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Conservadores contra capitalistas "delirantes": la apuesta de David Brooks
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El erizo y el zorro

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Ramón González Férriz

Conservadores contra capitalistas "delirantes": la apuesta de David Brooks

El tejido social se ha roto. Cada vez más gente en Estados Unidos vive sola, se automedica con tranquilizantes, se suicida...

Foto: Detalle de la portada del libro 'El camino al carácter', de David Brooks
Detalle de la portada del libro 'El camino al carácter', de David Brooks

La semana pasada, David Brooks pasó por Madrid y dio una charla en el Aspen Institute de España (puede verse en vídeo aquí) sobre la política y la cultura estadounidenses en la era de Trump. Brooks es un columnista conservador del 'New York Times' (aunque este es un medio progresista, siempre cuenta con un par de comentaristas que contradicen la línea editorial del periódico, aunque Brooks comparte con esta las duras críticas a Trump). Ha escrito algunos libros siempre interesantes. 'Bobos en el paraíso' (Grijalbo, 2001), el más brillante, es un retrato de la clase social que ha triunfado en Estados Unidos aunando un estilo de vida bohemio -ecologista, aficionado a la cultura pop, progresista en cuestiones morales y religiosas- con una firme integración burguesa en la economía capitalista -suele trabajar en el sector de las nuevas tecnologías, las profesiones creativas o en versiones buenistas de sectores tradicionales como las finanzas o la abogacía-. Es un retrato duro y sarcástico de los pijos de izquierdas, pero también una mirada comprensiva e irónica.

'El animal social' (Ediciones B, 2012) fue un intento algo fallido de aunar la novela y las ciencias sociales: en él las decisiones vitales de sus personajes de ficción -qué estudiar, con quién casarse, dónde instalarse-, se intentan explicar a través de los últimos descubrimientos de la neurociencia, la economía conductista o la psicología evolutiva, para demostrar en qué medida estamos sometidos a nuestros rasgos demográficos. En 'El camino al carácter' (Océano, 2016), un libro que raya la autoayuda, Brooks exalta determinadas virtudes morales tradicionales que opone a lo que considerala la frivolidad y el narcisismo insoportables de la sociedad estadounidense actual. Este tema fue el centro de su charla.

Foto: Donald Trump, en Florida durante la Super Bowl. (Reuters) Opinión
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Brooks es un conservador preocupado. Es inequívocamente un hombre de la élite -además de columnista en el 'New York Times', da clases en la Universidad de Yale y se codea con toda la clase política e intelectual estadounidense-, pero siente que esa élite se ha olvidado de las personas comunes y las ha arrojado en manos de alguien como Donald Trump. Brooks cree en el capitalismo, pero piensa que en las últimas décadas este ha apostado por un individualismo delirante que, en su afán por maximizar los beneficios económicos, ha aniquilado la autoestima de muchas personas sin éxito y ha destruido las comunidades. Además, considera que vivimos en una era profundamente narcisista: todo el mundo está obsesionado con triunfar, y si no lo consigue, al menos vive entregado a reivindicar en todo momento su singularidad como individuo, y su derecho a ser como es, aunque lo haga mediante actividades antisociales. El tejido social se ha roto. Cada vez más gente en Estados Unidos, explicó con innumerables datos, vive sola, se automedica con tranquilizantes, se suicida.

Recuperar el sentido común

Brooks, como buen conservador, aboga por un regreso al sentido común. Si fuera europeo, afirmó, probablemente sería un democristiano. Pero sus críticas al capitalismo actual se parecen en el fondo, aunque no en la forma, a las que hace la izquierda europea. La locura financiera y mediática y una política basada en el bipartidismo han quebrado los supuestos de una vida razonable, modesta, buena y solidaria. Según él, hay que recuperar los afectos que han desaparecido de la vida pública, el compromiso con tu comunidad además de con tu proyecto de vida individual, la responsabilidad moral y económica frente al imperio de la frivolidad. Brooks no es ni mucho menos un radical revolucionario, no quiere destruir el capitalismo ni aspira a que el gobierno resuelva todos los problemas de los individuos, pero sí cree que este debe volver a asegurar un mínimo irrenunciable: si queremos tomarnos en serio la meritocracia el sistema debe ayudar a los más desfavorecidos. Y debe cerciorarse de que incluso quienes no tienen unos méritos especiales vean su propia vida como algo digno y valioso.

