decantarse por la prensa.

Foto: Pedro Sánchez y Begoña Gómez en una imagen de archivo. (Gtres)

Son las mentiras de los medios de la ultraderecha los que han servido a un grupo ultraderechista para hacer lawfare, dice la carta. Él está humanamente destruido, así no se puede gobernar. Necesita cinco días para pensar: cinco días para radicalizar sus apoyos en forma de plebiscito y lanzar un órdago. ¿Cuál?

En el idioma pasivo-agresivo, el pico de victimismo suele ser la condición previa al golpe. No hay rastro de ética en su carta: si le preocupase que se investigue a familiares y allegados de los políticos, habría salido a denunciar el primer día las informaciones sobre el novio de Isabel Díaz Ayuso o las lonas con la cara de su hermano. No: lo que hace es preparar el terreno para un movimiento radical. ¿Y si anuncia el lunes un mecanismo legislativo que permita castigar a los medios “de ultraderecha” que “vierten bulos”?

En la campaña del último verano demostró Sánchez que le resulta muy odiosa la prensa crítica. Malas relaciones con los periódicos han tenido todos, cabezas de comunicadores han rodado por obra y gracia discreta de prácticamente todos los gobiernos democráticos, pero el salto adelante de Pedro Sánchez ha sido seguir la línea dialéctica inaugurada por Pablo Iglesias contra Ferreras.

Tengo la impresión de que se ha cebado el arcabuz para colocar a esa “galaxia digital ultraconservadora” contra la democracia. La actitud tuitera de Óscar Puente con periodistas y aquel informe con los supuestos insultos que se le dedican en columnas podría ser más bien un indicio que una astracanada. ¿Será la carta de Pedro Sánchez el paso previo al anuncio de algo como la “ley antibulos” que el CIS mencionó en forma de globo sonda en abril de 2020?

Foto: Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados este miércoles. (Europa Press/Jesús Hellín)

Sánchez llama “ultraderecha” lo que no le gusta de la misma forma que Nicolás Maduro, que ha aprobado una ley “contra el fascismo y el neofascismo” donde incluye en este parámetro vaporoso las ideas “liberales y conservadoras”. Lo mismo pasa con la palabra “bulo”: en el idioma gubernamental apunta a noticias falsas, pero también a noticias ciertas que disgustan en Moncloa.

Repito: escribo este artículo desde la intuición, por las sensaciones que me despierta la carta y el coro de ministros. Trato de encajar piezas del disparate que ha puesto a toda la prensa internacional a hablar de la “corrupción” de la mujer del presidente, así que puedo estar muy equivocado. Quizás el lunes dimita. Quizás haya algo más gordo en cuanto a corrupción que todo lo publicado, a punto de filtrarse. Quizás sea solo el arrebato de un narcisista. O quizás se vaya a presentar a Eurovisión.

Con Sánchez nunca se sabe. Pero, si está a punto de plantear un plebiscito, la impresión que me deja su carta es que va a ser contra la prensa crítica.

Igual estoy loco o peco de conspiranoico, pero leyendo la carta de Pedro Sánchez he sentido primero pasmo, luego risa y finalmente una inquietante sensación de amenaza. Repito: puede que lo que voy a escribir no tenga el más mínimo sentido, pero quería dejarlo en negro sobre blanco.

Pedro Sánchez
El redactor recomienda