Mi batalla contra la ELA
Por
Carta abierta a Esperanza Aguirre y a todos los que se olvidan de los demás
Usted da la clave para que entendamos cómo piensa alguien que no cree en la redistribución de la riqueza, que solo le importa lo suyo y que, en definitiva, es egoísta
Digamos que estimada Esperanza Aguirre (y demás aludidos por lo que a continuación se expone):
Me es imposible contenerme. No me queda más remedio que dirigirle esta carta. No soy el único que viene sintiendo consternación y enfado crecientes por las noticias relativas a la habitual evasión fiscal que como una plaga hace enfermar nuestro democrático Estado del bienestar. Pero usted sí es de los pocos que han reconocido con todas las letras la filosofía de vida que provoca esta injusta situación social. Y lo más sorprendente es que alardea de ello.
En una entrevista a 'Okdiario.com' hace pocos días, y tras maquillar con palabrería y desviando la atención los casos del exministro Soria y del expresidente Aznar, el periodista le hace la siguiente pregunta:
- ¿Y moralmente qué le parecen estos casos?
A continuación, usted da la clave para que entendamos cómo piensa alguien que no cree en la redistribución de la riqueza, que solo le importa lo suyo y que, en definitiva, es alguien egoísta, insolidario y que, en su caso, no merece ostentar los cargos públicos que usted ha tenido en las últimas cuatro décadas:
- ¿Que qué me parece que la gente quiera pagar menos impuestos? Pues mire, lo ha dicho Bertín [Osborne] y si yo no fuera política haría todo lo que pudiera para pagar los menos impuestos posibles. Yo creo que el dinero donde está bien es en el bolsillo de los contribuyentes, pero yo, como soy política, tengo que pagar todo lo que tengo que pagar y más.
Una panda de maleducados
Es que es de una mezquindad ese pensamiento que hiere, aunque lo haya releído mil veces. Y lo peor es que hay tantos que lo ven aceptable, que está claro que la infección se ha propagado sin control y va a ser costoso curarla. Eso si se cura, porque este país hace tiempo que confunde la picardía con el delito.
Que sepan todos aquellos que secunden sin peros esta visión de los impuestos que, sobre todo, son ustedes unos maleducados en el sentido más estricto del término. Han vivido en entornos donde las raíces de los valores democráticos, del avance racional del ser humano, nunca han llegado. Y es curioso, porque eso ocurre igual, o intuyo que más, entre bastantes personas pertenecientes a las clases más pudientes. Una pena tenerlo todo a favor y fallar en lo más básico, la concepción del ser humano como un animal social.
Si se hace como manda la ley, jamás se estará pagando demasiado o más de lo que se merece. Se estará pagando lo que corresponde
Por el perfil de lectores de este diario, puede que haya bastante gente adinerada que esté leyendo estas líneas, son las personas a quienes más me interesa dirigirme, porque entre ellos están los grandes evasores, lógicamente. Antes, doy la enhorabuena a quienes se esmeran por hacer las cosas con sentido ético, renunciando a esos cantos de sirena que Bertín y tantos otros dibujan como cotidianos en las altas esferas: crear sociedades en paraísos fiscales para evadir impuestos a la Hacienda española, es decir, para robarnos a todos. No debería ser motivo de reconocimiento hacer las cosas como se debe, pero visto el estado de las cosas, os doy mi modesto refuerzo anímico. Jamás dudéis de si no fuisteis tontos por no tomar ese atajo que os ofrecieron, ni creáis que por pagar mucho más que los defraudares sois unos pardillos. Sois doblemente ricos, económicamente y como ciudadanos.
Si se hace como manda la ley, jamás se estará pagando demasiado o más de lo que se merece. Se estará pagando lo que corresponde, y cualquiera debería sentir satisfacción por poder pagar muchísimo más que la media. Hay que desterrar la expresión “lo que me quita Hacienda”. Si Hacienda somos todos, es porque se aporta para los demás, nadie quita nada a nadie. Y debería ser un objetivo pagar altos impuestos, porque eso significaría sueldos medios mucho más altos y mayores oportunidades y coberturas sociales para todos, como ocurre en países del norte de Europa.
Así que, dirigiéndome a usted, doña Esperanza, le corrijo su frase a ver si comprende cuál es la diferencia que nunca le han explicado o que nunca ha aprendido. El objetivo no puede ser pagar “los menos impuestos posibles”, sino “pagar los impuestos que corresponde realmente”, ni más ni, por supuestísimo, menos. Que es lo que debe usted hacer siempre, sea política o no. Porque en democracia son el conjunto de ciudadanos quienes dictan cuánto aporta cada cual. Y eso es un pilar básico que usted admite alegremente no aceptar, y que dice acatar solo porque ostenta cargo público.
