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'The Affair', el 'efecto Rashômon' y la magia del punto de vista
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Aloña Fernández Larrechi

Desde Melmac

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Aloña Fernández Larrechi

'The Affair', el 'efecto Rashômon' y la magia del punto de vista

La serie de Showtime regresa esta noche en EEUU para continuar ofreciendo varios puntos de vista de la misma historia

Foto: Cartel promocional de la serie 'The Affair'
Cartel promocional de la serie 'The Affair'

Si Vince Gilligan hubiese querido contar ‘Breaking Bad’ desde el punto de vista de Skyler White es muy probable que Walter, su marido, hubiese resultado menos atractivo para la audiencia. Y la que hoy es una de las mejores producciones de la pequeña pantalla tal vez “sólo” habría sido un drama con un mensaje radicalmente opuesto al que fue. Al igual que ‘Los Soprano’, si la narradora de la historia de Tony Soprano hubiera sido Carmela, habría aportado una visión femenina (que no feminista) al mundo de la mafia italiana en Estados Unidos. O que si la paciente Abigail Bartlet hubiera sido el centro de atención de ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’ hubiese narrado con mayor intimidad los entresijos de la presidencia del país.

Las ficciones llegan a los espectadores, o a los lectores, desde el punto de vista que el creador quiere darle a su historia. Él es quien decide el rol que adopta como narrador y el que controla el flujo de información que el relato ofrece, de qué forma lo hace, cuándo y a través de que personaje. Pero también hay quien decide embarcarse en el reto de contar una única historia desde diversos puntos de vista, centrándose en las diferentes percepciones que los protagonistas puedan tener de un hecho, dependiendo de su género, su edad o su estatus social. Una rareza compleja, tanto para el creador como para el consumidor, que tiene nombre propio, el ‘efecto Rashômon’.

'Rashômon' de Akira Kurosawa

La curiosa denominación del resultado de unir varios puntos de vista de una misma historia, a través de diversos personajes, se la debemos a Akira Kurosawa. En 1950, el director japonés estrenó ‘Rashômon’, una película en la que tres personajes intercambian sus opiniones sobre los terribles hechos de los que acaban de ser testigos. Desde entonces es un recurso que, en la pequeña pantalla, se ha utilizado de forma episódica. Hasta que en 2014 Sarah Treem y Hagai Levi apostaron por esta estructura narrativa para contar las consecuencias de una infidelidad, bajo el engañoso título de ‘The Affair’. La serie que esta noche regresa con su tercera temporada a Estados Unidos, y que mañana podremos ver en España, en versión original subtitulada, a través de Movistar Series (22:30h.)

Más que un romance

Los que no temieron darse de bruces con el escarceo amoroso que podría sugerir el título se encontraron en ‘The Affair’ con una serie que narraba una misma historia desde dos puntos de vista. Un planteamiento novedoso que trataba de sorprender al espectador a través de la autoestima, el comportamiento o la inteligencia emocional de cada personaje. Y lo lograba. Resultaba difícil no sorprenderse observando las diferencias existentes entre las versiones que aportaban Ruth y Noah, los protagonistas, a partir del concepto que tenían sobre sí mismos, o sobre la forma de actuar del otro.

Tráiler de la tercera temporada de 'The Affair'

En la segunda entrega Treem y Levi decidieron dar voz propia a Cole y Helen, los afectados por el romance que viven los protagonistas. Y las visiones se diversificaron, como también las reacciones ante las respectivas infidelidades y la forma en la que afectaban a sus familias. Una decisión que contribuyó a enriquecer la trama inicial y aportarle mayor interés. Y que complicó aún más la verdadera motivación de la serie, descubrir quién era el autor de un asesinato y dibujar un oscuro retrato sobre la crisis de los 40, tanto la de ellos como la de ellas.

