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No hay que bajar la guardia
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Víctor Alvargonzález

Telón de Fondo

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No hay que bajar la guardia

Hablaba, no hace mucho tiempo, con un cliente satisfecho. No siempre lo están, desde luego. Un buen estratega financiero es el que acierta más que se

Hablaba, no hace mucho tiempo, con un cliente satisfecho. No siempre lo están, desde luego. Un buen estratega financiero es el que acierta más que se equivoca, porque en temas de inversión nadie acierta siempre (aunque eso yo lo soluciono vendiendo en cuanto el error alcanza un determinado nivel de pérdida). Vaya por delante que reconozco que me he equivocado y que seguiré equivocándome, aunque estoy seguro de que la mayoría de las personas que han seguido mis recomendaciones a su vez reconocerán que, hoy por hoy, los aciertos superan a los errores (si no, a estas alturas ya me habría tenido que dedicar otra cosa). Pero este post no va de autobombo sino de recomendaciones. Concretamente, consejos sobre que en los mercados hay que ser tan valiente para comprar como para vender y que hay que aceptar que la economía es cíclica. Sigan leyendo y lo comprobarán.

Obviamente estaba encantado de ver tan contento a este cliente por los consejos recibidos, pero hubo un momento en el que me dijo: “esos fondos ya no los voy a vender nunca”. Eso ya me preocupó. Y mucho. Estamos hablando de productos/activos que yo había elegido y recomendado. Asimismo, tengo claro que cuando recomiendo un activo, país o sector –o fondos para invertir en ellos– lo hago, generalmente, con una visión a largo plazo, aunque nunca descarto actuaciones oportunistas concretas, por supuesto. Y que nunca aconsejo vender un fondo antes de que hayan pasado seis meses de la recomendación, salvo que vea que me he equivocado –el famoso “stop loss”– o porque se está quedando claramente por detrás de lo que esperaba de él. 

Pero jamás, insisto, jamás, mantendría en cartera un fondo solamente porque ha funcionado bien durante un determinado periodo. Puede que lo mantenga en mis recomendaciones durante años si las circunstancias que motivaron la recomendación permanecen intactas. Es de sobra conocido, por ejemplo, que llevo varios años recomendando evitar la exposición a España –tanto en renta variable como en deuda pública–, o que desde hace años prefiero los EEUU a Europa, o que la renta fija privada de alta calidad era –y todavía es– la gran oportunidad de inversión que ha generado la crisis, simple y llanamente porque al secarse la financiación bancaria y aumentar la volatilidad (el miedo) en los mercados hay empresas estupendas que tienen que pagar muy cara su financiación en el mercado, lo cual ha sido una excelente noticia para el inversor (excelente cupón de empresa sólida y solvente).

De todo lo anterior tienen prueba documental en artículos anteriores de este mismo blog y en el dossier de prensa de la casa. ¿Significa eso que, porque he diseñado una cartera que está funcionando, incluso en un periodo tan complicado, es la que pienso que voy a tener dentro de, digamos, ocho meses o un año? La respuesta es categóricamente no y mil veces no. Habrá cosas que será interesante mantener y habrá cosas que no. ¿Por qué? Pues por el mismo motivo que no se deja un jardín sin jardinero –o sin los cuidados de uno mismo, si no puede pagar un jardinero– o que se lleva una vez al año un coche a revisión: porque las cosas cambian. Y en los mercados también.

Alguien dirá que quien compra a la baja valores de empresas con excelentes modelos de negocio, capaces de superar cualquier época difícil, como pueden ser Coca Cola o Gillette, pues siempre se va a beber Coca Cola y los hombres siempre tendrán que afeitarse –Gillette no quebró durante la época hippy–, y además los mantiene durante años, está realizando una de las mejores estrategias de inversión que existen. Tiene toda la razón. Ahora bien, ¿cuánta gente tiene la disciplina para, primero, comprar cuando todos venden y, segundo, mantener, cuando las cosas se ponen feas? Pues el señor Warren Buffet y tres más. 

Ese tipo de estrategia funciona cuando se tiene el nivel de autodisciplina de un monje budista o el del oráculo de Omaha (Buffet), pero para la mayoría de la gente es más aconsejable invertir sobre tendencias de medio plazo y mantenerse en puerto seguro durante los temporales. En caso contrario lo que se suele acabar haciendo es malvender. Comprar (razonablemente) barato y vender (relativamente) caro es factible para el inversor medio que esté correctamente asesorado. O siendo todavía más realista: no perder –ganar poco– en los momentos difíciles y aprovechar los fáciles (esas épocas que los activos suben durante años casi sin parar y que hasta el más tonto gana dinero) es un objetivo de inversión muy adecuado para el inversor medio.

