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"Mi jefe directo es un inútil y el gerente un psicópata. ¿Qué puedo hacer?"
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Luis Muiño

El consultorio psicológico del siglo XXI

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"Mi jefe directo es un inútil y el gerente un psicópata. ¿Qué puedo hacer?"

La única forma de sobrellevar un clima laboral tóxico es la resiliencia. Llamamos así a la capacidad que tenemos los seres humanos de seguir adelante en los malos momentos

Foto: "Mi jefe tiene una doble cara increíble". (iStock)
"Mi jefe tiene una doble cara increíble". (iStock)

"Mi jefe es un inútil. Mi jefe directo es el gerente de la empresa. Por encima de él está el director del centro. Este último es un ser de otro planeta, psicópata diagnosticado. El problema viene cuando el director y el gerente inútil se llevan a las mil maravillas (porque el segundo le baila el agua al primero). Mi gerente cambia continuamente de opinión, se reúne conmigo para realizar alguna gestión de una forma... y a los meses, vuelve a reunirse para decirte que era completamente al revés. Pide la misma información de mil formas diferentes. Me hace elaborar montones de documentos, todos primos hermanos, ya que siempre pide CASI lo mismo. Toma decisiones de las que no se acuerda. Posterga asuntos importantes y se centra en nimiedades o en los asuntos que le divierten. Aparte nos hace perder muchísimo el tiempo. Entra cada día en el despacho donde me encuentro a contar chistes, cantar, cotillear sobre el resto de trabajadores. Cualquier miseria de cualquier trabajador está deseando de contarla al resto. Tiene una doble cara increíble. No me sale reírle las gracias, no me sale ponerle una sonrisa. Eso él lo percibe, y me tiene un poco como el apestado".

"Lo peor de todo, es que siempre amenaza indirectamente con el despido. Se comporta pasivo/agresivo continuamente. Me dice que mi departamento es muy válido, pero luego continuamente quiere que me ponga un cascabel en el cuello para hacerle ver al director del centro que yo trabajo realmente. Al mismo tiempo que vende mi trabajo ante él, y se atribuye mis méritos. Mi trabajo está totalmente menospreciado. Lo peor de esta situación es que me gusta mi trabajo, tengo un puesto de responsabilidad, me gusta el salario, me gustan mis funciones, soy responsable y lo realizado de forma adecuada. Nunca he tenido una discusión por algo que yo haya hecho mal. Veo que con cualquier tensión todo es llevado al tema personal. Amenazan con el despido, y te invitan a irte de la empresa, para encima ahorrarse la indemnización. Yo no pienso abandonar, pero me tienen la cabeza consumida, y no sé cómo sobrellevarlo sin que me afecte. Gracias”

Lo primero que me surge al leer tu email es admiración. Tu capacidad de resistencia en una situación cotidiana tan dura es para quitarse el sombrero. Llevo casi treinta años haciendo psicoterapia y todavía me sigue asombrando la aptitud que tenéis muchas personas para sobrellevar situaciones estresantes. Calle 13 cantan aquello de que "Nacimos para aguantar lo que el cuerpo sostiene /Aguantamos lo que vino y aguantamos lo que viene". Y saber que tú posees una cualidad que te permite encajar los golpes de la vida es uno de los mejores aprendizajes que te puedes llevar de esta situación.

Por si te ayuda a seguir sosteniéndote en este difícil momento, te voy a contar algunas ideas que ofrece la Psicología acerca de tu capacidad. En otro artículo de este consultorio le di nombre a la facultad que te permite sobrellevar ese clima laboral tóxico: resiliencia. En aquella respuesta a otro mail de un lector hablaba de algunos de los mecanismos en los que se basa esa habilidad para "aguantar lo que nos echen": sentido del humor, apoyo social, evitación de la "horribilización", canalización de la tensión, etc.

En salud mental entendemos la resiliencia como un factor psicológico que nos permite sufrir las situaciones complicadas y, después, sobreponernos a ellas. Fíjate que en la definición incluyo la palabra "sufrir": no es una cualidad que nos sirva para mantenernos impasibles. Ser resiliente incluye pasarlo mal y venirnos abajo en muchos momentos. Por eso creo que no es posible eso que reclamas: "Sobrellevarlo sin que me afecte". Lo que sí te permitirá esa variable es aguantar el temporal y sobreponerte una vez que este pasa.

Cuando se lucha con circunstancias laborales de abuso de poder en el mundo laboral, es esencial saber que somos víctimas, no culpables

Las investigaciones encuentran que resurgimos, sobre todo, gracias a la forma en que procesamos psicológicamente lo que está ocurriendo. Los psicólogos de la Universidad de Chicago Salvatore Maddi y Suzanne Kobasa hallaron tres características fundamentales en el "Pensamiento Resiliente". En primer lugar, está el sentido del compromiso, es decir, el potencial para implicarse en metas que sentimos como propias. Cuando ponemos en marcha esta capacidad, dejamos de ser meros espectadores de nuestra vida y tomamos las riendas. Es lo que estás haciendo tú cuando dices "Yo no pienso abandonar".

