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Star Wars contra Star Trek: el eterno debate contestado por la tecnología
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Pepe Cervera

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Star Wars contra Star Trek: el eterno debate contestado por la tecnología

Dos sagas irrepetibles. Los sistemas políticos y sociales de ambos universos son diferentes, por lo que también lo son sus tecnologías. Y es obvio que ambas cosas están muy relacionadas

Foto: (Montaje fotográfico: Enrique Villarino)
(Montaje fotográfico: Enrique Villarino)

Si hay dos sagas de ciencia ficción que han conseguido implantarse en la cultura popular son Star Wars y Star Trek, ambas de nuevo de actualidad. El inmediato lanzamiento de una nueva entrega de Star Wars y el anuncio de que se prepara una nueva serie del universo Star Trek vuelven a recordarnos estas dos visiones del futuro tan diferentes y reavivan la eterna lucha entre partidarios de una o de otra saga. Porque se trata de dos planteamientos incompatibles, y muy distintos; y no sólo desde el punto de vista tecnológico, aunque éste sea el que vamos a tratar aquí. Porque si los sistemas políticos y sociales de ambos universos son diferentes, también lo son sus tecnologías; y es obvio que ambas cosas están relacionadas.

Desde muchos puntos de vista, la política y la sociología determinan la tecnología que llega a existir. Pero al mismo tiempo la tecnología disponible limita e incluso a veces predetermina qué políticas son posibles o qué caminos toma una sociedad en un complejo baile de interacción y mutua susceptibilidad. Por eso es interesante analizar la tecnología que vemos en estas dos grandes series de ciencia ficción desde múltiples puntos de vista. Porque la tecnología, la política, la sociología y la historia están relacionadas.

'Star Wars' es una versión extendida del presente sin grandes novedades tecnológicas, mientras que el de 'Star Trek' es un futuro estimulante

A primera vista salta una gran diferencia entre ambas: el universo de Star Wars es prácticamente medieval en muchos aspectos si lo comparamos con el intensamente tecno futuro de Star Trek. La galaxia dominada por el Imperio recuerda en muchos aspectos al Oeste estadounidense en sus mundos de frontera, en los que conviven detalles de alta tecnología aquí y allá con una existencia pedestre, casi de subsistencia.

Como contraste, Star Trek es un mundo hipertecnológico, si bien es cierto que la mayoría de las series y películas están ambientadas en naves espaciales, por necesidad un ámbito en el que la tecnología es clave para la supervivencia. En la única serie que escoge como local una estación espacial -Deep Space Nine (DS9, Espacio Profundo Nueve)- el ambiente es mucho más fronterizo, y no por casualidad: en ella también aparecen especies alienígenas que no pertenecen a la Federación y por tanto no tienen acceso a algunos de sus principales avances tecnológicos. Más allá de esta distinción inicial existen otros factores que diferencian a ambos universos tecnológicos, que agruparemos por mor del análisis en varios aspectos distintos.

Coherencia: un sistema

El sistema de viaje a velocidades superlumínicas del universo Star Trek no sólo es hipotéticamente posible (aunque imposible de construir en la práctica), sino que es coherente con otros componentes tecnológicos como los Escudos que protegen sus naves, los Haces Tractores y los Dispositivos de Ocultación; incluso encajan con el funcionamiento de la Holocubierta. El Teletransportador es coherente con el Replicador, los fásers de mano funcionan igual que los de las naves, etc.

'Star Trek' ha tenido un impacto real en el mundo de la tecnología, puesto que muchos de nuestros dispositivos han sido inspirados por ella

En el universo de Star Wars, sin embargo, hay un disperso e incoherente batiburrillo de tecnologías disjuntas. Por ejemplo hay Haces Tractores, Sistemas de Levitación y Deflectores, pero no dispositivos de ocultación ni indicaciones de que los sistemas de propulsión a velocidad superior a la de la luz funcionen por el mismo procedimiento. Los sables láser de los Jedi y los Sith precisan disponer de ingentes capacidades energéticas en un volumen muy pequeño (supuestamente duran siglos), pero no hay ninguna aplicación de este tipo de almacén de potencia en el resto de las máquinas, y la creación de los Sables de Luz es un arte místico que depende de la Fuerza, no de la habilidad técnica.

