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Divorciarse es un cuento (normalmente bueno)
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Alberto Olmos

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Divorciarse es un cuento (normalmente bueno)

Carlota Gurt presenta en 'Biografía del fuego' una apreciable exploración del género breve

Foto: Extracto de la portada de 'Biografía del fuego', de Carlota Gurt. (Asteroide)
Extracto de la portada de 'Biografía del fuego', de Carlota Gurt. (Asteroide)

Hubo una vez un cuento que, como género, protagonizaba reportajes y antologías y debates, y hasta había ocasión para debatir, antologar y reportajear una rebañadura literaria llamada micro-relato. Por suerte, hemos avanzado tanto en diversidad y respeto a la sensibilidad ajena que ya nadie en la prensa cultural da la tabarra con el cuento.

El cuento español si algo tiene es inferioridad: casi en cualquier lado hacen mejores cuentos que en España. En Argentina, en Estados Unidos, en Italia. Hasta Andorra debe de tener una tradición de historias cortas más potente que la española, aunque sólo sea por congruencia geográfica.

Foto: Arturo Pérez-Reverte en la londinense Baker Street, la calle de Sherlock Holmes. JEOSM Opinión
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En España todo el mundo ha escrito cuentos porque a todo el mundo le han invitado alguna vez a colaborar en un suplemento de verano, y trescientos euros no le vienen mal a nadie.

Luego hay cientos de certámenes de cuentos repartidos por todo el país, motivo casi exclusivo de que se escriban tantos cuentos. Para participar en un concurso de novela tienes que escribir una novela.

Cinco u ocho páginas son un cuento a nada que digas que lo son

Aunque lo parezca, yo no desprecio el cuento. Sólo me hace gracia la cantidad de picardías, miserias, mediocridades y espejismos que se levantan alrededor de este género literario. Hay autores que cuando le piden un cuento para dentro de dos semanas, envían un trozo de la novela que están escribiendo. Eso ya lo dice todo sobre la complejidad impresionante del género: cinco u ocho páginas son un cuento a nada que digas que lo son.

Cuando el cuento estaba de moda (falso: cuando estaba de moda tratar de poner de moda el cuento), los cuentistas eran notablemente los escritores más agresivos y sectarios de todos. Hay algo ontológicamente insano en la pequeñez: todo lo pequeño invita al mal.

Hay algo ontológicamente insano en la pequeñez: todo lo pequeño invita al mal

Por suerte, algunos libros de cuentos buenos se han escrito en España, prioritariamente por Eloy Tizón. Tizón tiene dos cumbres inmortales, explosivas: Velocidad de los jardines y Técnicas de iluminación. Ahora mismo acaba de publicar Peglaria para pirómanos (Páginas de Espuma), que yo no he entendido en lo más mínimo. Y ahí lo dejo.

También Carlos Castán tiene un libro de relatos impresionante: Sólo de lo perdido (Destino); y Jon Bilbao: Estrómboli (Impedimenta); y Elvira Navarro: La isla de los conejos (Random House). Todo el mundo tiene un libro de cuentos que no está mal y hemos olvidado.

Está minuciosamente calculada la cantidad de escritores de cuentos que hay en España, dado que al premio Ribera del Duero de Narrativa Breve (50.000 euros) se presentan unos quinientos autores de nuestro país. Al menos está minuciosamente calculada la cantidad de escritores de cuentos que creen que sus cuentos valen algo.

Biografía del fuego

Y algo (mucho) valen en efecto estos cuentos recientemente publicados por Asteroide y firmados por Carlota Gurt. Biografía del fuego es su título, un poco tan excesivamente poético y sónico como Plegaria para pirómanos. La poesía ha hecho mucho mal al cuento, y el cuento a la Humanidad.

Como reseñar cuentos es un rollo, esta reseña de cuentos lleva media pantalla hablando de todo menos del libro. El caso es que está muy bien, el libro, los cuentos, y hay divorcios.

La autora ha revelado que buena parte del origen de su libro se encuentra en su propia separación. Cuando un escritor se divorcia, no escribe nada durante años; cuando una escritora se divorcia, escribe cuentos. Martin Amis contaba en Koba el terrible dos escenas en páginas sucesivas. Varios hombres salen de un campo de concentración o de una cárcel, suben a un coche y vuelven a casa en completo silencio durante horas de trayecto. Varias mujeres salen de una cárcel, suben a un coche y vuelven a casa sin parar de hablar de su experiencia durante todo el trayecto. Personalmente creo que ambas escenas expresan muchos sentimientos.

Si un autor mima el orden de sus relatos, como mima el orden de las notas el compositor de una melodía, lo correcto es someterse a ese orden

Biografía del fuego empieza con un aviso simpático y no poco útil: "Leer los cuentos en orden y no más de dos seguidos". Estas "instrucciones de uso" pueden parecer un capricho posmoderno en tiempos en que la posmodernidad ya nos parece decimonónica. Sin embargo, es cierto que si un autor mima el orden de sus relatos, como mima el orden de las notas el compositor de una melodía, lo correcto es someterse a ese orden. Y también es muy cierto que empacharse a cuentos es la mejor manera de confundirlos y viciarlos. Sólo dos cuentos seguidos, incluso sólo dos cada día (eso hice yo), es lo aconsejable, como se hace con cualquier otra perversión.

Este racionamiento lector permite apreciar algunas coqueterías de la colección. Por ejemplo, la aparición de personajes de un cuento en otro, la importancia de la arquitectura (como profesión) y la proliferación de madres y carreteras. Pero los quicios del libro son los divorcios, pues después del divorcio hay que vivir, y encima con niños. En Divorcio is ok meme, el relato que más me ha gustado, un padre y su hija tratan de ponerse de acuerdo en eso de vivir. No es fácil cuando uno tiene treinta, cuarenta años más que otro. En Todavía queda oxígeno, un relato hacia el final del libro, leemos: "¿Qué haces tú sola con tus hijas? Echas de menos formar parte de una familia, tener otro adulto al lado para que capear los momentos de aburrimiento…". Noten por favor que a lo mejor no hay tantos modelos de familia, sino de derrota.

Por lo demás, Carlota Gurt tiene estilo, me gustan algunos gestos poéticos, muy controlados. "A los humanos nos inquieta cómo se mueve los pájaros, a sobresaltos, sin fluidez, como si les faltaran fotogramas".

Hubo una vez un cuento que, como género, protagonizaba reportajes y antologías y debates, y hasta había ocasión para debatir, antologar y reportajear una rebañadura literaria llamada micro-relato. Por suerte, hemos avanzado tanto en diversidad y respeto a la sensibilidad ajena que ya nadie en la prensa cultural da la tabarra con el cuento.

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