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Abróchense los cinturones: el inversor norteamericano vuelve a la bolsa
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Víctor Alvargonzález

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Abróchense los cinturones: el inversor norteamericano vuelve a la bolsa

Para un inversor norteamericano, hoy en en día no hay muchas alternativas si quiere rentabilizar su dinero, por lo que el camino para encontrarla está en la bolsa

Las primeras fases de un ciclo alcista se basan en las compras de inversores profesionales (institucionales) y, en menor medida, de expertos minoristas avezados. Pero en la bolsa norteamericana están entrando ahora inversores particulares sin mucho más asesoramiento que leerse todo lo que sale en Internet o, peor todavía, asesorados por bancos que ven en ellos una mina en comisiones. Llega la tercera pata del mercado alcista. Llegan los que se quedaron fuera y quieren parte del pastel. Apriétense los cinturones.

El mayor inconveniente de esta nueva fase es el aumento de la volatilidad. El inversor minorista no profesional o incorrectamente asesorado tiende a ser más maniaco-depresivo que el profesional. No se lo tomen a mal: todos los inversores, profesionales o no, tienden a actuar de forma maniaco-depresiva, es decir, o están muy ilusionados o están muy deprimidos. La excepción son los mejores profesionales, que lo que hacen es aprovechar los cambios de ánimo del resto. Porque muchos inversores se mueven por miedo: miedo a estar dentro cuando bajan las bolsas; miedo a estar fuera cuando suben (por lo que pudieran perderse). Pero ese miedo tiende a exacerbarse entre los inversores menos experimentados, menos acostumbrados a los vaivenes del mercado, como me pasaría mí si me invitaran a ir en una bonitera a la pesca de la merluza al Gran Sol. Mientras a los arrantzales –pescadores vascos– no les cambiaría el gesto ante el oleaje, yo estaría pidiendo auxilio.

Pero veamos primero cómo funciona un ciclo bursátil alcista, porque el que vive el S&P 500 es de libro y eso ayuda a tomar decisiones. Para ir haciendo boca y como base de trabajo, un gráfico de lo que llevamos de tendencia alcista:

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Fuente: Bloomberg

Lo primero, insistir en que los mercados se mueven por expectativas, es decir, van descontando hechos futuros de la economía real. NO van en paralelo, aunque al final acabe coincidiendo la evolución de los mercados con la realidad económica. Por eso tenemos que realizar predicciones planteándonos siempre qué ha sido ya descontado, qué no lo ha sido y por dónde pueden venir las sorpresas, tanto positivas como negativas.

El caso norteamericano, en lo que a la renta variable se refiere, es paradigmático del funcionamiento de un mercado alcista. Primero entraron los inversores más avezados, más arriesgados, o ambas cosas. En esta ocasión lo hicieron al calor de la famosa frase de Bernanke sobre queharía lo que hiciera falta para evitar que la economía norteamericana se japonetizara. No dijo lo de japonetizara, pero a eso se refería y eso temía. Yo lo digo así porque es el término que utilicé hace casi tres años cuando nadie hablaba de ello y, por lo tanto, no se utilizaba lo de japonización que se usa ahora y que me temo que es más correcto gramaticalmente hablando que mi palabro.Me inventé ese palabro porque pensaba que definía bien el concepto en cuestión. El artículo se llama “La japonetización de la economía occidental”, artículo que, por cierto, les recomiendo, porque, pese a ser antiguo, está muy de actualidad, sobre todo en la situación europea actual.

El caso es que la frase de Draghi de “hacer lo que haga falta por el euro” fue posterior a la de Bernanke, que es quien inició el Big Bang y, en consecuencia, la primera fase del ciclo alcista bursátil norteamericano en el que nos encontramos. Empieza, por lo tanto, a mediados del año 2009 (ver gráfico) y su motor son las medidas de estímulo de la Fed: bajada radical de tipos y compra masiva de bonos en el mercado para inyectar liquidez en la economía, lo que se conoce como Quantitative Easing (QE).