La capacidad de construir algo tan complejo como la Estrella de la Muerte o un Destructor Estelar es impresionante, pero en su funcionamiento interno las naves del Imperio se parecen a buques de combate de la Segunda Guerra Mundial, con cientos de miles de soldados, asistentes, técnicos, artilleros y personal en general atendiendo a las necesidades del vehículo. En ese mundo existen robots altamente capaces, con la posibilidad de tomar decisiones complejas y de dominar lenguajes humanos o manipular a otras máquinas, pero los ordenadores brillan por su ausencia en la vida diaria o en el interior de las naves, y aún hacen falta millares de seres humanos para tripularlas. La cabina del Halcón Milenario, por no citar sus armas, parece más un avión de pasajeros de los años 50 que el producto de una ingeniería capaz de llegar a las estrellas. Esta mezcla de diferentes etapas de desarrollo tecnológico puede ser realista (sucede, especialmente en las zonas fronterizas de una civilización), pero provoca extrañas contradicciones y olvidos que dañan la narrativa y perjudican la credibilidad.

Economía y política: quién decide

Como hemos comentado al principio, los sistemas políticos y económicos son determinantes a la hora de decidir qué tecnología se construye en la práctica y cuál no, ya que las decisiones no dependen sólo de la ciencia disponible, sino de la asignación de recursos. El propio dinero, o sistemas de asignación de prioridad en los recursos equivalentes, son tecnologías, por lo que es relevante analizar los marcos políticos y económicos de ambos futuros.

'Star Wars' es prácticamente medieval en muchos aspectos si lo comparamos con el intensamente 'tecno' futuro de 'Star Trek'

La diferencia no puede ser mayor: mientras que el universo de Star Wars es uno en el que se han perpetuado las diferencias económicas y de clase en el que existen pobres, esclavos, malhechores, ricos y una amplia aristocracia, el de Star Trek es una economía de la abundancia igualitaria en la que a nadie le falta de nada (dentro, al menos, de la Federación). De hecho el dinero no existe: la única moneda en el sentido de intercambio de valor es el Latinio favorito de los Ferengi, una de las especies menos simpáticas en el cosmos trekkie, y no parece casualidad que la sustancia resulte ser tóxica. Star Trek es un sistema político drásticamente meritocrático en el que, en principio, cualquiera puede alcanzar los más altos puestos si es lo bastante competente, y en el que lo importante es la reputación conseguida a base de destacar en la profesión elegida.

En Star Wars, sin embargo, el destino de la galaxia depende en apariencia de los miembros de una única familia, mientras que por debajo subyace una lucha sin cuartel entre dos órdenes semimísticas y casi secretas de caballeros que no responden ante nadie más que sí mismos. El dinero sigue existiendo, y en forma de efectivo, ya que hay una floreciente economía sumergida y delincuente con contrabandistas, salteadores, barrios bajos, etc. Se trata de un sistema extremadamente aristocrático en el que el nacimiento (con o sin midiclorianos) o la pertenencia a una u otra dinastía determina su destino, y tu importancia en el orden natural de las cosas. A no ser que la nueva entrega matice la situación Star Wars hace que las intrigas palaciegas de la dinastía Julio-Claudia en Roma parezcan un dechado de democracia en acción.

Atractivo: dónde vivir

De estas realidades se deriva el que ambos futuros sean muy diferentes en términos de atractivo; de en cuál de ellos le gustaría a uno pasar su vida, dado que las perspectivas son muy distintas. Por poner un ejemplo la Flota Estelar de Star Trek no es una fuerza militar, sino de exploración; a pesar de conservar grados navales (almirante, capitán, etc) éstos son más equivalentes a los de la policía o los bomberos que a los de un ejército, y la estructura es más similar a la de una especie de servicio de guardacostas que a una organización bélica. La Federación, por tanto, carece de ejército propiamente dicho, aunque sea capaz de defenderse si surge la necesidad usando la Flota Estelar.