No han podido machacarte gracias a tu lucidez

El segundo factor que encuentran estos investigadores es la sensación de control sobre los acontecimientos. Cuando activamos esta cualidad, nos guiamos por la convicción de que somos nosotros (y no los demás, la casualidad o el destino) quienes decidimos el curso de los acontecimientos. En tu email hay mucha lucidez y contundencia a la hora de analizar el problema laboral que estás sufriendo. Y eso forma parte de la resiliencia. Ya hablé en un artículo anterior del consultorio de la figura del "Psicópata Corporativo" y de sus brutales consecuencias psicológicas. Allí recuerdo la importancia de identificar a este tipo de jefe abusador para no caer en la trampa de la culpabilidad. Este tipo de personajes manipulan la comunicación hasta hacernos caer en la indefensión. Y eso nos lleva a perder el control sobre la situación. Tú has evitado ese peligro gracias a tu inteligencia interpersonal.

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Foto: iStock.

El psicólogo de Harvard Howard Gardner (premio Príncipe de Asturias del 2011) denominó así a la capacidad de comprender en profundidad a las personas que nos rodean. Se trata de una lucidez especial que poseen en mayor medida algunas personas y permite ir más allá de los análisis superficiales limitados a lo que los demás nos muestran de sí mismos. Como señala Gardner, la inteligencia interpersonal ayuda a resistir los malos momentos porque nos permite "leer" bien las situaciones y encontrar la causa real de nuestros problemas. Cuando se lucha con circunstancias laborales de abuso de poder en el mundo laboral, como es tu caso, es esencial saber que somos víctimas de una situación, no culpables. Tus jefes han tenido la posibilidad de machacarte psicológicamente y no lo han conseguido gracias a tu lucidez.

La tercera variable que señalan Maddi y Kobasa en el pensamiento resiliente es la posibilidad de plantearse los problemas como un desafío. Cuando ponemos en marcha nuestros mecanismos de aguante asumimos las frustraciones como parte de nuestra vida. Y afrontamos como reto sobrellevar estos malos momentos. Al igual que tú muestras en tu mail, las personas más resilientes entienden la existencia y sus contratiempos inesperados como una constante oportunidad de crecimiento, no como una agresión insufrible.

Todos tenemos un límite

Hay, de hecho, un comportamiento habitual cuando estamos siendo resilientes que ayuda a afrontar el problema como un desafío. Se trata de la negación. James Pennebaker, profesor de la Universidad de Texas en Austin, ha estudiado a fondo este mecanismo. Su conclusión es que mientras la situación límite persiste, preferimos no hablar ni pensar sobre los "finales no felices" que podríamos tener. Inhibimos las reflexiones pesimistas y la comunicación agorera: evitamos pensar o hablar sobre posibles desenlaces negativos de la situación dramática. Este investigador pone como ejemplo dos estudios de campo realizados por su equipo tras erupciones volcánicas en Sudamérica.

Las personas más resilientes entienden la existencia y sus contratiempos como una constante oportunidad de crecimiento, no como una agresión

Mientras se vivían aún los resultados de la catástrofe había mucha más gente que rechazaba ser entrevistada y se negaba a aceptar las consecuencias emocionales. Sin embargo, a los que vivían en la comunidad en la que la erupción ya había ocurrido les resultaba mucho más fácil expresar sus emociones. La negación, como nos recuerda Pennebaker, es una estrategia que nos impide que el miedo nos paralice y nos permite emprender las acciones que todavía están en nuestras manos. Es decir: es un buen factor de resiliencia que nos ayuda a tomarnos lo que está sucediendo como un desafío que podemos afrontar.

placeholder Que no te paralice el miedo. (iStock)
Que no te paralice el miedo. (iStock)

Por eso quiero recordarte que ese es el riesgo de esta facultad de sobrellevar lo malo que tenemos los seres humanos. Actuar como si se tratara de una fortaleza infinita es muy peligroso. A pesar del panegírico que le hace Calle 13 a nuestro aguante, todos tenemos un límite. Plantéate si estás llegando a él: ¿Tienes un termómetro personal con síntomas que te avisen de que ya no puedes más? La resiliencia, como cualquier otra variable humana, solo es adaptativa cuando no se convierte en nuestra única cualidad. Paracelso lo dijo hace ya siglos: "Todo es veneno, nada es veneno. Depende de la dosis".

En fin, espero que alguna de estas ideas de la Psicología sirvan para echarte una mano. Un abrazote.

"Mi jefe es un inútil. Mi jefe directo es el gerente de la empresa. Por encima de él está el director del centro. Este último es un ser de otro planeta, psicópata diagnosticado. El problema viene cuando el director y el gerente inútil se llevan a las mil maravillas (porque el segundo le baila el agua al primero). Mi gerente cambia continuamente de opinión, se reúne conmigo para realizar alguna gestión de una forma... y a los meses, vuelve a reunirse para decirte que era completamente al revés. Pide la misma información de mil formas diferentes. Me hace elaborar montones de documentos, todos primos hermanos, ya que siempre pide CASI lo mismo. Toma decisiones de las que no se acuerda. Posterga asuntos importantes y se centra en nimiedades o en los asuntos que le divierten. Aparte nos hace perder muchísimo el tiempo. Entra cada día en el despacho donde me encuentro a contar chistes, cantar, cotillear sobre el resto de trabajadores. Cualquier miseria de cualquier trabajador está deseando de contarla al resto. Tiene una doble cara increíble. No me sale reírle las gracias, no me sale ponerle una sonrisa. Eso él lo percibe, y me tiene un poco como el apestado".

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