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El cierre de Uber, o por qué una 'app' debe adaptarse a un país (y no al revés)
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Carlos Otto

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El cierre de Uber, o por qué una 'app' debe adaptarse a un país (y no al revés)

La aplicación Uber se ha visto acorralada por el auto que obliga a para sus operaciones y ha tenido que suspender temporalmente su servicio en España

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Se acabó (al menos, por ahora). La aplicación Uber se ha visto acorralada por el auto que obliga a parar sus operaciones y ha tenido que suspender temporalmente su servicio en España.

Quien piense que esta guerra ha terminado se equivoca, eso es evidente, ya que en Uber no se van a quedar quietos. Hace poco hicieron una ronda de financiación multimillonaria y todos sabemos que gran parte de ese dinero será dedicado única y exclusivamente a abogados. Sin embargo, el fin de una de estas primeras batallas parece un buen punto de partida para hacer algo de balance.

En este tiempo la lucha entre Uber, taxistas, usuarios, defensores y detractores ha sido de todo menos limpia. No hemos oído más que gritos, acusaciones, insultos, falacias ad nominem y, en general, un cruce de cuchillos. Y, en pleno descanso entre esta batalla y la siguiente, conviene que cada bando analice su estrategia y, sobre todo, diagnostique los errores cometidos.

¿Qué han hecho mal los taxistas?

En primer lugar, los taxistas. Aquí voy a mojarme: en mi opinión (repito, en mi opinión), el sistema de gestión del transporte en taxi en España es, simple y llanamente, absurdo. Licencias de más de 100.000 euros (mínimo), sólo para empezar a operar, venta de licencias con un sistema (como poco) dudoso, realquiler del vehículo a otros conductores, subcontratación, sobreutilización del vehículo con el consecuente perjuicio... Una serie de condiciones que perjudican a todos: a los usuarios, porque pagan un precio elevado por un servicio que no parece valer tanto; y a los taxistas, porque se gastan un dineral en un empleo que no es ningún negociazo, precisamente (y quien piense que sí lo es, vive en otro mundo).

¿Quién es el guapo que se atreve a intentar modificar ahora una sola coma del funcionamiento del sector del taxi?

Pero claro, ¿quién es el guapo que se atreve a intentar modificar una sola coma del funcionamiento del sector del taxi? Zapatero hizo un pequeño amago en su momento, pero se echó atrás viendo la que se le venía encima. Y es que otra cosa no tendrán los taxistas, pero su sistema de movilización es mejor que ningún otro: si se ponen en huelga te paralizan una ciudad entera, como ya pasó este 2014 en Madrid y Barcelona.

En este tiempo, los taxistas (no todos, evidentemente), han sido muy corporativistas. Quizá demasiado. De todos los argumentos esgrimidos por el taxista medio, prácticamente sólo uno les da la razón: la ley está de su parte.

Por lo demás, algunos razonamientos han rozado el absurdo agarrándose a un clavo ardiendo con tal de no perder cuota de mercado: elaboraciones argumentales como que Uber “tiene dinero de Google” (como si eso significase algo), que algún conductor de Uber ha tenido antecedentes (como si no hubiese taxistas que den más miedo), o que un conductor de Uber en Nueva Delhi ha violado a una clienta (como si la violencia sexual en Nueva Delhi, por desgracia, fuese algo aislado).

Amigos taxistas, ¿de verdad queréis jugar a los argumentos ad nominem? Como ya hemos dicho alguna vez, no es un terreno que os beneficie precisamente. Si salimos a la calle y preguntamos al ciudadano medio qué opina de los taxistas, ¿qué creéis que nos dirá? ¿Y si le preguntamos si alguna vez se ha sentido timado por un taxista? Seguro que ya os imagináis la respuesta. Merecida o inmerecidamente, os habéis convertido en uno de los mayores sacos de hostias de España, con lo que no os conviene jugar a los argumentos ad nominem. Porque lleváis las de perder.

¿Qué han hecho mal los defensores del taxi?

En segundo lugar, los defensores acérrimos de los taxistas. Sí, oiga, es evidente que la ley está de parte de los taxistas, pero tampoco tenemos que olvidar a un elemento clave de este debate: el usuario. Porque no podemos cargarnos un sector de la noche a la mañana, pero, ¿de verdad es bueno cerrarle las puertas de par en par a aplicaciones como Uber?

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Juez ordena el cese de actividades en españa de uber por competencia desleal

Si los usuarios reclaman la existencia de este tipo de apps, ¿no tendrán algo de razón? O, al menos, ¿no habrá que sentar las bases para un debate? Si el sector del taxi está ahora amenazado por empresas como Uber es, precisamente, por su cerrazón histórica. Esta experiencia debería estar sirviéndoles de lección.

