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'Falcó', un 'best seller' de Pérez-Reverte impecable e inaceptable para la izquierda
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Alberto Olmos

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'Falcó', un 'best seller' de Pérez-Reverte impecable e inaceptable para la izquierda

Después de Alatriste, llega Lorenzo Falcó, nuevo personaje viril y de vuelta de todo con el que Arturo Pérez-Reverte repasará -previsiblemente- la historia de España de los años 30 y 40

Foto: Arturo Pérez-Reverte. Foto: EFE Sergio Barrenechea
Arturo Pérez-Reverte. Foto: EFE Sergio Barrenechea

Se ha recrudecido en los últimos años la división entre novela de género o best seller y novela sin adjetivos, como la llamaba Cela. Ahora esa novela desadjetivada tiene un adjetivo redundante: literaria. Ha cuajado de tal forma esta denominación desconcertante, que en la web de algunos grandes grupos editoriales ya se usa el calificativo “novela literaria” para prevenir a los lectores sobre las características -entendemos que arduas- de determinados libros.

Foto: Discos de Bob Dylan. (EFE) Opinión

La etiqueta procede, cómo no, del inglés: “literary fiction”, y habría mucho que decir sobre la diferencia entre la “literary fiction” y la ficción comercial, pero sólo me detendré en algunas consideraciones más bien genéricas.

El best seller es, por principio, un libro escrito para los lectores, para tener muchos lectores. La novela literaria, sin embargo, se escribe para la Historia, esto es, para pasar a la Historia de la literatura. Seguramente no encuentren muchos autores “literarios” que les reconozcan esta ambición delirante, pero, como decían en 'En el nombre del padre', sucede que es la verdad.

Obviamente, para pasar a la Historia, el autor literario tiene que gustar a otros escritores literarios, a los críticos, a los profesores de universidad, a los académicos y un poco a los lectores, en concreto a ese puñado de miles de lectores que hay en España que pueden distinguir una página de Benet de una página de Baroja.

Foto: Mariano Rajoy, presidente del Gobierno y lector fiel del 'Marca' Opinión

Sabemos cómo funcionan

Son muy interesantes, para entrar ya en el asunto (el best seller), unas declaraciones que Matilde Asensi hizo una vez. Decía la autora de 'El último Catón' que existen dos tipos de literatura: la literatura de los lectores (léase: si vendo 100.000 ejemplares me importa un huevo lo que diga un crítico de El confidencial sobre mi novela) y la literatura de los premios, “que todos sabemos cómo funcionan” (léase: camarillas y mafias enfrentadas por conseguir el premio Cervantes o el premio Príncipe de Asturias para autores cuyos libros nadie lee).

Los autores de best sellers viven una gloria incómoda: cuentan con el favor del público pero son ninguneados por los suplementos literarios

Otro autor de best sellers, Juan Gómez Jurado, afirmó en defensa propia que, si bien él no podía escribir un libro a la manera de Enrique Vila-Matas, Vila-Matas tampoco podía escribir un libro como 'El espía de Dios'.

Los autores de best sellers -es justo reconocerlo- viven una gloria incómoda, pues cuentan con el favor del público pero son sistemáticamente ninguneados por los suplementos literarios, por los premios nacionales, por las instituciones y por el premio Nobel. (Pienso que lo verdaderamente rompedor para el galardón sueco habría sido dárselo este año, no a Bob Dylan, sino a Dan Brown).

Obligado a leer un best seller

Como supondrán, no soy lector de best sellers y si me he leído la última novela de Arturo Pérez-Reverte ha sido porque me ha obligado mi jefe.

Yo leo exclusivamente novela literaria, que, si me apuran, es la única cosa que considero literatura. Para mí leer un best seller es como tomar heroína.

Esto es así porque lo que pasa con los lectores superiores -como es mi caso-, que leemos novelas muy complejas que no entendemos, es que, cuando leemos una novela simple, tampoco la entendemos. Estamos buscando siempre el estímulo de no entender, el desconcierto, esa musculación de la mente.

En fin, que me puse a leer 'Falcó' a ver si la entendía. También me puse con ganas de que me gustara, porque sólo un imbécil decide que las próximas horas de su vida tirado en un sofá de Ikea mirando palabras sobre un papel deban ser un suplicio. 'Falcó', la verdad, me ha gustado mucho.

'Falcó'

Trata del susodicho, mercenario/matón/sicario/intermediario, en plena Guerra Civil Española aceptando un “trabajo” para los falangistas: “liberar” a Jose Antonio Primo de Rivera de la cárcel donde lo mantienen los republicanos. La misión será violenta y el operativo, de aúpa.

