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Así es un día normal con el Pebble Time, el gran rival del Apple Watch
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José Mendiola

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Así es un día normal con el Pebble Time, el gran rival del Apple Watch

El Pebble Time sale a la venta este mismo mes, y lo hace en un momento muy especial, ya que coincidirá con la irrupción de Apple en el mercado de los relojes inteligentes

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Llegó primero y pegó dos veces. La alocada aventura del joven canadiense Eric Migicovsky salió bien, mejor de lo esperado, y con dinero prestado de sus padres, logró dar vida al Pebble, el primer smartwatch de masas. Con este expediente en sus espaldas, las expectativas sobre la segunda versión estaban en lo más alto, y este hábil emprendedor recurrió de nuevo al crowdfunding cosechando un éxito desmedido y de hecho, batiendo récords absolutos de recaudación en Kickstarter.

El Pebble Time sale a la venta este mismo mes, y lo hace en un momento muy especial, ya que coincidirá con la irrupción de Apple en el mercado de los relojes inteligentes. Una edición inesperada del David contra Goliat, aunque ninguno de los contendientes admite el evidente enfrentamiento. ¿Podrá el pequeño Pebble sobrevivir a la embestida del Watch? Hemos probado el Time y sí, parece que habrá Pebble para rato.

“Pero… ¿es mejor el Apple Watch o el Pebble Time?”. La pregunta está en la cabeza de todos, que a grandes rasgos aciertan a asimilar en primer lugar qué es un reloj inteligente y cuál conviene comprarse. Tanto Apple como Pebble han optado, como hemos apuntado, por ningunearse mutuamente. El primero por norma de la casa, pero nos interesa más la versión de los canadienses, que sostienen que su criatura no tiene nada que ver con el Apple Watch, y no les falta razón. En parte.

El Pebble es un reloj que ha ido evolucionando hasta una versión mucho más sofisticada que permite una mayor interacción con el usuario

El Pebble es un reloj avanzado que ha ido evolucionando hasta una versión mucho más sofisticada que permite una mayor interacción con el usuario, mientras que el dispositivo de Cook y compañía podría considerarse como un ordenador de muñeca.

En lo que coinciden ambos equipos (y de hecho, es norma en el segmento) es en su dependencia del móvil, que debe estar en el rango de alcance para conectarse mediante Bluetooth LE. Aquí el pequeño Pebble juega con ventaja, puesto que funciona indistintamente con iPhone o Android.

El triunfo de lo sencillo

Gran parte del éxito de Pebble se debe precisamente en hacer suyo un principio de Apple: hacer menos, pero asegurarse que lo que se hace, se haga bien. A Migicovsky y su equipo no les tembló el pulso ante la arrolladora llegada del Watch y mantuvieron el timón en una serie de elementos que resultan claves en el Pebble Time: la pantalla de tinta electrónica, una batería que dura días, un ecosistema abierto en el que además funcionan las aplicaciones del modelo anterior, y lo más importante, convertir el Time en un eficiente gestor de notificaciones.

Porque, seamos sinceros, hoy por hoy, el verdadero valor añadido de un smartwacth reside en trasladar a la muñeca el contenido más interesante del móvil sin necesidad de sacar este último del bolsillo. ¿Un objetivo poco ambicioso? Es posible, pero les aseguro que transforma, para bien, el rendimiento que puede obtener un usuario de la tecnología móvil.

El Pebble Time resulta muy discreto en la muñeca y la conexión con el móvil es sólida en todo momento. No hay fisuras en su funcionamientoy el canadiense estaba en lo cierto: lo poco que hace, lo borda. Ahora bien, ¿es poco lo que ofrece? El día con el Time arranca con una suave vibración en la muñeca, producida por Morpheuz, una de las múltiples apps disponibles que pueden instalarse y que en este caso, además de monitorizar el sueño en base al movimiento, despierta al usuario en el momento más idóneo según su ritmo circadiano.

Tras la ducha con el Pebble (sumergible hasta 30 metros) y ya en la calle comenzamos a notar el verdadero valor añadido de un reloj inteligente: un primer pitido alerta de un WhatsApp entrante que requiere nuestra respuesta. En esta versión del reloj, podemos responder directamente desde el dispositivo de tres maneras: mediante respuestas pre redactadas por el usuario, emoticonos o bien mediante un eficiente sistema de voz que traduce a palabras lo que decimos.

Con el tiempo nos vamos habituando a esta dinámica de uso: vibración y respuesta si procede, y todo dejando el móvil en un segundo plano. Este es el verdadero valor de un reloj inteligente: que se convierte en un notificador prioritario de lo más urgente y no cabe duda que estando en la muñeca, su acceso es siempre más rápido y sencillo. Ahora bien, la clave de esta eficacia reside en nuestra capacidad de aprovecharla: en mi caso, no dudé en eliminar todas las notificaciones y activar una a una las que considerara oportuno. Al final, pasaron el filtro Outlook (que a su vez notifica únicamente los correos prioritarios) y WhatsApp. El resto de las notificaciones podían esperar y, ¿lo adivinan? el Pebble Time logró eliminar el grueso del agobio que se padece por las múltiples notificaciones en el móvil: lo que no saltabaa la muñeca, no era urgente.

El as en la manga del Pebble

Pero el pequeño dispositivo cuenta también con un arma maestra que lo hace realmente útil: el Timeline. Mediante unas pocas pulsaciones arriba o abajo podremos viajar en el tiempo y así ver si mañana lloverá, pero sobre todo consultar la agenda del día siguiente. Hacia atrás, tres cuartos de lo mismo: ¿qué correos he recibido hace unas horas? Esta función es tan eficiente que Apple no ha dudado en incorporarla a su reloj en la nueva versión del sistema operativo que saldrá en otoño, aunque eso sí, bautizada como Time Travel.

En resumen, se trata de un smartwatch que sabe dónde pisa y hace bien lo que hace. ¿Insuficiente? Dependerá de las expectativas de cada uno. A su favor juegan también el precio (199 dólares frente a los 349 dólares de Apple) y la batería (5 días frente a poco más de un día). Eso si tenemos claro que el primero es un reloj muy capaz que nos puede liberar en parte del móvil, mientras que el segundo es un ordenador de muñeca que podrá hacer muchas más cosas.

Llegó primero y pegó dos veces. La alocada aventura del joven canadiense Eric Migicovsky salió bien, mejor de lo esperado, y con dinero prestado de sus padres, logró dar vida al Pebble, el primer smartwatch de masas. Con este expediente en sus espaldas, las expectativas sobre la segunda versión estaban en lo más alto, y este hábil emprendedor recurrió de nuevo al crowdfunding cosechando un éxito desmedido y de hecho, batiendo récords absolutos de recaudación en Kickstarter.

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