¿Qué han hecho mal los defensores de Uber?

En tercer lugar, los defensores acérrimos de Uber. Estos días no salgo de mi asombro cuando me doy una vuelta por Twitter y veo cosas como que Uber ha sido cerrado por “las presiones del lobby de los taxistas”. ¿El lobby de los taxistas? ¿En serio? ¿A estas alturas vamos a intentar hacer ver que el sector del taxi es una especie de grupo de presión con grandes influencias en las altas esferas políticas y económicas?

¿A estas alturas vamos a intentar hacer ver que el sector del taxi es una especie de grupo de presión?

Hablar del lobby del taxi es simple y llanamente absurdo. Lo único que el sector del taxi hace mejor que nadie, como dijimos antes, es movilizarse. Pero deducir de ahí que un colectivo como la Asociación Madrileña del Taxi (la que ha conseguido el cierre de Uber), tiene el más mínimo poder de influencia es vivir en otro mundo.

Seamos serios: en una guerra Uber vs. taxistas, ¿de verdad que el débil es Uber?

Además, seamos reflexivos: ¿no estaremos defendiendo a Uber única y exclusivamente porque es una aplicación móvil y todos somos unos enamorados de internet y de todo aquello que podamos manejar de manera novedosa? ¿No estaremos defendiendo a Uber porque, como dijimos antes, nos encanta darles de hostias (merecidas o no) a los taxistas? Y, en definitiva, ¿no estaremos marcándonos un discurso filosófico cuando en realidad si nos gusta Uber es porque es más barato y ya está?

¿Qué ha hecho mal Uber?

En cuarto y último lugar, la propia Uber. Seguramente el elemento más inteligente de todos, pese a su temporal derrota. Pese a que muchos defensores de Uber asistan desolados al cierre de la app en España, me cuesta creer que el escenario sorprenda a la compañía, ya que está acostumbra a este tipo de batallas en todos los países que pisa. A Uber le han sorprendido las formas del juez, que ha dado cerrojazo a su web con algunos argumentos legales y otros más rancietes que otra cosa, la verdad. Pero dudo mucho que le sorprenda el cierre.

Podríamos decir que Uber ha cometido el error de pretender operar en España antes de ser legal, pero me parece evidente que su estrategia estaba más que medida en todos los países. Si Uber hubiese intentado cambiar la ley antes de llegar a España, se habría comido los mocos. No hay que saber mucho de internet y de negocios para comprender que, si quieres irrumpir en un sitio y ganar cuota en un sector cerrado, lo mejor que puedes hacer es aparecer de manera virulenta y conseguir usuarios cuanto antes.

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Cientos de taxistas se manifiestan en madrid contra el intrusismo

Y en eso se ha centrado Uber, básicamente, en conseguir y fidelizar usuarios como sea (que vaya cable le hemos acabado echando también los medios, por cierto). Porque cualquier juez sabe que si un porcentaje significativo de la población consume un servicio, tú no puedes ilegalizar ese servicio de la noche a la mañana. Eso Uber lo sabe mejor que nadie y por eso no han gastado energías en debates públicos, sino en conseguir y fidelizar usuarios. Ya que serían precisamente esos usuarios los que les defenderían en redes sociales (como así ha pasado).

Uber se empeña en seguir lanzando el mensaje de la economía colaborativa, pero me temo que no cuela. Defender que Uber es economía colaborativa es, literalmente, una broma. Otra cosa es que un servicio como Uber pueda ser bueno y acabe ayudando a oxigenar el sector del transporte con conductor, pero lo de la economía colaborativa no hay por dónde cogerlo. Un conductor no recurre a Uber para ahorrar costes, sino para ganar dinero. Y eso es lícito, pero conlleva unos costes legales.

¿Y ahora qué?

En cualquier caso sigo pensando que, aunque Uber y sus defensores vendan este cierre como una derrota, en absoluto lo es. Y si los taxistas se creen que han ganado la guerra, más les vale espabilar. De entrada, Uber ya ha conseguido establecer un debate social que no para de crecer y que antes o después va a llegar al ámbito político. Tardará más o menos, pero llegará. Y cuando llegue, recordamos quién va a tener más dinero para abogados, ¿verdad?

No tengo ninguna duda de que el sector del taxi se irá liberalizando progresivamente. O, al menos, acabará compitiendo con más empresas de las que le gustaría. No obstante, por el momento Uber ha aprendido una lección de todo esto: una aplicación debe adaptarse a un país, nunca al revés.

Se acabó (al menos, por ahora). La aplicación Uber se ha visto acorralada por el auto que obliga a parar sus operaciones y ha tenido que suspender temporalmente su servicio en España.

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