El mayor inconveniente de esta nueva fase es el aumento de la volatilidad. El inversor minorista no profesional o incorrectamente asesorado tiende a ser más maniaco-depresivo que el profesional.

A continuación, entran los inversores que, o son un poco menos avispados, o simplemente prefieren que el primer dólar lo gane otro (otra forma de ser avispado y con la que me veo bastante identificado). Estos entran cuando se confirma el cambio de tendencia técnico, se cierra al alza la “U”, que hace el mercado entre finales de 2008 y mediados/finales de 2009 (ver gráfico), y los datos macro empiezan a alejar el fantasma de la japonización.

A medida que los índices bursátiles norteamericanos se acercan a sus máximos históricos y se va creando la expectativa de que los rompan, aumenta el número de conversos (yo lo soy desde unos meses antes de escribir “Back to the USA”, articulo de enero de 2013), pero lógicamente la recomendación a clientes fue anterior (siempre los primeros, que para eso son los que pagan). La ruptura del máximo histórico de los índices norteamericanos, que se produce ya entrado el año 2013, es, desde un punto de vista técnico, muy importante: es la confirmación de que estamos en un movimiento alcista de medio-largo plazo (con sus correcciones, obviamente), como comentaba en “Parece un pato, se mueve como un pato …¡probablemente es un pato!”.

Si, además, el proceso de descuento de expectativas está fundamentado en datos económicos, el movimiento adquiere solidez. Y ha habido cambios y novedades económicas muy importantes en los USA (ver “Back to the USA”): política monetaria ultra acomodaticia, novedades estructurales importantes, como el fracking, vuelta a la normalidad financiera y al crecimiento, saneamiento de la banca, mejora de la productividad, desapalancamiento (reducción del endeudamiento) de empresas, y ahora también de particulares, recompra de acciones por parte de las compañías, etc., etc. Y todo ello, acompañado de la inexistencia de riesgos inflacionistas, ha dado base fundamental al movimiento bursátil.

Pero en esta ocasión –no siempre es así- el denominador común ha sido que, en ambos impulsos alcistas (antes y después de la ruptura de máximos históricos), no ha participado en gran medida el inversor particular. Bien por temor, bien porque tenía que dedicar el dinero a pagar deudas, bien porque aunque no tuviera deudas, tampoco tenía ahorros, todo como consecuencia de la crisis. Lo anterior habría que matizarlo, porque los inversores particulares cada vez invierten más vía fondos de inversión y de pensiones y no de forma directa en el mercado, así que sin duda gran parte del dinero que denominamos institucional pertenece a particulares. Pero no es menos cierto que los inversores minoristas que entran al calor de rentabilidades pasadas –o cuando por fin pueden empezar a ahorrar e invertir- todavía no tienen una presencia importante en la renta variable norteamericana.

Esa es, por lo tanto, la buena noticia -hay dinero a la espera de entrar- y una de las claves para que se pueda mantener la tendencia alcista. La mala es que un proceso alcista, cuando empieza a estar influido por inversores no profesionales, es inestable. Veremos mucha más volatilidad en el mercado USA de la que hemos visto hasta ahora. Asimismo, en la fase actual los profesionales también empiezan a actuar como inversores particulares, pues a gestores y asesores sus clientes les azuzan para ganar dinero, les piden estar en el mercado, quieren participar en la fiesta, lo que fuerza a los responsables de los fondos a invertir más. Por no hablar de cómo azuzan los bancos a sus clientes, aunque en ese caso para generar comisiones.

Otro aspecto importante en la fase actual, y a corto no es algo malo, es la falta de alternativas. Para un inversor norteamericano, hoy en día no hay muchas alternativas si quiere rentabilizar mínimamente su dinero. Es un país donde los depósitos se remuneran de forma lógica y un depósito a plazo es un depósito a plazo, no algo que sirve igual para un roto que para un descosido, como ocurre en España. No se ven –ni se permiten- los extratipos que hay aquí, pagados indirectamente en muchos casos por los contribuyentes y que se utilizan igual para captar clientes de las moribundas cajas de ahorros sin tener que comprarlas hasta como forma de venta cruzada de productos financieros. El caso es que en Estados Unidos, con tipos de interés a cero y con los bonos ofreciendo rentabilidades todavía muy bajas si se comparan con la renta variable, es normal que el inversor norteamericano sólo vea un camino para buscar rentabilidad: la bolsa.