Así que, ya que hablamos de autodisciplina, no olvidemos nunca esa frase que ya recuerda a la de que el tabaco es malo para la salud, que de tanto repetirse pierde valor: rentabilidades pasadas no implican rentabilidades futuras. Tan cierto como que fumar es malo para la salud. Es más, les puedo asegurar que es más fácil que vaya mal un fondo que lleva años yendo bien que lo contrario. ¿Por qué? Porque existen los ciclos económicos. El fondo va bien cuando tiene el viento a favor. Cambia el ciclo, cambia la suerte del fondo. Del tipo que sea: conservador, agresivo o muy agresivo.

Todo esto viene al caso no sólo por recordarle a los inversores que nunca deben olvidar que lo que hoy va bien y les ha funcionado bien durante años no tiene por qué ser lo que deben de tener en cartera siempre. He puesto el ejemplo de mis propias recomendaciones. Han funcionado, siguen funcionando, pero no lo duden: muchas de ellas tienen fecha de caducidad. Obviamente mi papel como estratega será el de avisar cuando llegue esa fecha y dónde están los nuevos “inquilinos” de la cartera, porque, desgraciadamente, las inversiones no indican la fecha de caducidad. 

Pero la cuestión también viene al caso porque creo que el año entrante va a ser un año decisivo para que se dilucide si el mundo se “japonetiza” o si sale del agujero. Nosotros, la economía española, ya estamos japonetizados. Y gran parte de Europa. Sólo saldremos adelante si la parte “sana” de Europa y el resto del mundo consiguen tirar hacia delante. Si así ocurriera, la propia España podría ser, por ejemplo, objeto de inversión, empezando por la deuda pública. En caso contrario seguirá siendo mejor “ni mirarla”, como me dijo un médico de un determinado deporte que para mí se había acabado (la edad, ya saben). 

Si hay japonetización global, riesgo sobre el que advertía hace ahora algo más de un año (La “japonetización” de la economía occidental), entonces les aseguro que parte de lo que les he recomendado durante el último año y pico y que tan buen resultado ha dado en esta época de “impasse” no será ya una recomendación válida. Tampoco si la economía mundial consigue salir del período de estancamiento en el que se encuentra ahora. Solo será válida si seguimos exactamente igual, y eso es difícil que ocurra en los mercados o en la propia economía. Tarde o temprano toma (n) una dirección. Por eso es tan importante ser conscientes de que el jardín hay que cuidarlo, de que hay que tener un buen jardinero y de que en economía existen los ciclos económicos. Estoy encantado de tener clientes satisfechos. No lo estoy de que piensen que han alcanzado el Nirvana en su cartera y que a partir de ahora sus ahorros jamás se verán molestados por la realidad de los mercados. No es cierto y, además, es muy peligroso.

PD. En relación con el artículo del sábado anterior, me han hecho una observación muy interesante: si, como proponía yo, el dinero europeo hay que inyectarlo en el fondo de garantía de depósitos y no en “bancocajas” sin ningún futuro –para así poder cerrarlas rápidamente sin crear pánico– y que, además, la cobertura en esos casos de cierre fuera ilimitada y no sólo 100.000 euros –para dar la máxima tranquilidad a la ciudadanía–, se estaría cometiendo una injusticia, un agravio comparativo, con quien ha tenido y tiene la prudencia de poner su dinero en bancos sanos. Es cierto, pero: 

a) frente a circunstancias excepcionales hay que aplicar medidas excepcionales.

b) en la práctica a pocas personas se les cubrirían más de 100.000 euros, ya que a estas alturas no hay mucha gente que asuma el riesgo de tener más de 100.000 euros en un “bancocaja” tóxico (salvo que resida en Marte y no vea la televisión).

y c) dije claramente que se haría una quita total de esos intereses estratosféricos que prometieron los gestores del “bancocaja” en cuestión, solo se respetaría el principal de los depósitos y las cuentas corrientes. Así que el “listillo” que invirtió allí porque daba más que un banco solvente sufriría un revés por haber asumido un riesgo excesivo, cosa que no le va a pasar a quien depositó su dinero en un banco solvente manejado por profesionales y no por políticos.

Hablaba, no hace mucho tiempo, con un cliente satisfecho. No siempre lo están, desde luego. Un buen estratega financiero es el que acierta más que se equivoca, porque en temas de inversión nadie acierta siempre (aunque eso yo lo soluciono vendiendo en cuanto el error alcanza un determinado nivel de pérdida). Vaya por delante que reconozco que me he equivocado y que seguiré equivocándome, aunque estoy seguro de que la mayoría de las personas que han seguido mis recomendaciones a su vez reconocerán que, hoy por hoy, los aciertos superan a los errores (si no, a estas alturas ya me habría tenido que dedicar otra cosa). Pero este post no va de autobombo sino de recomendaciones. Concretamente, consejos sobre que en los mercados hay que ser tan valiente para comprar como para vender y que hay que aceptar que la economía es cíclica. Sigan leyendo y lo comprobarán.