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La ciberguerra fría y sus consecuencias: la seguridad informática como prioridad inmediata
Ante una amenaza cada vez más real y palpable, la protección de los datos se convierte en un imperativo para todas las empresas, sea cual sea su tamaño
La invasión de Ucrania por parte de las tropas de Vladímir Putin se ha convertido en una cruenta batalla con armas, tanques y artillería, que está haciendo sufrir a la población civil. Pero no son las únicas armas con las que cuenta el pueblo ruso, ni las únicas de las que debe defenderse Occidente.
Más allá de lo que pueda durar el conflicto armado, es previsible que la contienda se prologue en forma de guerra fría entre Rusia y el resto de países occidentales. Aunque para ser más fieles a la realidad, quizá deberíamos hablar de 'ciberguerra fría'.
En ese momento, la ciberseguridad va a tener que ser una absoluta prioridad para las empresas, ya que es probable que persista algún tipo de enfrentamiento con Rusia, pero teniendo como diana tumbar el sistema bancario, dañar las señales de satélites, atacar infraestructuras críticas o destruir los sistemas de navegación aeronáutica y las redes de transporte ferroviario.
Y para enfrentarse a ello es fundamental que en la agenda del CEO se incluya (o que lo refuercen aquellas que ya lo tienen) un plan de protección de sus activos, de sus operaciones y de formación a sus empleados en materia de ciberseguridad.
Este último punto es especialmente importante, ya que se calcula que seis de cada 10 ataques informáticos perpetrados por las compañías llegan a través de los empleados. La ciberseguridad es cosa de todos y en momentos como este se hace más patente que nunca la necesidad de formar adecuadamente a las plantillas.
Qué están haciendo las 'big tech'
No en vano, las grandes compañías tecnológicas ya se están tomando muy en serio esta amenaza y no escatiman en gastos ni en esfuerzos para afrontarla. Google y Microsoft gastarán 10.000 y 20.000 millones de dólares respectivamente en reforzar esta área durante los próximos cinco años.
Algo bastante razonable si tenemos en cuenta que el coste de los ciberataques no ha dejado de incrementarse en los últimos años. Tampoco su relevancia. Las menciones en prensa se han multiplicado por 65 en los últimos 10 años y el coste medio de una filtración de datos es ahora de 4,24 millones de dólares para una compañía.
Otro asunto relevante en la actualidad es la necesidad de seguridad en la nube. Microsoft, Google y Amazon ven la computación en la nube como una gran oportunidad de ingresos y buscan ganar clientes ofreciendo una protección superior.
La escasez de profesionales cualificados en ciberseguridad también es uno de los grandes retos a los que se enfrenta el mercado. Según datos de CB Insights, se necesitan 2,7 millones de profesionales en esta área, cerca de 200.000 en Europa.
Lo cierto es que la ciberseguridad representa ya una nueva fuente de ingresos para las grandes compañías. A través de adquisiciones recientes, las 'big tech' han pasado de proteger sus propios productos a ofrecer servicios de ciberseguridad a otras empresas.
Para ello, han multiplicado las compras e inversiones de compañías de ciberseguridad, llegando a participar en más de 50 en los últimos seis años. Microsoft ha comprado ocho compañías en este periodo, mientras que Google ha invertido en 33 empresas de este sector.
Todo ello da una idea de la importancia que la ciberseguridad va a tener en los próximos años. Ante una amenaza cada vez más real y palpable, la protección de los datos se convierte en un imperativo para todas las empresas, sea cual sea su tamaño. Y sobre todo para los CEO, que deben ser capaces de integrar su trascendencia en la cultura de la empresa y trasladar su importancia a toda la plantilla. En tiempos de ciberguerra, conviene estar preparados.
*Alicia Richart es 'general manager' de Afiniti para Iberia.
La invasión de Ucrania por parte de las tropas de Vladímir Putin se ha convertido en una cruenta batalla con armas, tanques y artillería, que está haciendo sufrir a la población civil. Pero no son las únicas armas con las que cuenta el pueblo ruso, ni las únicas de las que debe defenderse Occidente.