La ruptura del máximo histórico de los índices norteamericanos, que se produce ya entrado el año 2013, es, desde un punto de vista técnico, muy importante, pues supone la confirmación de que estamos en un movimiento alcista de medio-largo plazo (con sus correcciones, obviamente)

Por supuesto, la tendencia alcista acabará. Alguien se quedará con el florero (*) en las manos y cara de sorpresa. Y ocurrirá abruptamente. Los mercados son cíclicos. Pero, dicho esto, en mi opinión todavía no hemos visto al inversor que compra la última acción antes de que se acabe el mercado alcista. Lo que creo que vamos a ver es un mercado mucho más volátil y con resultados que ya va a ser difícil que, como en fases anteriores, superen los dos dígitos de subida anual.

También puede haber cierta base seria para el mantenimiento de la tendencia alcista en las bolsas norteamericanas, como son, y no es poco, los resultados empresariales. Los analistas suelen ser también o excesivamente prudentes o excesivamente optimistas, y por lo que estamos viendo, las últimas predicciones eran algo pesimistas. Y eso no es malo, porque genera sorpresas positivas.

¿Y cuándo se quedará el último en entrar con el florero y la cara de sorpresa? Obviamente, todavía no sabemos el cuándo. Puede ser porque la economía acelere su crecimiento y la Fed tenga que pisar el freno hasta las tablas y se dispare el ABS, es decir, acelerar el proceso de tapering o incluso subir tipos. Y no olvidemos que tiene un balance mastodóntico como consecuencia del QE, balance que tiene que reducir. Esos bonos hay que venderlos, el banco central no puede tener ese porcentaje de la deuda del país. Y si hubiera que hacerlo deprisa y corriendo, ya verían cómo se lo toman las bolsas. Pero tranquilos: no es el caso.

Por el momento, la economía está con los inversores: el crecimiento es moderado (en el entorno del 2,8%), la inflación noestá ni se leespera (a corto plazo) –nos movemos en un sano 1%- y el paro se mantiene por encima del 6%. Si bajara de ahí, los consejeros de la Fed se moverían incómodos en sus sillones, pero no es el caso. Así que, de momento, más que un cambio de tendencia esperen un cambio de actitud: más nerviosismo, respuestas excesivas a datos que no son de otro mundo, en fin… un mercado maniaco-depresivo… pero alcista. Eso sí: tanto la madurez –no mental, sino de duración– de la tendencia alcista norteamericana como las sorpresas positivas que nos puede deparar Europa –con el grano en el trasero que es Ucrania, ciertamente– hacen que desde hace tiempo recomendemos sobreponderar el Viejo Continente (ver “La hora de Europa I y II”). Pues ahora con más motivo. Pero de Europa, que tiene su miga, hablaremos otro día.

¡Buen fin de semana!

(*) Antes de que se metan conmigo por comparar el mercado con el juego ese de ir pasándose un florero y que cuando acaba la música uno se lo queda y pierde, les diré que la frase no es mía. Es de un antiguo jefe, concretamente el tipo más listo que he conocido en mi vida. Por cierto: ahora debe ser multimillonario. Y todo a base de esfuerzo e inteligencia. Así que la frase no será ortodoxa, pero funciona.

Las primeras fases de un ciclo alcista se basan en las compras de inversores profesionales (institucionales) y, en menor medida, de expertos minoristas avezados. Pero en la bolsa norteamericana están entrando ahora inversores particulares sin mucho más asesoramiento que leerse todo lo que sale en Internet o, peor todavía, asesorados por bancos que ven en ellos una mina en comisiones. Llega la tercera pata del mercado alcista. Llegan los que se quedaron fuera y quieren parte del pastel. Apriétense los cinturones.

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