Por contra, el Imperio Galáctico de Star Wars dispone de un ejército permanente con presencia en toda la galaxia que lleva a cabo operaciones militares como asaltos, combate entre naves, conquista (o incluso destrucción) de planetas e incluso acciones de mantenimiento de la paz. De hecho el universo de Star Wars es la historia de una guerra civil entre dos facciones, una despótica tiranía con un ejército superdesarrolado y una alianza rebelde con base industrial propia, pero con mucha menos capacidad militar. Combinando las perspectivas de ambos futuros queda claro que uno es mucho más interesante en el sentido de la apócrifa maldición china, pero el otro es más atractivo para vivir allí.

Fertilidad: la inspiración del presente

Quizá debido a todo esto, o tal vez por su creatividad y coherencia, lo cierto es que muchas de las tecnologías que aparecieron por primera vez en Star Trek han acabado haciéndose reales. Esta serie ha tenido un impacto real en el mundo de la tecnología de verdad, puesto que consciente o inconscientemente muchos de nuestros dispositivos han sido inspirados por su aparición (o popularización) en Star Trek.

'Star Trek' puede convertirse en una profecía autocumplida, mientras que 'Star Wars' será el futuro oscuro que intentamos evitar

Los comunicadores son nuestros móviles; los PADD o pizarras son indistinguibles de nuestras tabletas. Existen dispositivos médicos que llevan a cabo las funciones de un tricorder o reemplazan a un hipospray. Tenemos Traductores Universales, aunque aún no sean perfectos, y Siri encaja con el ordenador de a bordo de todas las versiones de la Enterprise; también se han desarrollado Haces Tractores (en miniatura por el momento). Incluso se trabaja en la construcción de Dispositivos de Ocultación usando metamateriales. Hasta los interfaces de ordenador de Star Trek, sobre todo el LCARS de La Nueva Generación, han influido en nuestras pantallas táctiles y en el diseño de numerosas páginas de Internet. Star Wars, por otra parte, ha inspirado poco más que juguetes. La mayor parte de las tecnologías que aparecen son o bien versiones extendidas de productos ya existentes (miembros biónicos, sistemas de energía solar, robots, hologramas, láseres, clones, etc). No hay cambios verdaderamente revolucionarios en la galaxia en guerra de Star Wars; sólo más de lo mismo.

De modo que en su mayor parte Star Wars es una versión extendida del presente con algunas tendencias neomedievales como el clasismo, la desigualdad social y el misticismo, y sin grandes novedades tecnológicas. En cambio el de Star Trek es un futuro estimulante por sus diferencias y mejoras con respecto a la sociedad actual, y con una tecnología coherente y sólida; tanto, que sus profecías acaban por convertirse en realidad determinando el presente. Es posible que de este modo Star Trek acabe por convertirse en una profecía autocumplida, mientras que en el mejor de los casos Star Wars será el futuro oscuro que estaremos intentando evitar.

Si hay dos sagas de ciencia ficción que han conseguido implantarse en la cultura popular son Star Wars y Star Trek, ambas de nuevo de actualidad. El inmediato lanzamiento de una nueva entrega de Star Wars y el anuncio de que se prepara una nueva serie del universo Star Trek vuelven a recordarnos estas dos visiones del futuro tan diferentes y reavivan la eterna lucha entre partidarios de una o de otra saga. Porque se trata de dos planteamientos incompatibles, y muy distintos; y no sólo desde el punto de vista tecnológico, aunque éste sea el que vamos a tratar aquí. Porque si los sistemas políticos y sociales de ambos universos son diferentes, también lo son sus tecnologías; y es obvio que ambas cosas están relacionadas.

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