No todo lo reprobable es ilegal
Dirá ahora, porque en la entrevista no lo dice, que se refería a pagar lo menos posible pero siempre dentro de la legalidad, pero ahí está la trampa, ya que por mecanismos complejos que cuesta entender, no todo lo éticamente reprobable es ilegal. Y de eso se nutre la llamada ingeniería financiera, y es su vertiente más polémica e inhumana la que queda con el culo al aire con los papeles de Panamá, aunque consiga, en algunos casos, haberse salido con la suya y burlarse definitivamente de Hacienda. Nadie ha sabido decir otro uso de una cuenta 'offshore' (que se acepta como legal en sí misma) que no sea para ocultar renta y evadir impuestos. Y no sigan mirando a otro lado, porque no hay otro uso.
Para mí, estos groseros delitos fiscales deberían tener penas equiparables a los delitos mayores, porque aunque no se atenta directamente contra la vida de una persona, por ejemplo, indirectamente es evidente que se está atentando contra la salud y la prosperidad de millones de conciudadanos. Y cuando esa evasión es tan cuantiosa y se orquesta con tanto celo, veo los agravantes de ensañamiento y alevosía, y de verdad que me planteo si el castigo no debería ser de los más altos y ejemplarizantes del Código Penal.
Pero me centraré en la parte preventiva, la educación. Es en la formación de futuros ciudadanos donde se debe ser estricto con estas ideas, ya que en definitiva forma demócratas y gente preocupada en contribuir al avance de su sociedad. Pasan las legislaturas y en las escuelas se sigue sin enseñar algo tan importante.
Esa apología de la picaresca mal entendida es a la vez causa y consecuencia de tantas facturas sin IVA y chanchullos similares en la gente de a pie
Por supuesto que se pueden debatir las leyes fiscales o la actuación gubernamental. Claro que se debe exigir que no se malgaste el dinero público, pero sin tomar nada de esto como excusa. Mientras se pelea por que se oiga tu queja, se debe seguir pagando escrupulosamente según lo establecido. Luego, quien más quien menos puede chocar con Hacienda por una mala interpretación y por equis euros arriba y abajo, nos pondrán algún recargo, etcétera. Pero lo crucial es formar mentalidades donde no sea viable perseguir resquicios para pagar descaradamente y a sabiendas menos de lo que corresponde. Porque se nos roba a todos.
Las desgravaciones tienen un espíritu en sí mismas, y si alguien se acoge a una debe saber que está dentro del grupo que se busca beneficiar. Te beneficias por aportar, a lo largo del año y de un modo directo, alguna ayuda al tejido económico o social del Estado, de tal manera que no merece salir tanto dinero de tu renta cuando rindes cuentas. Por eso es tan repugnante que alguien se acoja con alguna trampa adrede a estas deducciones si no le corresponden. Y debemos empezar a afeárselo los demás en los círculos privados. Porque me temo que, como Cospedal y compañía a Soria, se sigue aplaudiendo y protegiendo al que va de listillo.
Por cierto, que sepa que esa imagen de Soria en el PP de Canarias me ha hecho casi tanto daño como escuchar sus palabras en 'okdiario.com', doña Esperanza. Y esa apología de la picaresca mal entendida es a la vez causa y consecuencia de tantas facturas sin IVA y chanchullos similares en la gente de a pie. Solo hay una cosa más triste que asistir a la retahíla de delitos de que se acusa a su protegido Granados, entrar a un bar y escuchar a dos señores hablando y diciendo en voz alta que si ellos pudieran, harían lo mismo, y ver carcajadas cómplices de otros clientes.
Una actitud que atenta contra lo que somos
En el caso de que me preste atención, quizá piense que soy un exagerado por acusarla de fomentar estas actitudes. O quizá que soy un ingenuo o demasiado bueno o biempensante. O que digo obviedades o perogrulladas. Pienso que detrás de todos estos escándalos que vamos conociendo, se está desaprovechando la oportunidad de hacer pedagogía al respecto. Y usted me lo ha puesto a huevo. No me siento adalid de la ética ciudadana, ni mucho menos, pero cuando algo se siente y se ve con tanta claridad y se tiene un altavoz como este, es obligatorio aprovecharlo.
Quizá, conociendo su normal proceder, pase al ataque, y aunque solo sea en privado, me tache de resentido, de sociata, de bolivariano, de soviético, de demagogo, de naranjito, de podemita, de populista, de desesperado por mi enfermedad. O de sectario o totalitario, en uno de esos asombrosos giros que acostumbra a dar para desviar los golpes. Quizá se autoconvenza de que esto es algo personal y que tiene que ver con sus enfrentamientos pretéritos con la unidad de ELA del Carlos III, o haga alguna simplificación similar para ningunear mis argumentos.
