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Tres cosas que aprendí leyendo 'El arte de la guerra'
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Ramón González Férriz

El erizo y el zorro

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Tres cosas que aprendí leyendo 'El arte de la guerra'

¿Puede un libro que tiene más de 2.000 años decirnos algo sobre nuestras estrategias profesionales e, incluso, sobre nuestra alma?

Foto: Guerrero de terracota de la tumba de Qin Shi Huan, en China. (Reuters)
Guerrero de terracota de la tumba de Qin Shi Huan, en China. (Reuters)

El destino de 'El arte de la guerra' ha sido extraño. Suele atribuirse a Sun Tzu, que sirvió en la corte del rey Wu a finales del siglo VI antes de Cristo, pero seguramente es una ficción y en realidad el texto fue escrito por muchas manos, varió a lo largo de los siglos, y su atribución a un legendario militar fue un intento de rodearlo de mitología.

En todo caso, sí se sabe que el librito —cuyo texto apenas ocupa 100 páginas en la nueva y cuidada edición de la editorial Reverté— fue utilizado durante dos milenios como manual para generales. No solo en la China antigua. Se dice que lo usaron tanto Ho Chi Minh en su guerra por la independencia de Vietnam, y luego contra los estadounidenses, como Mao Tse Tung en la guerra civil china que desembocó en la revolución comunista. Es leído como libro de texto en la academia militar de West Point, y James Mattis, el exsecretario de Defensa estadounidense con Donald Trump, lo considera la obra de referencia para el cuerpo de marines.

Hasta aquí, todo normal para un libro de estrategia bélica. Lo raro es que, en su larga vida, ha acabado convirtiéndose en un manual de autoayuda.

placeholder 'El arte de la guerra'. (Reverté)
'El arte de la guerra'. (Reverté)

Es sintomático que esta nueva edición en español la haya publicado una editorial dedicada al 'management' empresarial. De hecho, la Harvard Business School también lo considera un libro de texto y se han hecho numerosas versiones aplicadas a los negocios y la actitud personal en la empresa y la inversión. Las hay en inglés dedicadas al “éxito y el liderazgo en el mundo moderno”. En castellano se acaba de publicar 'El arte de la guerra entre empresas'. Y también en inglés hay un libro para alentar la creatividad personal que se presenta como 'Sun Tzu para el alma'.

Pero ¿puede un libro que tiene más de 2.000 años decirnos algo sobre nuestras estrategias profesionales e, incluso, sobre nuestra alma?

Soy el primer sorprendido, pero la respuesta es: puede ser.

El arte del engaño

La lección inicial de Sun Tzu es fácil: “La guerra es el arte del engaño”. Para ganar una guerra (¿o un conflicto laboral, o un enfrentamiento personal?) hay que mentir constantemente. “Si eres capaz, finge incapacidad; y cuando despliegues tropas, aparenta no tener planes. Cuando estés cerca, finge estar lejos; y, cuando estés lejos, aparenta estar cerca”. Además, para que una guerra sea provechosa, debe ser corta. Los choques largos son caros, desmoralizadores y encima, aunque se ganen, el desgaste es tal que la victoria sabe a poco: “No hay ni un solo caso en el que la Corte haya obtenido ventajas de una guerra prolongada”.

Pero la lección más importante es que la mejor manera de ganar una guerra es no tener que librarla

Pero la lección más importante de 'El arte de la guerra' es otra. Una que tiene una traducción fácil a la vida civil: la mejor manera de ganar una guerra es no tener que librarla. “Obtener cien victorias en cien batallas no es el mejor resultado posible. Lo mejor es dominar a las tropas enemigas sin enfrentarse a ellas en el campo de batalla”, dice Sun Tzu. “El buen estadista doblegará al enemigo sin siquiera entablar batalla. Se hará con las ciudades sin asaltarlas, y someterá a la casa gobernante sin necesidad de prolongados enfrentamientos”. Y aquí viene el colofón: “Porque siempre, cuando se lucha por la supremacía, el éxito significa mantenerse intacto”.

Sun Tzu insiste en que para eso hacen falta espías. Muchos espías: los gobernantes con frecuencia son reacios a gastar dinero en ellos, pero los militares saben que no hay dinero mejor invertido, sobre todo si se quiere ganar la guerra sin tener que librar una sola batalla.

Los gobernantes con frecuencia son reacios a gastar dinero en espías, pero los militares saben que no hay dinero mejor invertido

No había leído 'El arte de la guerra' hasta ahora y siempre había sido escéptico con quienes lo citaban. Pero la verdad es que tiene su gracia, incluso para quienes creemos que la vida se parece muy poco a una guerra. Cuando leemos ciertos libros buscando ayuda, con todo, no solemos tanto descubrir cosas como encontrar formulaciones más precisas de lo que ya intuíamos, pero no habíamos puesto en palabras. En todo caso, estas son las tres cosas que me han resultado más útiles de 'El arte de la guerra'. Están muy interrelacionadas. Y parecen pensadas para alguien con mi carácter:

-Hay que ser extraordinariamente adaptable. Hay momentos para utilizar tácticas ortodoxas y situaciones que requieren otras completamente heterodoxas. Saber distinguir qué exige cada momento es lo que te hace sensato.

-El conocimiento es clave. Pero no solo conocer al adversario. Aún más importante es conocerte a ti mismo: saber exactamente cuáles son tus fuerzas, cuáles tus puntos flacos y qué estás dispuesto a sacrificar en cada momento.

-No hay dos batallas iguales, todas son únicas y dependen de elementos incontrolables como el clima, el territorio, tus conocimientos sobre el adversario y tus recursos y moral. A pesar de ello, haber estudiado bien las batallas del pasado puede ayudarte a vencer.

Tengo una biblioteca de libros de autoayuda pequeña y rara. En ella están 'El príncipe' de Maquiavelo y las 'Meditaciones' de Marco Aurelio. Los trabajos de Kahneman y Tversky no son exactamente autoayuda, como no lo es la obra sobre economía conductiva de Richard Thaler, pero todos hablan de algo que me importa en mi vida cotidiana: ¿por qué nos equivocamos todo el rato? Montaigne no explica tanto por qué nos equivocamos como por qué debemos ser tolerantes con nosotros mismos y los demás cuando metemos la pata. El único libro universalmente reconocido como autoayuda que está en esa pequeña biblioteca es 'Usted puede ser lo bueno que quiera ser' de Paul Arden: no lo he releído en una década, pero en un momento de mi vida me ayudó a salir de un agujero. Ahora, he sumado a esos libros 'El arte de la guerra'. ¿Intentar ganar la guerra sin librar ni una sola batalla? La verdad es que es una gran idea.

El destino de 'El arte de la guerra' ha sido extraño. Suele atribuirse a Sun Tzu, que sirvió en la corte del rey Wu a finales del siglo VI antes de Cristo, pero seguramente es una ficción y en realidad el texto fue escrito por muchas manos, varió a lo largo de los siglos, y su atribución a un legendario militar fue un intento de rodearlo de mitología.