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¿Será China el último imperio? Cómo la tecnología puede acabar con la civilización

El crecimiento constante de los aparatos que permiten la interacción entre un ordenador y un cerebro, o BCI (Brain Computer Interface) puede llevar a China a dominar el planeta

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Los aparatos que permiten la interacción entre un ordenador y un cerebro, o BCI (Brain Computer Interface), se han desarrollado hasta la fecha para resolver problemas médicos relacionados con las funciones cognitivas y motoras del ser humano. Sin embargo, los BCI pueden tener otras aplicaciones incluso más relevantes, como afirma sin tapujos Elon Musk y como, sospecho, piensan también gigantes tecnológicos como Facebook, que ya están invirtiendo en esta tecnología.

Cerebros humanos y ordenadores han experimentado desarrollos muy diferentes hasta la fecha. Mientras que los primeros son el resultado de una evolución de millones de años, los segundos apenas cumplen unas decenas y, sin embargo, son ya 10 millones de veces más rápidos que la materia gris humana. Aunque ésta, por su parte, sigue ganando de momento la batalla de la creatividad porque todavía tiene más capacidad para pensar 'fuera de la caja'.

Además, y paradójicamente, durante su evolución, el cerebro humano se ha ido agrandando paulatinamente, mientras que los procesadores han ido reduciendo su tamaño al mismo tiempo que aumentaban exponencialmente su potencia.

Sin embargo, a partir del momento en el que, como muchos pensamos, las tecnologías BCIs cambien significativamente la conexión física del cerebro humano con su entorno, tanto el modelo evolutivo como la velocidad de evolución del cerebro podrían cambiar radicalmente. Tal vez empezando a asemejarse a la de los soportes físicos de las distintas inteligencias artificiales que los humanos hemos creado.

Cambios evolutivos

En este sentido, si, como los científicos señalan, la evolución hasta el presente de nuestro cerebro se ha relacionado principalmente con la expansión de nuestras habilidades de comunicación, ¿cómo evolucionaría nuestro órgano más importante si hubiera cambios significativos en el ancho de banda y otras características físicas de los canales que los humanos utilizamos para comunicarnos con nuestro entorno, tanto entre nosotros como con inteligencias artificiales de distinto tipo?

Dichos canales son a día de hoy nuestros sentidos (principalmente vista y oído, pero también tacto, olfato y gusto) y los sistemas de codificación y transmisión de información que utilizamos, fundamentalmente el lenguaje humano en forma oral y escrita, así como pantallas táctiles, teclados, ratones y trackpads.

placeholder Pruebas de BCI. (Foto: Reuters)
Pruebas de BCI. (Foto: Reuters)

Los BCI podrían preparar el terreno para la introducción de tales cambios. Pensemos, por ejemplo, que la velocidad de transmisión del habla humana es de tan sólo 39 bits por segundo, es decir, 2,5 millones de veces más lenta que la de una conexión a internet, que promedia actualmente 100 megabits por segundo. Los BCI podrían aumentar significativamente la velocidad a la que nos comunicamos entre humanos y con cualquier otra entidad conectada, ya sea una nevera, un automóvil, una empresa, una administración pública o cualquier forma de inteligencia artificial.

Además del cambio evolutivo general del cerebro humano derivado de tales mejoras en la velocidad y el alcance de nuestra comunicación con nuestro entorno, los implantes BCI podrían en particular, y tal vez en un plazo relativamente corto, proporcionar al cerebro humano la capacidad de entender y hablar cualquier idioma, eliminando la necesidad de aprenderlo.

Por ello, en un escenario de implantación masiva de los BCIs, es posible incluso pensar en la sustitución de todos los idiomas humanos actuales por un único lenguaje digital que soporte cualquier tipo de comunicación, y en la implantación de canales físicos de comunicación entre humanos que no requieran el concurso de las cuerdas vocales, el aire y la audición que hoy son imprescindibles para la transmisión de sonidos y los mensajes codificados en ellos. En dicho escenario, los canales físicos serían conexiones de datos inalámbricas como las que utilizan nuestros ordenadores y teléfonos móviles.

Esta hipótesis de cambio evolutivo del cerebro implicaría un salto en la evolución humana comparable o incluso mayor al paso del Australopithecus al Homo Sapiens. En algún momento de dicha evolución futura podríamos incluso abandonar nuestros cuerpos físicos e integrarnos, como un mero conjunto de datos y estados mentales conscientes, en una simulación dentro de un entorno virtual, como lo propusieron los creadores del episodio de San Junípero de la serie Black Mirror (por cierto, esto podría ser una solución al cambio climático).

