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Me ha dicho Elon Musk que los coches voladores son un timo
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Jesús Díaz

Hasta los diodos

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Me ha dicho Elon Musk que los coches voladores son un timo

Elon Musk dice de coña que está pensando en hacer Teslas que floten, pero la realidad es que los coches voladores no tienen ningún sentido los mires por donde los mires

Foto: Elon Musk, recién llegado de Ganímedes. (Reuters)
Elon Musk, recién llegado de Ganímedes. (Reuters)

El otro día me tragué de madrugada las casi cuatro horas de entrevista que le hicieron a Elon Musk en un podcast. Esta vez Musk no se fumó un porro, pero se pimpló varios güiscazos mientras le daba a la lengua cosa mala. Yo me metí un par de Hudsons con coscorro de hielo para acompañar.

Tirado en el sofá, escuchaba cómo el trilero interplanetario lanzaba predicciones como quien tira petardos en carnaval. Algunas molaban cantidubi, como que en dos años tendremos puente aéreo en cohete a que los orgasmos serán 100 veces mejores con su chip Neuralink. Si es verdad, se va a hinchar a vender, pensé. También contó una coña sobre hacer un Tesla que flotara a un metro y pico del suelo.

Foto: Elon Musk, fundador de Tesla y SpaceX. (Reuters)

En eso estaba yo — entre tontuna de Musk y sorbo de güisqui para el menda lerenda — cuando de repente el tío apareció en el salón de mi casa. Se materializó así, en el aire, en plan holograma de Star Trek, con el sonido de inicio de Windows 95. Vestía una túnica de Rappel pero más molongui. Y en vez de llevar ensaimadas como la Princesa Leia, llevaba unos Apple AirPods Max. En una mano sujetaba la bola de cristal de Alaska. En la otra, un incensario lleno de maría y pachuli. Tenía un aura de pantocrator. Pantocrator a lo Carlos Jesús, el de "bendito seai, en el nombre de Yavé" y tal. Musk venía de Ganímedes o de picos pardos, todavía no lo sé con seguridad.

placeholder Elon Musk y su botafumeiro.
Elon Musk y su botafumeiro.

— ¡Hostias, Elon Musk! — exclamé yo, incorporándome de golpe y echándome un chorrón de bourbon por encima.

— Jezú, peazo de maganto. He venío a contarte tre' predizione' — anunció. Lo dijo en inglés con acento malagueño, pero os pongo los subtítulos para que nos entendamos todos.

Yo estaba alucinando en colorines. Aquello debía ser una reacción del bourbon con Cola-Cao y galletas que me había tomado para cenar. Ya me lo advirtió el médico de la Seguridad Social: no mezcles las Chiquilín con el güisqui. Es peor que mezclar las magdalenas con el Redoxón.

Musk se sentó a mi vera y, cruzando las piernas como una cupletista, empezó a contarme las tres predicciones. La primera fue que si no dejaba la Cola-Cao por las noches, no pasaría de los 52. No sé qué de los grumos, me explicó. Los de la sangre, no del Cola-Cao, se entiende. Que no me iba a salir nada de rentable, como dice El Langui. Pero eso también me lo habían dicho en la Seguridad Social.

Después me contó que Jon Nieve se cargaba a Daenerys en el penúltimo episodio de Juego de Tronos. El cabrón sabía que no me la había terminado y me quiso reventar el final por haberle metido caña hace unas semanas. Para joder, se entiende. Lo que no sabía este Aramís Fuster es que ya me lo había leído en la Wikipedia.

— Vale, Elon, gracias por venir — le dije ya un poco hasta los diodos del humo y el inglés malagueño.

— Ezpera, copón. Que me queda lo mejó — me respondió con esa sonrisa que pone del psicópata del Silencio de los Corderos. Entonces se puso muy serio y me dijo: "lo' coches volaore nunca llegarán a ná". Son una memez, como el monorail de los Simpsons.

placeholder Muy bonitos en Blade Runner, pero nada prácticos.
Muy bonitos en Blade Runner, pero nada prácticos.

¿Para qué queremos coches voladores? ¿De qué nos sirve volar en una sociedad que va escopeteada hacia la telepresencia de alta fidelidad? Si solo dentro de un par de años tendremos las Apple Glass, que tendrán como aplicación estrella un FaceTime de realidad aumentada, ¿para qué narices te quieres meter en un coche volador? ¿Dónde vas a ir volando? ¿A la oficina? ¿A la estación? ¿Al aeropuerto? ¿Va a haber medio millón de coches volando por encima de la Gran Vía y el Pirulí? El coche volador es un sinsentido, hombre de dios. Musk se estaba calentando.

Lo que deberíamos hacer es desplazarnos exclusivamente para lo estrictamente necesario. Por placer. O el sufrimiento de sentir la arena de playa en el bañador. Lo que más rabia te dé. Para eso no hace falta coche volador: hay formas de transporte infinitamente más eficientes.

Para lo que hacemos la mayoría del tiempo — para trabajar — tendremos la realidad aumentada. Imagina poder reunirte en cualquier parte del mundo instantáneamente, materializarte como un holograma indistinguible de la realidad para compartir un espacio común sin tener que perder el tiempo desplazándote. Poder quedarte en casa y usar todo el tiempo ahorrado del atasco para tomarte unas cañas y unas navajas plancha en el bar de Paco. Igual que él lo estaba haciendo en mi salón, con su botafumeiro virtual y todo. Aunque esto debía ser realidad aumentada 3.0 porque el salón ya olía entre café holandés y puticlub de Ciudad Real.

¿Tenía Darth Vader que agarrar las llaves de su TIE Advance y pillar la hiperautopista de circunvalación cada vez que quería reunirse con los fontaneros que le estaban alicatando el baño de su piso en la Estrella de la Muerte? Pues no. Ni siquiera para romperles el cuello. Hasta eso lo hacía a distancia.

Es absurdo malgastar tiempo, energía y los recursos del planeta en esta tontería. Y sí, habrá drones para enviar objetos físicos, bienes de consumo, cosas que necesitan ser tangibles. A cascoporro. Pero las personas no necesitarán desplazarse para compartir un espacio y trabajar como si estuvieran en el mismo sitio gracias a la tecnología que Apple, Facebook y Microsoft están desarrollando en estos momentos. Y no veas la de problemas por acoso sexual que se van a evitar las empresas.

Los coches voladores serán una chorrada para millonarios, como los helicópteros, pero de cuatro aspas.

— He dicho — sentenció, mientras se levantaba del sofá.

— Oye, Musk, espera, majete, ya que te tengo aquí. ¿Qué me dices de los de Ferrovial y su aeropuerto de taxis voladores que quiere hacer metiendo el cazo en el fondo de recuperación Covid? — le pregunté.

— ¿Ezo'? Ezo' tienen la cara de hormigón armao, como todo su' puente, por la gloria de mi madre. Jaaaaaarl.

De repente, Musk se había transformado en Chiquito de la Calzada. Y con eso, desapareció.

El otro día me tragué de madrugada las casi cuatro horas de entrevista que le hicieron a Elon Musk en un podcast. Esta vez Musk no se fumó un porro, pero se pimpló varios güiscazos mientras le daba a la lengua cosa mala. Yo me metí un par de Hudsons con coscorro de hielo para acompañar.

Elon Musk Chiquito de la Calzada
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