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Vuelve 'Black Mirror': Charlie Brooker asusta pero no acojona (tanto)
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Aloña Fernández Larrechi

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Aloña Fernández Larrechi

Vuelve 'Black Mirror': Charlie Brooker asusta pero no acojona (tanto)

La alabada serie del creador británico regresa mañana a Netflix con seis nuevos episodios

Foto: 'Black Mirror', tercera temporada.
'Black Mirror', tercera temporada.

Que no cunda el pánico. Hasta el momento de escribir estas líneas, Charlie Brooker sigue siendo Charlie Brooker. Y el retorcido y brillante creador de la admirada ‘Black Mirror’ sigue siendo ese tipo que conseguirá lo que tus novias han intentado, que dejes el teléfono móvil. Aunque solo sea un rato. Que tapes la 'webcam' integrada en la pantalla de tu ordenador, porque sus amigas le han contado que “por ahí graban vídeos”. O que, simplemente, dejes un rato la consola y seas capaz de mantener una conversación coherente, formada por algo más que monosílabos.

El creador y guionista inglés regresa, después del solitario capítulo especial navideño de 2014, y lo hace con las obsesiones e inquietudes que le han convertido en una figura respetada y admirada de la industria. Esa que tras encontrar el no de su canal habitual, Channel 4, logra que le acoja una de las entidades más poderosas de la ficción televisiva actual, Netflix. Una adopción a la que no ha permanecido ajena su creación, tanto en número, con el doble de lo habitual, como en contenido.

Tráiler de la tercera temporada de 'Black Mirror'

La nueva entrega de 'Black Mirror', que en realidad es la mitad de la tercera temporada (que volverá en 2017), plantea casi seis horas y media de ficción a través de otras tantas historias marcadas por las obsesiones, los miedos y la desesperación de sus protagonistas. Mujeres y hombres jóvenes, policías, viajeros, camareros o soldados que experimentan en sus carnes el poder que la tecnología alcanza en el futuro distópico imaginado por Brooker. Un creador que, a excepción de las colaboraciones del primer episodio y el tercero, se ha ocupado en solitario del guion de los seis capítulos.

Sudor, sangre y algunas lágrimas

El atracón más crítico con las nuevas tecnologías de la pequeña pantalla, al que muchos dedicarán el próximo fin de semana, arranca con el episodio titulado ‘Nosedive’. Protagonizado por la cinematográfica Bryce Dallas Howard, cuenta la historia de Lacie, una joven que vive en un mundo obsesionado con la fama. Una popularidad que se alcanza gracias a un sistema de puntuación implantado en la sociedad, en el que se premian la educación y las buenas formas. Y que a muchos puede recordar a ‘15 millones de méritos’, el segundo episodio de la primera entrega de la serie. Aunque, como en algunos de los episodios restantes, la diferencia estética entre ambas es muy evidente.

Sin tiempo para digerir el trabajo de Dallas Howard y lo obsesivo de la historia, Brooker plantea una historia 'de las suyas', de esas que juegan con el espectador con sustos recurriendo a los terrores del protagonista, con el título de ‘Playtest’. En ‘Shut Up and Dance’, Brooker se decanta por el género del 'thriller', explotando al máximo las situaciones más extremas. El joven actor inglés Alex Lawther, en su primer papel protagonista en televisión, y Jerome Flynn, Bronn en ‘Juego de tronos’, son la circunstancial pareja protagonista, a merced de una perversa mente solo al alcance de su creador.

Las entrañas de 'Black Mirror'

El mismo que en ‘San Junipero’ explora un nuevo e inesperado género creativo, el romance. Aunque la historia protagonizada por Gugu Mbatha-Raw y Mackenzie Davis (‘Halt and Catch Fire’) no es la única novedad que el episodio añade a la filmografía de Brooker. Que como es hombre de contrastes, en ‘Men Against Fire’ se atreve con su personal versión de ‘The Walking Dead’ a través de la historia de un militar británico. La temporada la cierra ‘Hated in the nation’, 90 minutos de drama criminal futurista en el que las redes sociales volverán a ser el germen del mal. Kelly MacDonald (‘Boardwalk Empire’) y Faye Marsay (‘Juego de tronos’) son una pareja de detectives que deberán investigar un par de misteriosas e inesperadas muertes.

La perturbadora esencia

La elección del último plato del menú de la tercera entrega de ‘Black Mirror’ no parece casual, y si algo quiere el creador es que nos quedemos con el regusto de un episodio desolador que te invita a tirar el teléfono móvil por la taza del váter. Una historia que recuerda a ‘El himno nacional’, que abrió esta colección de creaciones en las que el objetivo primordial es despertar la conciencia del espectador y obligarle a pensar en el planteamiento que ofrece cada una de ellas. Un logro al alcance de pocos, que Brooker vuelve a conseguir a través de historias indudablemente originales, aunque por momentos resulten algo familiares.

Más insólito resulta el giro cromático por el que Brooker apuesta en algunas historias, en las que su habitual gris inglés deja paso a un soleado paisaje en el que los tonos pastel salpican la pantalla con una perfección milimétrica. Una inusitada luminosidad que también ha llegado a su narración, que sin dejar de ser por momentos acongojante, no gasta la misma obsesión y oscuridad que antaño, cuando pasar una tarde revisando ‘Black Mirror’ aseguraba paranoia antitecnológica durante una semana. Como poco.

Un ‘régimen’ que agradecerán especialmente los espectadores más susceptibles, pero que no resulta excesivamente doloroso para el resto. Porque Brooker sigue siendo certero en sus críticas a los políticos y sus leyes, a las nuevas tecnologías y a la sociedad en la que ganan terreno cada día. Y en episodios como ‘Shut Up and Dance’, ‘Playtest’ y ‘Hated in the Nation’ mantiene su esencia más pura, esa que lo distingue con un sello propio que lo convierte en toda una experiencia. Su mordaz visión de las redes sociales, junto a la ingeniería militar, los avances médicos y los videojuegos, completa el nuevo retrato que el creador hace del futuro tecnológico que tal vez nos aguarde. Una imagen más nítida y luminosa de lo habitual, pero tan perturbadora como el resto de esa colección a la que llamamos ‘Black Mirror’.

Que no cunda el pánico. Hasta el momento de escribir estas líneas, Charlie Brooker sigue siendo Charlie Brooker. Y el retorcido y brillante creador de la admirada ‘Black Mirror’ sigue siendo ese tipo que conseguirá lo que tus novias han intentado, que dejes el teléfono móvil. Aunque solo sea un rato. Que tapes la 'webcam' integrada en la pantalla de tu ordenador, porque sus amigas le han contado que “por ahí graban vídeos”. O que, simplemente, dejes un rato la consola y seas capaz de mantener una conversación coherente, formada por algo más que monosílabos.

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