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Cien años de 'El gran Gatsby': la novela que imaginó la América de Trump
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Ramón González Férriz

El erizo y el zorro

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Cien años de 'El gran Gatsby': la novela que imaginó la América de Trump

Reflejó como muy pocos libros las diferencias sociales, el poder del dinero y el atractivo de la celebridad y la ostentación que hoy vuelven a regir Estados Unidos

Foto: Ejemplares de la novela en el Cine de Gold Coast de Nueva York durante la presentación de la película rodada en 2013. (Getty/Thomas Concordia)
Ejemplares de la novela en el Cine de Gold Coast de Nueva York durante la presentación de la película rodada en 2013. (Getty/Thomas Concordia)
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Mientras estudiaba en la universidad, Francis Scott Fitzgerald se enamoró de una chica de la alta sociedad de Chicago. Salieron durante varios años. Pero al cabo de un tiempo, el padre de ella intervino: su relación no tenía futuro, le dijo, "porque los chavales pobres no deberían ni pensar en casarse con chicas ricas". Fitzgerald, desesperado, se marchó a Europa a luchar en la Primera Guerra Mundial. En contra de lo que esperaba, sobrevivió, y cuando regresó a Estados Unidos se convirtió en uno de los más célebres, modernos y frívolos escritores jóvenes del momento. Ganaba cantidades enormes de dinero que dilapidaba en fiestas y hoteles. Y empezó a rondarle una historia para la que sería su tercera novela, El gran Gatsby. Más tarde se la resumió a un amigo así: "La idea central de Gatsby es la injusticia de que un joven pobre no pueda casarse con una chica con dinero. Ese tema aparece una y otra vez porque lo he vivido".

Esta semana, la novela cumple cien años. La acabo de releer. Lo asombroso no es que siga siendo una obra maestra y un retrato extraordinario de las locuras que se pueden hacer por amor. Es que retrata de una manera increíble la América actual.

La historia es conocida. Gatsby, un chaval con pocos recursos que ha combatido en la Primera Guerra Mundial, se hace rico con el contrabando de alcohol en los años de la prohibición. Se instala en una mansión en la zona cercana a Nueva York en la que viven los grandes magnates de la época, y celebra fiestas a las que acuden cientos de personas que ni siquiera han sido invitadas. Todo lo hace para recuperar a Daisy, una chica rica de la que estuvo enamorado pero con la que no pudo casarse por su falta de recursos. Ahora ella está casada con el descendiente de una vieja familia de millonarios. ¿Podrá Gatsby recuperarla al fin? La historia acaba en tragedia, pero por el camino Fitzgerald hace un retrato sorprendentemente vigente de las relaciones sociales estadounidenses, que hoy —en tiempos de oligarcas, el resurgimiento de la virilidad bro, la aceptación generalizada de la corrupción, la idolatría de la celebridad y el lujo un poco hortera— parecen solo un poco menos crudas que entonces.

'El gran Gatsby' refleja que los ricos no son como usted o como yo. No es solo que tengan más dinero, es que están hechos de otra manera

Porque El gran Gatsby refleja que los ricos no son como usted o como yo. No es solo que tengan más dinero, es que están hechos de otra manera. Tom, el marido de Daisy, juega al polo, siente atracción por las amantes de clase baja y cree que su racismo tiene causas estrictamente científicas, pero más allá de eso sabe que es impune por el mero hecho de ser rico. Eso hace que su matrimonio sea ajeno a los males que provoca. "Eran gente indiferente, Tom y Daisy —dice el narrador—, destrozaban cosas y personas y después se refugiaban en su dinero o su inmensa indiferencia, o lo que fuera que les mantuviera unidos, y hacían que otra gente arreglara los desastres que ellos habían provocado".

El narrador sabe que no pertenece a su mundo, pero se siente atraído por la riqueza. De modo que escoge el camino lógico: meterse en el sector de las finanzas y convertirse en trader de bonos; como los jóvenes que hoy siguen el mismo camino, puede ganar mucho dinero, pero es consciente de la frontera que hay entre ganarse muy bien la vida y ser rico. La chica con la que sale es una famosa flapper, las mujeres de hace un siglo que bailaban jazz, bebían en público y no ocultaban su sexualidad, pero él siente que solo está con él porque en el fondo se siente intimidada por los hombres ricos y listos; sin embargo, al final, se compromete con otro, presumiblemente rico.

placeholder Fotografía de Scott Fitzgerald en 1925. (Getty Images/Hulton Archive)
Fotografía de Scott Fitzgerald en 1925. (Getty Images/Hulton Archive)

Y luego, claro, está Gatsby. El hombre que se hace rico por rencor contra los ricos. El hombre que incurre en toda clase de ilegalidades porque da un poco igual de dónde procede tu fortuna: esta te hace inmune. El hombre que siente que quiere recuperar el pasado y está convencido de que el dinero le permitirá hacerlo: "¿Que no se puede repetir el pasado?", dice. "¡Por supuesto que se puede!" La mezcla de glamour, ilegalidad y violencia lo impregna todo. Son hombres, dice el narrador, que llevaron el salvajismo "de los burdeles y las tabernas" del Oeste a los sofisticados y refinados hoteles de lujo de ciudades como Nueva York.

El narrador se siente "atraído y repelido por la inagotable variedad de la vida". Es un poco lo que nos pasa a nosotros ahora mismo con ese extraña corte de millonarios que quieren cambiar el mundo para ajustarlo un poco más a sus manías, sus obsesiones y, por supuesto, a su necesidad de acumular más riqueza. Quizá ninguno de ellos acabe de manera tan trágica como Gatsby, que lo hizo todo solo por el amor de una muchacha rica. Pero extrañamente, la novela, publicada ahora hace cien años, consigue reflejarles.

Mientras estudiaba en la universidad, Francis Scott Fitzgerald se enamoró de una chica de la alta sociedad de Chicago. Salieron durante varios años. Pero al cabo de un tiempo, el padre de ella intervino: su relación no tenía futuro, le dijo, "porque los chavales pobres no deberían ni pensar en casarse con chicas ricas". Fitzgerald, desesperado, se marchó a Europa a luchar en la Primera Guerra Mundial. En contra de lo que esperaba, sobrevivió, y cuando regresó a Estados Unidos se convirtió en uno de los más célebres, modernos y frívolos escritores jóvenes del momento. Ganaba cantidades enormes de dinero que dilapidaba en fiestas y hoteles. Y empezó a rondarle una historia para la que sería su tercera novela, El gran Gatsby. Más tarde se la resumió a un amigo así: "La idea central de Gatsby es la injusticia de que un joven pobre no pueda casarse con una chica con dinero. Ese tema aparece una y otra vez porque lo he vivido".

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