¿Adiós a los imperios?

Pero antes de llegar a ese escenario de ciencia ficción, podemos considerar otras muchas consecuencias de la mera obsolescencia del lenguaje humano actual como sistema de comunicación entre personas. Una de las más obvias sería la obsolescencia de las estructuras organizativas de las sociedades humanas desarrolladas desde la revolución agrícola, certeramente descritas por Yuval Noah Harari en Sapiens.

La evolución de la humanidad desde la revolución agrícola ha sido impulsada por el surgimiento, declive y reemplazo progresivo de sistemas culturales, comúnmente llamados imperios. Entornos en los que el principal elemento vinculante de las personas que los integran es un idioma compartido, ya sea como lengua franca impuesta o más comúnmente como lengua materna.

Cuando Antonio de Nebrija presentó su Gramática de la lengua castellana a Isabel de Castilla, la reina le preguntó por qué necesitaba un libro para aprender el idioma que ya sabía, a lo que el humanista respondió que el idioma era el instrumento del imperio. Independientemente de la anécdota histórica, el hecho relevante es que si el español ocupa el puesto número dos a nivel mundial en términos de número de hablantes nativos totales, y el número uno en términos de crecimiento, se debe tanto o más al trabajo de Nebrija como a la actividad colonizadora de Colón, Cortés, Pizarro y otros.

La expansión de la conectividad de datos en la era de Internet no ha cambiado este paradigma, lo cual podría explicarse por el hecho de que la comunicación entre humanos a través de canales en línea todavía está basada ​​en el habla y escritura humanas. Evaluemos ahora el impacto que la obsolescencia de los idiomas humanos puede tener a futuro en la evolución de las sociedades humanas, partiendo del contexto presente:

China podría convertirse en la nación líder en nuestro mundo en poco tiempo reemplazando al mundo anglosajón, aunque algunos líderes chinos tengan dudas al respecto. Comparando la relevancia actual de los idiomas inglés y chino, resulta evidente la prevalencia del inglés, ya que es la principal lengua de la globalización, tanto del comercio como de la cultura. El chino no solo tiene que conformarse con ser la segunda más hablada, considerando tanto hablantes nativos como no nativos, sino que además su área de influencia se limita al propio país asiático, aunque sea el más poblado del mundo (1.300 millones de habitantes).

Aun así, China representa ya el 18% de la población mundial (sin contar la diáspora china en el extranjero, que suma unos 50 millones de personas), y el chino mandarín es, con mucho, el idioma más hablado como lengua nativa, con más de 900 millones de hablantes. Así ha sido durante muchos siglos y parece que lo seguirá siendo, entre otras razones porque el sistema de escritura chino se basa en logogramas (caracteres escritos que representan palabras, lexemas o morfemas), a diferencia del sistema de escritura latino basado en fonogramas (caracteres escritos que representan sonidos del habla).

El latín degeneró después de la caída del Imperio Romano en diferentes idiomas hablados, que con el tiempo dieron lugar a la aparición de nuevos Estados-Nación, todos inicialmente más pequeños que el antiguo imperio. Por el contrario, el sistema de escritura chino ha sobrevivido hasta hoy, y con él la civilización china y China como nación. Por lo tanto, la necesidad actual de China de expandir su idioma dentro de una estrategia imperial podría ser menor en comparación con otras culturas en otros períodos de la evolución humana.

En cualquier caso, si asumimos que China va a convertirse en el imperio dominante, que el gobierno del Partido Comunista Chino es tan solo otra dinastía más y que las dinastías chinas suelen durar como mucho tres siglos, podemos esperar que su posición de liderazgo mundial decline a más tardar a inicios del siglo XXIII. ¿La expansión de las BCI dejaría obsoleto el lenguaje humano y todos sus idiomas antes de ese siglo? Yo diría que sí, y que por lo tanto no habría tiempo suficiente para que nuevos imperios emergentes reemplazasen a China, y esta última iteración del 'Reino del Medio' se convertiría así en el último imperio.

*Álvaro Burgos. Director de Programas de Inventario para Europa Central y del Sur en eBay

Los aparatos que permiten la interacción entre un ordenador y un cerebro, o BCI (Brain Computer Interface), se han desarrollado hasta la fecha para resolver problemas médicos relacionados con las funciones cognitivas y motoras del ser humano. Sin embargo, los BCI pueden tener otras aplicaciones incluso más relevantes, como afirma sin tapujos Elon Musk y como, sospecho, piensan también gigantes tecnológicos como Facebook, que ya están invirtiendo en esta tecnología.

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