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¡Ni se te ocurra hacer una película con Juan Marsé!
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Alberto Olmos

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¡Ni se te ocurra hacer una película con Juan Marsé!

En 'Esa puta tan distinguida' el autor catalán pone su literatura al servicio de una venganza contra el cine español, que ha adaptado con poca fortuna casi todas sus novelas

Foto: La actriz Ana Belén en un fotograma de la película 'La oscura historia de la prima Montse'.
La actriz Ana Belén en un fotograma de la película 'La oscura historia de la prima Montse'.

El cine guarda con la literatura una relación de mecenazgo parasitario. Se hace una película aprovechando el argumento de una novela y, a veces, su popularidad, que garantiza algunos miles de espectadores. Al tiempo, se cubre de oro al autor del libro, que por escribirlo, en comparación con lo que suponen los derechos cinematográficos, recibió una limosna. Hay escritores en todo el mundo rezando por que alguien les haga una película.

No así Marsé. Le da igual. Le amargas el día si le vienes con tu estúpido guión. "Si hay una cosa que odio, son las películas; ni me las nombren", decía Holden Caulfield, y Juan Marsé lo suscribiría desde las entrañas: 'Si hay una cosa que odio, son MIS películas; ni me las nombren”.

Para decirles a sus lectores del futuro en qué medida le repugnan las películas que se han filmado sobre sus obras, Juan Marsé ha escrito 'Esa puta tan distinguida' (Lumen, 2016), su peor novela.

Penitente de la literatura

Juan Marsé puede que sea el autor vivo más importante de España. Empezó siendo el amigo obrero de los hijos progres de las familias pijas de la Barcelona del medio siglo, unas gentes estupendas con casa en Cadaqués cuyo sueño húmedo era ver a un trabajador de cerca. Un muchacho de El Guinardó, viril y cachazudo, con rizos y con un inmenso talento literario fue el elegido.

Marsé se llevó enseguida el premio Biblioteca Breve de Seix Barral por 'Últimas tardes con Teresa' (1966), y se propuso hacer siempre la misma novela con distintas palabras. La adolescencia, su barrio, las tensiones entre obreros y burgueses, y una pasión un tanto rancia por las estrellas del cine en blanco y negro se combinan en casi todas sus obras.

La adolescencia, su barrio, las tensiones entre obreros y burgueses, y una pasión un tanto rancia por las estrellas del cine se combinan en sus obras

Nuestro autor, a diferencia de Francisco Umbral, sin ir más lejos, se propuso desde el principio como penitente de la literatura, alguien que luchaba a brazo partido con el idioma (“Oraciones simples convertidas en ceniza, eso era todo lo que tenía después de casi cinco horas de trabajo”, leemos en 'Esa puta tan distinguida'), pues la escritura para Marsé era dolor, sudor, cambiar una coma y volver a ponerla, dar martillazos sobre todas las conjugaciones verbales. Así, sus novelas son buenísimas, aunque un poco apretadas.

De lo buenas que son sus novelas da cuenta lo malas que son las películas que se han hecho sobre ellas. Es casi imposible encontrar una buena novela, una obra maestra de la literatura, convertida en una buena película. La bondad en la literatura tiene que ver con la palabra, y el cine aparta la palabra y se queda con la trama, que casi nunca es el punto fuerte de ninguna gran novela. Si dejas en los huesos de su argumento 'Pedro Páramo', lo que tienes es una historia del montón.

La última novela

No sabemos si 'Esa puta tan distinguida' será la última novela de Juan Marsé; sí sabemos que nunca será la mejor. Marsé ha hecho literatura de quiosco para meterse con el cine español, pensando que quizá pudiera salirle 'El cartero siempre llama dos veces' o '1280 almas', pero le ha salida una cosa ligera, vana, corregible incluso.

Empieza con alguna gracia postmoderna al plantar en las primeras páginas una entrevista a un escritor donde sólo leemos sus respuestas. Ahí entendemos que el protagonista de la obra es un trasunto de Marsé, en concreto, del Marsé que llama “peliculeros” a los cineastas o que considera “subterránea” la calidad de la novela de Lucía Etxebarria que ganó el premio Planeta cuando él era jurado.

Marsé ha hecho literatura de quiosco para meterse con el cine español y le ha salida una cosa ligera, vana, corregible incluso

La “puta distinguida” del título es la memoria, aunque la propia trama del libro gira en torno a una prostituta asesinada en la cabina de proyección de un cine de los años 50, suceso sobre el que el protagonista del libro tiene que escribir un guión.

Se mezclan materiales varios, desde escenas del guión en marcha hasta fragmentos de obras pasadas de Marsé, amén de largas secuencias dialogadas. Sin embargo, la estructura queda muy lejos de la que armaba en 'La oscura historia de la prima Montse' (para mí, su mejor novela) y la prosa avanza sobre lugares semánticos comunes, por no hablar de las invectivas contra el cine español, que apenas superan el tópico de la subvención y de la mediocridad. “Este hombre nunca dejará de ser el más virulento y distinguido forúnculo político en la nalga izquierda del escurrido culo del cine español”, leemos en las primeras páginas.

Marsé, en definitiva, se equivoca. El cine no le debe nada a un escritor si no le debe dinero y ninguna película mala sobre un gran libro ha empequeñecido ni un milímetro la grandeza de ese libro ni de su autor. Hay que seguir rezando por que el cine haga películas con las novelas, malas, muy malas películas. Será señal de que la literatura sigue siendo el centro del relato.

El cine guarda con la literatura una relación de mecenazgo parasitario. Se hace una película aprovechando el argumento de una novela y, a veces, su popularidad, que garantiza algunos miles de espectadores. Al tiempo, se cubre de oro al autor del libro, que por escribirlo, en comparación con lo que suponen los derechos cinematográficos, recibió una limosna. Hay escritores en todo el mundo rezando por que alguien les haga una película.

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