Desde Reagan el ideario republicano se basó en un dogma: menos impuestos, menos gobierno, si no triunfas es porque eres un poco tonto

Este es un giro curioso, aunque no exactamente una novedad, en el republicanismo estadounidense. Desde la era Reagan, el ideario republicano se basó en un dogma que los conservadores de ese país han repetido sin cesar: menos impuestos, menos gobierno, si no triunfas quizá es porque eres un poco tonto, y el libre comercio como la clave de todo. Pero el republicanismo, sostiene Brooks, asumió estas ideas como si fueran las únicas realmente importantes y, simplemente, dejó de pensar. Y pasó lo que siempre pasa cuando se deja de pensar: la posible pizca de verdad que hubiera ahí se fue difuminando, acabó siendo un tópico indemostrable; y cuando llegó alguien con cierto talento, como Donald Trump, destruyó este discurso y lo reemplazó por otro, en muchos sentidos aún peor.

placeholder David Brooks
David Brooks

Pero, sobre todo, Trump ha cambiado el estilo tradicional conservador, su carácter más prototípico, por uno mucho peor (creo que Brooks embellece el estilo y el carácter del conservadurismo, pero esa es otra cuestión). Ha sustituido las virtudes morales clásicas por la falta de empatía, la chulería, la obsesión por ganar, la exaltación del ego y, como decía, la frivolidad y el narcisismo. Brooks reivindica a personajes históricos como Edmund Burke (el inventor de un conservadurismo basado en la duda y la prudencia) y Alexander Hamilton (uno de los padres de la patria estadounidense, inmigrante caribeño y partidario de una meritocracia apoyada por las instituciones). Trump es exactamente lo contrario a eso. Es todo lo contrario a un conservadurismo compasivo, solidario y espiritual. Lo cual concuerda perfectamente con el estado de la cultura y los valores de la sociedad estadounidense actual.

Brooks quiere dar voz al sentido común que mezcla la eficiencia económica con una religiosidad laxa y detesta toda radicalidad o estridencia

Brooks es detestado por muchos progresistas estadounidenses (los columnistas conservadores del New York Times suelen ser odiados, muchos lectores del periódico preferirían que no estuvieran ahí). A veces parece que quiere ser la voz del sentido común, una especie de encarnación de las virtudes pequeñoburguesas que mezcla la eficiencia económica con una religiosidad laxa y sentimental y que detestan cualquier expresión de radicalidad o estridencia. Pero esta búsqueda del centro, a mi modo de ver, tiene sentido en sí misma. Con demasiada frecuencia, se piensa que los centristas carecen de convicciones fuertes cuando, en realidad, muchos centristas tienen convicciones muy sólidas, pero moderadas. Brooks se mofó con acierto e ironía de los bohemios burgueses que vamos entrando en años y estamos un poco perplejos con la forma que han ido adoptando nuestra vida y nuestras ideas. Pero si Brooks se acerca al centro desde el conservadurismo, quienes lo vamos haciendo desde el progresismo también debemos recordar las virtudes de esa posición. Quizá no llame la atención en las tertulias, quizá carezcan del glamur de la radicalidad chic, quizá simplemente sea un muermo. Pero la mayoría de las veces el muermo es preferible al drama.

Las columnas de Brooks son mejores que sus libros (con la excepción de 'Bobos en el paraíso'). Se publican los martes y los viernes en nytimes.com. No se las pierdan.

La semana pasada, David Brooks pasó por Madrid y dio una charla en el Aspen Institute de España (puede verse en vídeo aquí) sobre la política y la cultura estadounidenses en la era de Trump. Brooks es un columnista conservador del 'New York Times' (aunque este es un medio progresista, siempre cuenta con un par de comentaristas que contradicen la línea editorial del periódico, aunque Brooks comparte con esta las duras críticas a Trump). Ha escrito algunos libros siempre interesantes. 'Bobos en el paraíso' (Grijalbo, 2001), el más brillante, es un retrato de la clase social que ha triunfado en Estados Unidos aunando un estilo de vida bohemio -ecologista, aficionado a la cultura pop, progresista en cuestiones morales y religiosas- con una firme integración burguesa en la economía capitalista -suele trabajar en el sector de las nuevas tecnologías, las profesiones creativas o en versiones buenistas de sectores tradicionales como las finanzas o la abogacía-. Es un retrato duro y sarcástico de los pijos de izquierdas, pero también una mirada comprensiva e irónica.

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