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Los algoritmos secuestran la PlayStation 5, y el rescate que piden sale caro
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Los algoritmos secuestran la PlayStation 5, y el rescate que piden sale caro

La escasez de modelos de la videoconsola está mostrando el peligro de los robots que compran todos los productos en segundos. Y el reto que supone su capacidad de aprendizaje

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(Foto: Reuters)

La inteligencia artificial está más presente en nuestra vida cotidiana de lo que pensamos. No solo nos acompaña en el bolsillo, en la muñeca o en nuestra navegación a través de las redes sociales; también afecta a fenómenos que experimentamos y cuyo origen nos aturde porque nos cuesta entenderlo. En los últimos meses de 2020 y los primeros de este 2021 estamos asistiendo a uno que demuestra esta capacidad para sorprender a ciudadanos y a empresas por igual.

Después de 7 años, millones de personas en el mundo esperaban con ansiedad el lanzamiento de la PlayStation 5. Se preveía que la fabricación no pudiera seguir el ritmo inicial de la demanda, sobre todo tras meses de confinamiento y con la campaña de Navidad en ciernes, pero muchos confiaban que en poco tiempo las unidades estuvieran a disposición de todos. Lo cierto es que con febrero ya avanzado y tras cuatro meses en el mercado, resulta casi imposible hacerse con una a lo largo y ancho del planeta.

Foto: Foto: EC.

Aunque Sony atribuye los problemas de suministro a dificultades con los fabricantes de semiconductores, los 'scalpers bots' parecen contribuir y, al mismo tiempo, beneficiarse de la situación. Estos sistemas están programados con el objetivo de adquirir grandes cantidades de productos comercializados por Internet y, aprovechando su escasez, revenderlos luego a un precio mucho más alto que el original. Los denominaron así cuando su uso se popularizó en el sector de la venta de entradas para grandes eventos.

Corrían los años 2000 y, a medida que comenzaban a coger velocidad los primeros sitios web en los que se comercializaban tickets, algunos 'listos' pensaron en la forma de innovar en la reventa. Aquella primera ola del fenómeno tardó un tiempo en ser acotada (relativamente). Pasó una década hasta que algunas compañías y gobiernos reaccionaron tratando de poner límites a la práctica.

Sin embargo, la evolución tecnológica y la expansión del comercio electrónico nos pone a las puertas de una generación mucho más sofisticada, más difícil de controlar y con un potencial mucho mayor de llegar a los rincones más recónditos de la actividad económica. En el caso de la PS5, tan pronto como una nueva remesa se anuncia en una gran plataforma, los clientes ven aparecer el cartel de “agotado”. Al mismo tiempo, las ofertas en los sitios de venta entre particulares se multiplican exponencialmente, eso sí, pidiendo un precio dos veces más alto que el original. No se trata de un movimiento orquestado por unos pocos, más bien consiste en la acción descoordinada de bastantes que utilizan a los 'scalpers' para llevar a cabo en milisegundos el proceso de compra.

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(Reuters)

Por supuesto, los 'retailers' tratan de reaccionar y, con el tiempo, en el caso de esta videoconsola, terminarán por poner suficientes barreras a esta práctica que en la pandemia también ha afectado a sectores de bienes esenciales como el sanitario o el de la alimentación. El caso es que progresivamente se les agotan los recursos en términos de ciberseguridad y control de la navegación. Los responsables de Walmart, Game, Target, Argos o Currys PC World han multiplicado sus apariciones en medios en las últimas semanas explicando sus medidas. En todas las declaraciones manifiestan que la nueva generación de 'scalpers bots' se reescribe a tal velocidad que les obliga a cambios tan constantes y ágiles para combatirlos que, de momento, no son capaces de seguirles el ritmo.

La ironía es que la energía de este virus se alimenta del mismo fuel que potencia los propios algoritmos de recomendación de estas plataformas: 'machine learning'. El software ha dado un salto cuántico en su capacidad para aprender y, por tanto, para autogenerarse. Hace relativamente poco tiempo, un programa que necesitara adaptarse a nuevas barreras, requería de la intervención de un programador que invertía tiempo en el proceso de cambio, prueba y error. Ahora el propio código facilita ese proceso hasta el punto en el que la intervención humana es muchas veces innecesaria. Eso complica enormemente las posibilidades de atajar sus ataques.

"El software ha dado un salto cuántico en su capacidad para aprender y, por tanto, para autogenerarse"

Por otro lado, las marcas también intentan afrontar el desafío. Sony, al igual que otros gigantes, no disfrutan con lo que está ocurriendo. Perjudica a sus clientes, a su reputación, a su cadena de valor y, sobre todo, a su modelo de negocio: las ventas del producto no evolucionan al ritmo esperado y el dinero de los clientes que aceptan pagar el sobreprecio no está disponible para los juegos y todos los paquetes de monetización alrededor de los mismos. Estos gigantes impulsan iniciativas de comunicación y trabajan con las autoridades desde otros ángulos para evitar el desgaste, pero, a pesar de su tamaño y recursos, sus reacciones dejan entrever un nivel creciente de impotencia.

Aunque esto de la PS5 y de los 'scalpers bot' no deja de ser una anécdota, simboliza la disrupción que provocan y van a acelerar la convergencia de la inteligencia artificial, el despliegue del 5G, el desarrollo del internet de las cosas, la generación/explotación masiva de los datos y la demanda digital que crece exponencialmente de servicios, productos y contenidos. Ya sea como emprendedores, consumidores, políticos, inversores, reguladores o hasta reventas, plantea un escenario imparable de enormes oportunidades para los que sepan prepararse y un calvario para los que se resistan a adaptarse.

*Adolfo Corujo es Socio y Director Global de Estrategia e Innovación en LLYC.

La inteligencia artificial está más presente en nuestra vida cotidiana de lo que pensamos. No solo nos acompaña en el bolsillo, en la muñeca o en nuestra navegación a través de las redes sociales; también afecta a fenómenos que experimentamos y cuyo origen nos aturde porque nos cuesta entenderlo. En los últimos meses de 2020 y los primeros de este 2021 estamos asistiendo a uno que demuestra esta capacidad para sorprender a ciudadanos y a empresas por igual.

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