El reto de la tercera

Tras sobrevivir más que dignamente a su 'sophomore slump', o el drama de la segunda temporada, ‘The Affair’ regresa con la intención de seguir enganchando a sus seguidores a base de misterio, drama, sexo y crimen. Un reto que podría parecer complicado tras el final de la segunda entrega pero que, según el arranque de la tercera que la propia cadena colgó en Youtube, no es tan descabellado. Y para el que los creadores deciden dar un salto en el tiempo de tres años, lo que les permite seguir jugando con el espectador a base de flashbacks, y añadir un quinto sujeto narrador.

Tráiler de la tercera temporada de 'The Affair'

Protagonizada por Dominic West (McNulty para los conocidos), Ruth Wilson (‘Luther’), Maura Tierney (‘Urgencias’) y Joshua Jackson (‘Fringe’), ‘The Affair’ es una forma original e inteligente de apostar por el género del misterio y el drama sin caer en los lugares comunes de este tipo de creaciones. Y lo hace ofreciendo una reveladora visión sobre las inevitables diferencias que existen entre los hombres y las mujeres, sus demonios, sus miedos y sus secretos. Una obviedad que pocas producciones (por no decir ninguna) se atreven a poner sobre la mesa y utilizar como su principal motivación.

La vertiente cómica de Rashômon

El 'efecto Rashômon' no ha sido siempre un recurso tan dramático y trascendental como podemos observar en 'The Affair', y en muchas ocasiones ha sido utilizado como recurso cómico. En 'Cómo conocí a vuestra madre' las narraciones de los cuatro protagonistas se enfrentan cuando, en la tercera temporada, la acción se centra en cómo se conocieron. Los creadores de 'Arrested Development' apostaron por el recurso a lo largo de su cuarta entrega, mientras que otras como 'Frasier', 'Todo el mundo quiere a Raymond', 'Rockefeller Plaza' e incluso 'El Príncipe de Bel-Air' recurrieron puntualmente a la subjetividad propia de cada personaje. Gracias a su apuesta, lograron romper con la cadencia propia de sus narraciones, y ofrecieron a los espectadores una propuesta diferente con la que trataban de buscar la complicidad del espectador, a base de algo de confusión e inesperadas sorpresas.

La versión del tío Phil de la fiesta en la piscina de 'El príncipe de Bel Air'

En el género dramático, el recurso narrativo focalizado en las impresiones de cada personaje busca además que la audiencia sienta el deseo de descubrirlos hechos que rodean a cada protagonistas es, finalmente, real. O simplemente conocer cuál es la aportación que hace a la historia cada personaje, dependiendo de su personalidad. Tal y como sucedía en 'Expediente X' cuando Dana Scully y Fox Mulder tuvieron que ofrecer su versión de los hechos en el duodécimo episodio de la quinta entrega, cuando deben explicarle al director adjunto por qué él mató a un joven al que confundió con un vampiro.

Las 'Cuatro Esquinas' de 'Urgencias', el penúltimo episodio de la primera entrega de 'Verónica Mars' o el vigésimo primero de la sexta de 'C.S.I: Las Vegas', que lleva por título 'Rashomama', son otros ejemplos de series pertenecientes al género drámatico que también apostaron por las versiones múltiples como recurso narrativo a la hora de plantear un nuevo episodio. Propuestas que rompieron con lo tradicional y pusieron a prueba a la audiencia, sin más esfuerzo que el de contar, con otra mirada, la versión inicial. Una técnica que es de agradecer en estos tiempos en los que la originalidad y la diversidad televisiva no vive, precisamente, sus mejores momentos.

Si Vince Gilligan hubiese querido contar ‘Breaking Bad’ desde el punto de vista de Skyler White es muy probable que Walter, su marido, hubiese resultado menos atractivo para la audiencia. Y la que hoy es una de las mejores producciones de la pequeña pantalla tal vez “sólo” habría sido un drama con un mensaje radicalmente opuesto al que fue. Al igual que ‘Los Soprano’, si la narradora de la historia de Tony Soprano hubiera sido Carmela, habría aportado una visión femenina (que no feminista) al mundo de la mafia italiana en Estados Unidos. O que si la paciente Abigail Bartlet hubiera sido el centro de atención de ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’ hubiese narrado con mayor intimidad los entresijos de la presidencia del país.