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La Vuelta se quita un poco de caspa al eliminar el doble beso, pero aún queda
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Jesús Garrido

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Jesús Garrido

La Vuelta se quita un poco de caspa al eliminar el doble beso, pero aún queda

La ronda española será la primera grande en modificar, aunque sea levemente, el protocolo en los podios, y aunque queda camino por recorrer, es un primer paso en la lucha contra el machismo

Foto: Atapuma, como líder de la Vuelta, escoltado por dos azafatas. (EFE)
Atapuma, como líder de la Vuelta, escoltado por dos azafatas. (EFE)

Allá por enero, se tomó una decisión sin precedentes en el ciclismo que, en cierta manera, poco o nada tenía que ver con el propio deporte en cuestión. Australia eliminaba las azafatas en las competiciones deportivas y, por tanto, estas desaparecían de los podios ciclistas y eran sustituidas por ciclistas infantiles. Esa decisión que por primera vez se implantó en el Tour Down Under, la primera gran vuelta del año, era evidente que iba a tener repercusión internacional. No iba a ser la única que decidiera dar un paso contra el machismo en una sociedad cada vez más concienciada, quizás no siempre consciente de lo muchísimo que queda por hacer todavía. Porque no, el machismo no se elimina permitiendo a la mujer votar y trabajar, eso es solo parte del respeto a los derechos humanos.

En España se ha tomado muy en serio esa iniciativa. Varias vueltas pequeñas, como la de la Comunidad Valenciana, variaron el sistema de entrega de trofeos e insignias en el podio al incluir, como ellos mismos definieron, a mujeres y hombres vestidos con ropa cómoda. Es decir, intentaban igualar las tornas al incluir también a azafatos masculinos al lado de las azafatas de toda la vida, una manera, a mi entender, de cosificar tanto a mujeres como a hombres. Iniciativas similares se siguieron en Mallorca, País Vasco y Cataluña. Es decir, estaba empezando a crearse una moda a seguir por muchas otras vueltas, grandes o pequeñas.

La Vuelta a España, la madre superiora de todas ellas, se resistía al cambio. Javier Guillén , director de la Vuelta, estuvo en la sede de El Confidencial comentando este tema, entre otras muchas cuestiones, y esto fue lo que argumentó al respecto. "No existe voluntad en la Vuelta de quitar las azafatas y no creo que haya política de cambios, sino política de ajuste, de retoques y matices, pero las azafatas van a seguir estando. Estoy a favor de lo que se hace en la Vuelta, porque se hace con elegancia, no somos para nada irrespetuosos, ni denigramos ni faltamos al respeto a nadie y creo que, aunque las tradiciones están para cambiarlas, esto es una tradición del deporte europeo", aseguraba.

Sin embargo, estaba abierto a, al menos, pensarlo. "La Vuelta va a abrir un periodo de reflexión para valorar todas las sensibilidades, a partir de ahí tendremos en cuenta todas las opiniones, también la de las azafatas, que están preocupadas por quedarse sin sus puestos de trabajo, los cuales defienden magníficamente bien con argumentos que van más allá del sexismo y de su presencia física, sino que están poniendo en valor sus aptitudes, porque es necesario que tengan idiomas, que sepan relacionarse con la gente, trabajan un montón de horas más de lo que se ve en televisión". Y esa reflexión se ha hecho y se va a llevar a término en la próxima edición de la ronda española.

Como avanzaba 'El Mundo', habrá cambios. Habrá asistentes masculinos que colaborarán en la entrega de trofeos y, como ha reconocido el propio Guillén a este periódico, hay intención de suprimir el doble beso. ¿Qué es esto? Lo habrán visto mil veces: la foto que se hace al ganador de cada etapa y de cada maillot con las dos azafatas, por lo general despampanantes, cada una besándole una mejilla. "Eso es lo que creo que vamos a decir que mejor no", dice el director de la Vuelta, que afirma que no hay ninguna decisión en firme todavía sobre este asunto. "Por lo demás como mucho se añadirá un chico que en uno de los premios dará él el trofeo a la autoridad, la cual luego se lo entregará al ciclista, en vez de una chica. Pero en la mayoría de las entregas seguirán siendo chicas las que le den el maillot al 'entregante', autoridad o patrocinador, para que este a su vez se lo imponga al deportista, como hasta la fecha viene ocurriendo". Es decir, hay cambios, pero menores.

Van a seguir estando las cuatro azafatas de siempre. Todo se hará con elegancia, como siempre dice Guillén, pero todavía hay pasos por dar. "Se trata de potenciar más la figura de asistente de protocolo que la de azafata de imagen", dice. Y mientras sigan estando ahí, mientras siga siendo una mujer de excelente aspecto y ropa ceñida la que preste su imagen en los podios, seguirá habiendo sexismo en la Vuelta. Ya lo dijo Mikel Landa, gran protagonista en este Tour: "Las azafatas en los podios sobran, es como tratarlas como objetos, infravaloradas. Aquí es una costumbre arraigada y nadie se atreve a dar el paso, pero hay que admitir que poner ahí arriba a mujeres elegidas por ser guapas y tener buen cuerpo no es la mejor imagen que se pueda dar de ellas".

Allá por enero, se tomó una decisión sin precedentes en el ciclismo que, en cierta manera, poco o nada tenía que ver con el propio deporte en cuestión. Australia eliminaba las azafatas en las competiciones deportivas y, por tanto, estas desaparecían de los podios ciclistas y eran sustituidas por ciclistas infantiles. Esa decisión que por primera vez se implantó en el Tour Down Under, la primera gran vuelta del año, era evidente que iba a tener repercusión internacional. No iba a ser la única que decidiera dar un paso contra el machismo en una sociedad cada vez más concienciada, quizás no siempre consciente de lo muchísimo que queda por hacer todavía. Porque no, el machismo no se elimina permitiendo a la mujer votar y trabajar, eso es solo parte del respeto a los derechos humanos.

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