La trama me llevó a pensar en la película 'Valkyria', ese filme de Tom Cruise que iba de matar a Hitler y del que muchos se rieron porque los libros de historia proponían el spoiler definitivo: nadie mató a Hitler.

Bien, nadie liberó a Jose Antonio Primo de Rivera, pero la ficción funciona justamente cuando hace verosímil lo inverosímil, ya sea convertir a un hombre en un escarabajo, ya (pongamos) ver a Primo de Rivera quitando la pancarta del “No pasarán” de las calles de Madrid.

¿Fluir de conciencia, puntos de vista, fragmentariedad, anti-novela, metaliteratura, autoficción...? ¡Qué les den morcilla!

Arturo Pérez-Reverte lo hace muy bien en esta novela con cuatro cosas: el clásico narrador omnisciente focalizado en la mente de Falcó, mente cuyas entretelas vemos por el uso del estilo indirecto libre y, en contadas ocasiones, por eso tan antiguo -Stendhal en 'La cartuja de Parma'- de poner abiertamente “el personaje pensaba esto:”; las habituales descripciones impostergables de todos los personajes y de todos los espacios; los diálogos que aligeran la lectura; y la ralentización de los desenlaces. Ya está.

¿Fluir de conciencia, puntos de vista, fragmentariedad, anti-novela, metaliteratura, autoficción...? ¡Qué les den morcilla!

Pérez-Reverte es como el punk: con tres acordes te ha hecho una canción pegadiza.

Política y feminismo

La lectura política obligada de esta novela nos la avecinda con 'Soldados de Salamina', pero dando el negativo de la contienda. Si en 'Soldados de Salamina' había igualdad de bondades en ambos bandos, en 'Falcó' hay el mismo número exacto de hijos de puta: entre los falangistas hay siete hijos de puta y entre los comunistas hay siete hijos de puta. Estos matan a 1 profesor y aquellos matan a 1 cura. Estos violan a 1 monja y aquellos violan a 1 maestra. Según Pérez-Reverte, la Guerra Civil Española acabó con empate a hijos de puta.

Esta revisión lost-lost post-Transición molesta mucho entre mis amigos más a la izquierda, y obviamente a Pérez-Reverte le van a caer todos los palos del mundo por sumarse a ella.

No hay un sólo personaje-mujer -a pesar de que Eva Rengel sea un carácter fuerte y conseguido- del que no se diga inmediatamente si está buena

Palos más merecidos puede recibir de las feministas. No hay un sólo personaje-mujer -a pesar de que Eva Rengel sea un carácter fuerte y conseguido- del que no se diga inmediatamente si está buena. El autor ha decidido que casi todas sean bastante atractivas, dado que su Falcó, amén de recordar mucho a Jason Bourne, tiene también lo suyo del Marqués de Bradomín, y le gusta acumular amantes. Ojo a esto: Falcó considera que llevar mujeres a acciones de riesgo es desaconsejable porque los hombres, “instintivamente”, siempre quieren proteger a las mujeres, y bajan la guardia.

La prosa de Reverte, por otra parte, es casi impecable, pero apenas se puede subrayar. Nadie va a perder el hilo de las aventuras de 'Falcó' por una buena metáfora.

En definitiva, 'Falcó' consigue lo que quiere: gustar. Es un best seller muy bien hecho, y como tal alienta una literatura detenida en su éxito, en la reiteración de aquellos recursos que funcionan, mientras que la novela literaria trata siempre de innovar y dejar atrás y persigue el riesgo de lo nuevo: crea sus propios lectores, como decía Valle-Inclán.

Así, como la narrativa que mejor funciona (que mejor se lee) de toda la Historia de la literatura es la novela del siglo XIX, hay que asumir la brutalidad de que la ficción comercial de hoy es su heredera y continuadora, bien sea que por la vía barata. Obras como 'El tiempo entre costuras' vienen directamente de Flaubert, mientras que quien quiere ser un gran escritor en el siglo XXI nunca imitará a Flaubert, autor que, por un proceso de fosilización cultural, se ha convertido en un cliché, que es exactamente de lo que va esto de escribir best sellers.

Se ha recrudecido en los últimos años la división entre novela de género o best seller y novela sin adjetivos, como la llamaba Cela. Ahora esa novela desadjetivada tiene un adjetivo redundante: literaria. Ha cuajado de tal forma esta denominación desconcertante, que en la web de algunos grandes grupos editoriales ya se usa el calificativo “novela literaria” para prevenir a los lectores sobre las características -entendemos que arduas- de determinados libros.

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