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Un país libre de hepatitis C
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Un país libre de hepatitis C

El hepatólogo reflexiona sobre los retos que tiene España por delante para lograr un hito que está a nuestro alcance: eliminar para siempre la enfermedad

Foto: Foto: iStock.
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Hace unos días, una comunidad autónoma, La Rioja, lograba ser la primera en España en eliminar la hepatitis C. Meses antes, una cárcel española, el penal de El Dueso, en Cantabria, conseguía también ser la primera cárcel en el mundo sin hepatitis C. Son hitos que nos parecían absolutamente impensables hace unos años, como también nos parecía impensable que el porcentaje de personas coinfectadas por el virus del SIDA y la hepatitis C se haya reducido un 65% en dos años, situándose hoy por debajo del 8%.

Parecía imposible y sin embargo se ha logrado. En primer lugar porque en España, desde junio de 2017, todas las personas con hepatitis C tienen derecho a recibir un tratamiento que proporciona la curación de la infección, con independencia de la gravedad de su enfermedad, pero también porque se han aplicado, especialmente en el caso de esa prisión y del colectivo de hombres que tienen sexo con hombres (HSH), estrategias específicas de eliminación, que incluyen, además del tratamiento, políticas de cribado y prevención que han resultado exitosas. Parecía imposible, pero ha sido posible.

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Conseguir que toda España sea un país libre de hepatitis C es también posible. Y es además un desafío que tenemos al alcance de la mano. Un reto fascinante que nos convertiría en el primer gran país del mundo en conseguir la eliminación de una infección viral crónica para la que no existe vacuna, y hacerlo además en un tiempo récord. Los cimientos para levantar el edificio ya están puestos, y también las primeras plantas, pero nos queda un poco hasta el tejado.

Como decía antes, desde hace algo más de un año, todos los pacientes con hepatitis C pueden acceder al tratamiento antiviral que cura la infección. Esto con ser importante no es suficiente. Para alcanzar la eliminación es preciso acompañar el tratamiento de las personas diagnosticadas con políticas activas de cribado que permitan sacar a la luz a los pacientes que desconocen que padecen la enfermedad. El número de estos pacientes puede alcanzar los 50.000 y, además de estar en riesgo de evolucionar a las fases más graves de la enfermedad, pueden contagiar la infección a otras personas. Si comparamos los casos ya tratados y curados en apenas tres años (más de 110.000) con lo que quedan por tratar, nos daremos cuenta de la viabilidad de la eliminación de la enfermedad. Si además añadimos que muchos de estos casos ocultos se concentran en poblaciones específicas, resulta aún más evidente que el objetivo no es ninguna utopía.

Si comparamos los casos curados en tres años con los que quedan por tratar, nos daremos cuenta de lo viable que es eliminar la enfermedad

No se trata en todo caso de hacer historia por hacer historia. La cuestión aquí es que la hepatitis C es un importante problema de salud pública en España, de cuya eliminación se obtendrían enormes réditos para la propia sostenibilidad del sistema sanitario. Aún hoy, la hepatitis C es la primera causa de muerte por enfermedad infecciosa en nuestro país, y duplica la mortalidad originada por el virus del SIDA. Todavía hoy es también una causa fundamental de cirrosis, enfermedad hepática terminal y cáncer de hígado, pero los frutos tanto en la disminución de los ingresos hospitalarios por enfermedad hepática descompensada, como en la del número de pacientes en lista de trasplante hepático empiezan ya a recogerse.

La oportunidad de hacer historia con la hepatitis C es, por tanto y al mismo tiempo la oportunidad de eliminar un grave problema de salud pública. Como en el momento de la incorporación de los nuevos tratamientos que curan la enfermedad en tasas superiores al 95%, las dudas que se suscitan se refieren ahora a la sostenibilidad y prioridad de esas nuevas políticas de cribado y microeliminación que en mi opinión se necesitan y, como entonces, los estudios de coste-efectividad vuelven a aconsejarlas.

Hoy sabemos que la prevalencia estimada de infección activa en nuestro país es inferior al 0,5%. Con esa cifra, España puede y debe eliminar la hepatitis C como problema de salud pública en un periodo de tiempo relativamente corto. Hemos hecho lo más difícil. Culminemos la tarea.

*Javier García-Samaniego Rey es jefe de sección de Hepatología del Hospital Universitario La Paz y coordinador de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE).

Hace unos días, una comunidad autónoma, La Rioja, lograba ser la primera en España en eliminar la hepatitis C. Meses antes, una cárcel española, el penal de El Dueso, en Cantabria, conseguía también ser la primera cárcel en el mundo sin hepatitis C. Son hitos que nos parecían absolutamente impensables hace unos años, como también nos parecía impensable que el porcentaje de personas coinfectadas por el virus del SIDA y la hepatitis C se haya reducido un 65% en dos años, situándose hoy por debajo del 8%.

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