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¿Por qué llamamos emprendedores a parásitos que viven de lo público?
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Carlos Otto

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¿Por qué llamamos emprendedores a parásitos que viven de lo público?

Una minoría de empresarios españoles vive del amiguismo y los enchufes, pero son los que menos representan lo que debería ser el ideal emprendedor

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Lo reconozco,me pongo de mala uva cada vez que alguien usa la palabra emprendedor para referirse a tipos como Arturo Fernández, Juan Rosell, Díaz Ferrán y demás calaña.

Me cabreo no sólo porque en estos casos la palabra emprendedor sea un mero eufemismo para omitir lo que de verdad son, sino también porque creo que este tipo de personas representan justo lo opuesto a los valores que debería tener un emprendedor.

Vale que, entendamos lo que entendamos, esa palabra ya empieza a ser un poco cansina. Pero por norma general, un emprendedor lucha, se esfuerza, saca adelante un proyecto desde cero ysobrevive a sus competidores. Yninguna de estas personas ha hecho nada de eso.

Arturo Fernández, Rosell y Díaz Ferrán son sólo tres ejemplos exagerados.Hay más. Nuestro país cuenta con una lista de empresariosque van dando lecciones de economía y productividad cuando su propia trayectoria profesional se ha caracterizado justo por lo contrario: por el amiguismo, los enchufes, los tráficos de influencias y, básicamente, por hacer uso de su imagen pública para agenciarse contratos públicos. Vale que en realidad son pocos, pero por desgracia consiguen mucha visibilidad.

Critican lo públicomientras se llenan los bolsillos

Así es el liberalismo que nos ha tocado vivir en España. La inmensa mayoría del tejido empresarial de nuestro país son esforzadísimos empresarios que trabajan como cosacos y se rompen los cuernos para sacar adelante su negocio. Pero los que vemos en la tele yacaparan los puestos de representaciónno pasan de ser meros sátrapas que, aprovechándose de su situación, acaban llevándose la mejor parte de la tarta. Y no por su inteligencia y capacidad para los negocios, precisamente.

Eso sí, son los que más lecciones dan. Los que dicen que tenemos que luchar, que hay que apretarse el cinturón, que para salir de la crisis hay que trabajar más y cobrar menos, que el trabajo no nos va a llegar sentados en el sofá, que tenemos que aprender la cultura del esfuerzo...

Tampoco tienen ningún problema en cargar contra lo público: que si lo público no funciona, que si es un lastre, que si perjudica la competencia... Eso sí, luego observas sus empresas y, ¡sorpresa! Resulta que casi el 100% de su negocio se basa en contratos públicos.

¿Cuánto durarían en un capitalismo de verdad?

Son los que practican lo que yo llamo el capitalismo de chichinabo. Porque, señores, lo que ustedes hacen se parece tanto al capitalismo como un pulpo a una mosca guineana. ¿Se imaginan a estos señores en un capitalismo de verdad? Un capitalismo en el que primase la competencia, en el que tengas que ofrecer tu mejor servicio a tu cliente, en el que el consumidor pueda mandarte a tomar viento en cuanto quiera, en el que cualquier empresa, por pequeña que sea, pueda llevarse por delante a la tuya si lo hace mejor... ¿Cuánto creen que durarían estos personajes en un sistema verdaderamente capitalista? Yo tengo mi apuesta: tres tardes. Ni una más.

Cada día tengo menos dudas: cualquier tipo con una frutería sabe más de competencia y libre mercado que estos parásitos.

Lo reconozco,me pongo de mala uva cada vez que alguien usa la palabra emprendedor para referirse a tipos como Arturo Fernández, Juan Rosell, Díaz Ferrán y demás calaña.

Juan Rosell Gerardo Díaz Ferrán