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El enemigo en casa: por qué la policía debió detener a Joaquín Reyes
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Carlos Prieto

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El enemigo en casa: por qué la policía debió detener a Joaquín Reyes

Cuando la maquinaria folclórica pierde el control

Foto: Puchi en Madrid, el enemigo en casa (EFE)
Puchi en Madrid, el enemigo en casa (EFE)

Una semana que empieza con Marta Sánchez haciendo una versión desgarradora del himno de España, solo podía acabar como el rosario de la aurora, y así ha sido, con Joaquín Reyes denunciado a la policía tras ser confundido con Puigdemont mientras rodaba un sketch disfrazado de Puchi.

Sí, suena absurdo que la policía se tome en serio la denuncia de un vecino que dice haber visto a Puigdemont blandiendo una estelada en un parque de Torrejón, y seguro que solo era una comprobación rutinaria, pero como metáfora encaja como un guante en la lógica de los acontecimientos, en esta escalada de eventos disparatados que nos envuelve; es más, puede que lo de Joaquín Reyes se haya quedado corto: quizá la negligencia policial fuera no haberle detenido...

He aquí las explicaciones de Joaquín Reyes sobre el operativo policial (todas ellas son delirantes, pero la número 3 podría ser el chiste del mes):

El hombre que me denunció me dijo que no estaba la situación para bromitas

1) "No estoy detenido ni bajo arresto domiciliario, pero sí que he pasado sustico. Yo estaba grabando mis chuminadas manchegas y, de repente, vienen seis agentes andando hacía mí”.

2) "No me han esposado ni nada, porque descubrieron rápido el pastel. He podido hablar con el hombre que ha llamado y me dijo que 'no estaba la situación para bromitas”.

3) "Pensé que venían por lo de los Goya".

Al margen de la loca posibilidad de que los agentes detuvieran a Joaquín Reyes como castigo por su aparatosa presentación de la gala de los Goya, la frase clave aquí la ha dado el vecino que denunció al cómico a la policía: NO ESTÁ LA SITUACIÓN PARA BROMITAS.

¿Y cuál es exactamente la situación? Pues una mezcla agitada de dos ingredientes: un poquito de represión y un poquito de explosión folclórica generada por el quilombo catalán. El caso es que esta semana hemos tocado fondo (fondo o techo, según se mire).

placeholder Joaquín Reyes imita a Puigdemont en un sketch para 'El Intermedio'.
Joaquín Reyes imita a Puigdemont en un sketch para 'El Intermedio'.

Máximo respeto

Fue acabar Marta Sánchez de cantar, y proceder Ifema a descolgar las fotografías sobre “presos políticos” (de Junqueras a los Jordis, pasando por anarquistas varios) que Santiago Sierra iba a exponer en ARCO. Era la primera vez en 37 ediciones de ARCO que una obra no llegaba siquiera e exponerse, lo que da una idea precisa de la deriva estrepitosa en la que estamos cayendo.

La obra ha sido censurada porque NO ESTÁ LA SITUACIÓN PARA BROMITAS, aunque el remedio ha sido peor que la enfermedad: la verdadera BROMITA fueron las explicaciones oficiales para justificar el ‘censuridicio’... Ifema dijo que la decisión de censurar se hacía “desde el máximo respeto a la libertad de expresión” (lo que si no es la gilipollez más grande del año, se le parece mucho), mientras PP y PSOE se mostraban a favor de la censura... para recular posteriormente dada la magnitud del escándalo (artículo del ‘New York Times’ incluido analizando qué demonios le pasa a España con la libertad de expresión).

Nos movemos entre la represión por hacer bromitas y las ganas de partirnos de risa

Así que finalmente salieron todos en tromba a decir que todo había sido un enorme malentendido, que nadie había pedido censurar nada y que pelillos a la mar: “Lamentamos y pedimos sinceras disculpas ante la controversia que se ha producido consecuencia de la petición a una galería para la retirada de una obra, que en ningún caso perseguía ejercer ninguna censura a la creación, aun cuando la percepción pública haya sido ésta”, explicó Ifema (eso sí, de volver a colgar la obra, nasti de plasti).

La cosa está madura, por tanto, para que el presidente de Ifema diga que las fotografías se cayeron solas, que a él le gusta tanto la obra de Santiago Sierra que se va a colgar una fotografía gigante de Junqueras en el salón de su casa y que ¡Visca Catalunya lliure!

La esquizofrenia nacional es ahora mismo la siguiente: por un lado, nos alertan de que NO ESTÁ LA SITUACIÓN PARA BROMITAS, y que cualquier bromita puede acabar mal (con un rapero en la cárcel, un artista censurado o un cómico al que la policía le arranca la peluca para comprobar que no es Puchi), pero, por el otro, los debates identitarios -y toda España es ahora mismo un enloquecido foro identitario- tienden siempre a la exageración folclórica, es decir, al chiste.

En esa tensión política nos movemos, entre la represión por hacer bromitas y las ganas de partirnos de risa, tensión que quizá solo pueda resolverse con una pasada de rosca total y absoluta… como la siguiente:

1) Detener de verdad a Joaquín Reyes tras confundirlo con Puigdemont, juzgarlo en la Audiencia Nacional y condenarle a varios años de cárcel.

2) Que Puigdemont aproveche el vacío de poder para a) volver a España de tapadillo, b) caracterizarse como Joaquín Reyes, c) suplantar su identidad, d) liarse con su mujer, e) llevar a sus hijos al colegio y leerles poesía catalana en la intimidad (“pero, papá, ¿qué leches haces?, ¿estás bien?”) y f), en un giro imposible de los acontecimientos, rodar un sketch imitando a Puigdemont en un parque de Torrejón y que aparezcan por ahí seis maderos a detenerle... Entonces se produciría un cortocircuito en el espacio/tiempo que congelaría el quilombo territorial para los próximos cien años...

PD: Pss, pss, Joaquín, sé que es una faena que tengas que ir a la cárcel para que se solucione este feo asunto, pero hazlo por el bien de todos los españoles, por favor, entiende que como sigamos hablando sin parar sobre Cataluña, el himno y la identidad de España, la gente va a empezar a tirarse por las ventanas

Una semana que empieza con Marta Sánchez haciendo una versión desgarradora del himno de España, solo podía acabar como el rosario de la aurora, y así ha sido, con Joaquín Reyes denunciado a la policía tras ser confundido con Puigdemont mientras rodaba un sketch disfrazado de Puchi.

Joaquín Reyes