Hasta el individualismo del ser humano depende en democracia del acuerdo del colectivo, lo que va en contra del egoísmo social que emana de su frase
Quizás abandere su confesado liberalismo radical para defender esas palabras sobre el pago de impuestos, sin darse cuenta de que en el país más liberal del mundo, Estados Unidos, serían aún peor vistas. El añorado individualismo liberal solo es posible si se cumple con el espíritu de la ley sin trampas, porque se parte del convencimiento moral de que es esa ley la única que otorga la libertad individual. Es decir, hasta el individualismo del ser humano depende en democracia del acuerdo del colectivo, lo que va en contra del egoísmo social que emana de su frase.
Por supuesto, libre es de reaccionar como quiera, y digo lo mismo a los aludidos, que a veces animan este foro. Solo tienen que repasar este blog para saber que no digo nada que pueda sorprender sobre mi forma de ver la sociedad. Hoy hablo como periodista y sobre todo como ciudadano, y esto mismo se lo habría dicho igual antes de ser enfermo dependiente. Por eso no quiero personalizar en la ELA esta vez, ni poner ejemplos de la cantidad de inversiones públicas que no se pueden hacer para asistencia e investigación mientras millones de euros son evadidos bajo la premisa egoísta de que “Hacienda ya me quita demasiado y quiero pagar lo menos posible”.
Pero sí voy a acabar diciéndole por qué veo así las cosas. Yo soy madrileño, con cuatro abuelos humildes, tres de ellos inmigrantes extremeños. Mis padres se ganaron prosperar de la mano de este país y yo jamás les vi pisar a nadie para hacerlo. En cambio, sí tengo el soniquete contrario, de fugaces acusaciones externas por falta de ambición. No hay que olvidar que yo era niño en la España del pelotazo.
Pues bien, mi padre es economista, y tengo el recuerdo de que por estas fechas cada año, eran las únicas veces que le veía trabajar en casa. Haciendo papeleos, con su calculadora eléctrica que lanzaba metros de papel de bobina al suelo donde los niños jugábamos. Cuando fui creciendo, entendí que lo que hacía era la declaración de la renta de varios familiares y amigos. Sin pedir nada a cambio, por el compromiso de ayudar a gente que lo necesita. De la misma manera altruista que mi madre, de gran destreza escribiendo a máquina, mecanografiaba trabajos de compañeros y amigos de cualquiera de sus cuatro hijos, gente que no tenía cómo hacerlo o que no podía pagar a un tercero. La lista de ejemplos es larga y conozco más familias así, donde nunca entrará una cuenta en Panamá. Y si lo hace, al dueño le costará el repudio, porque atenta contra lo que somos y cómo se nos ha formado. Como ve, no todos somos como se cree Bertín.
Somos buena gente
Para los listillos de turno, mis padres serán dos tontos que no saben aprovecharse de las necesidades del prójimo. Para estos listillos, el prójimo siempre es sospechoso de ser un aprovechado, y cualquier abuso puntual (y punible, por supuesto) en una ayuda prestada, se alega para generalizar y afirmar que, por ejemplo, las subvenciones o la inversión pública crean vagos y mantenidos. Olvidándose de lo más importante, como que por ejemplo, gracias a los impuestos de todos, mis padres pueden tener cuatro hijos universitarios.
Todo vale para justificar el intento a toda costa de pagar menos impuestos, como enseñan en las escuelas de negocios y facultades punteras, relegando a un papel marginal la responsabilidad social de la empresa, que debería ser lo prioritario a la altura de los beneficios.
Así que, doña Esperanza y demás maleducados fiscales, les deseo que si se dan cuenta del error en su forma de ver este asunto, no sea por un revés traumático e inesperado de la vida, porque no le deseo el mal a nadie y el 'shock' sería doble. Y lamento el dolor que sentirán si, llegado el caso, alguna vez frente a un espejo su conciencia les dicta que están muy equivocados en este tema. Algunos no tenemos más juez que ese y, aunque somos tan imperfectos como cualquiera, nos esforzamos diariamente todo lo posible para nunca vernos en esa tesitura. No sé si tontos o listos, pero de vez en cuando alguien nos recuerda nuestra mayor riqueza: que somos buena gente.
*Si desea colaborar en la lucha contra la ELA, puede hacerlo en la web del Proyecto MinE, una iniciativa para apoyar la investigación que parte de los propios enfermos.
Digamos que estimada Esperanza Aguirre (y demás aludidos por lo que a continuación se expone):