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No tendrás nada y serás indigente (que no feliz)
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Alberto Olmos

Mala Fama

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No tendrás nada y serás indigente (que no feliz)

Jorge Bustos explora la caída en desgracia de miles de personas que carecen de un techo sobre sus cabezas

Foto: Una persona sin hogar duerme en una calle de Barcelona durante la pandemia. (Getty/David Ramos)
Una persona sin hogar duerme en una calle de Barcelona durante la pandemia. (Getty/David Ramos)
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El fin del mundo más largo de todos los tiempos (en la Biblia yo creo que el apocalipsis sólo duraba hora y media) ha hecho que nos olvidemos definitivamente de algunos problemas sin importancia, como es el de las personas sin hogar. El planeta Tierra, la casa de todos, está en peligro, y es bastante grande, así que, si no tienes casa dentro de esta casa inmensa, no vas a abrir los telediarios. Hay algún cetáceo atragantándose ahora mismo con un tapón de Coca-cola light. No estamos haciendo nada contra ese tapón. Ten un poco de vergüenza.

Antes, cuando el mundo no se acababa y los tapones eran más digestivos, los mendigos te hacían medio telediario y un par de debates de Jesús Hermida, y había escenas en las películas con fachas quemando indigentes, que daban mucha impresión. Fíjense si estará de capa caída el mendigo que ya ni lo queman.

Yo conocí a los mendigos cuando vine del pueblo a Madrid, porque en los pueblos no hay mendigos, ni cetáceos, ni nada. Están muy atrasados. La modernidad de Madrid no la representaban (años 90) las Torres Kío o el museo del Prado, sino el Burger King y los mendigos. Que en un sitio haya mendigos quiere decir que ahí hay mucha innovación, mucha competición, mucho futuro. Los mendigos aparecen porque dejar gente atrás es imprescindible para alcanzar un mundo mejor, con más tecnología y Juegos Olímpicos. Toda modernidad es una ceremonia de sacrificio.

Jorge Bustos quiere ser pobre, y dar palabras a pesetas. Es decir, quiere hacer literatura

Ahora nos hemos acordado de los mendigos porque Jorge Bustos quiere ser pobre, y dar palabras a pesetas. Es decir, quiere hacer literatura. Después de tocar techo en el periodismo nacional, Bustos ha empezado a hacer libros que le salgan a deber. Una palabra en un libro siempre sale a deber comparada con una palabra en un periódico. Es otro sistema monetario.

El libro se llama Casi (Asteroide) y se presenta como una aproximación vecinal a las personas sin hogar y a las gentes que cuidan de ellas, mayormente Ayuso. La verdad es que Madrid, así como poder político, queda muy acogedor y preparado para el inope en el libro de Bustos. Dan muchas ganas de ser mendigo y votar al PP.

Bustos no ha elegido el tema de su libro, como es obvio, porque si lo hubiera elegido habría que ponerle a parir. Imaginen querer escribir un libro y que no se te ocurra otra cosa que escribir sobre mendigos, pobrecitos míos. Imaginen querer hacer una película y que no se te ocurra otra cosa que una película sobre inmigrantes, pobrecitos míos. Esto querría decir que ni los mendigos, ni los inmigrantes te importan un huevo, amén de señalar que no tienes nada que contar. Los libros (las películas) no se hacen para que veamos que eres buena persona; se hacen para que veamos que intentas serlo.

Foto:  Jorge Bustos. (Cedida por Libros del Asteroide)

Así que Bustos, según relata liminarmente, se compró una casa con terraza y ya estaba como para que le dieran las campanadas todas juntas a su felicidad. Sin embargo, salía a la calle y, al contrario de lo que uno espera cuando no es pobre y compra casa, le rodeaban a diario los pobres y los desahuciados. No te puedes fiar ni del Catastro.

Muy decentemente, Bustos no cuenta que quisiera abrazar a todos esos zombies mendicantes, sino que le jodían un poco la vida. Uno elige casa, y con la casa un barrio, y con el barrio unos vecinos, pero nunca elige las trayectorias que lo cruzan de un lado para otro, arrastrando realidad. Si se van a vivir a la calle Augusto Figueroa en Madrid, notarán de pronto que la mitad de los peatones son ciegos, y bastante miedo les entrará, a ver si es que te quedas ciego por vivir en Augusto Figueroa. Finalmente, descubrirán que hay una sede de la ONCE un poco más arriba.

placeholder 'Casi', edita Libros del Asteroide.
'Casi', edita Libros del Asteroide.

Bustos descubrió que había un centro de acogida un poco más arriba, y que de ahí venía y hacia ahí iba toda esa gente adomiciliaria que le perturbaba los paseos. El CASI (Centro de Acogida San Isidro) centralizaba la pobreza acrónima de Madrid, y el de la inmobiliaria no había avisado. Entonces Bustos se cansó de ser hombre y fue humano: se marchó directo para el Centro de Acogida a preguntar sobre la condición de posibilidad de la miseria. Y el resultado son 170 páginas de testimonios, datos, excursiones y nomenclaturas.

A mí lo de "sinhogarismo" me ha sonado regular, como de mucha floritura. Ahora que lo he escrito, de hecho, me parece totalmente ridículo

El libro descubre al bisoño en asistencialismos un abanico amplio de nombres para las cosas del sufrir, no siempre defendibles (los nombres). A mí lo de "sinhogarismo" me ha sonado regular, como de mucha floritura. Ahora que lo he escrito, de hecho, me parece totalmente ridículo. Sinhogarismo. Bastante tenemos todos con conseguir una casa como para querer encima que sea un hogar. Vayamos poco a poco con la poesía.

"Sintecho" suena más crudo y, por ello, más real y meteorológico. La gente sin un techo que haya comprado o que pueda pagar mensualmente se dice que está "en situación de calle". Para que vean la potencia de mi capricho, esta expresión me ha gustado. Luego a los indigentes que utilizan los centros de acogida se los llama "usuarios". Poco más y los llaman "clientes", como en Burger King.

Todo este baile del vocabulario sólo se queda quieto si miramos las estadísticas, como es obvio. Lo normal si la vida te ha expulsado a la vera del camino es que seas hombre, de más de cuarenta años y con un divorcio, un despido o un mal mental sobrevenido (o todo junto). Ese es "el patrón". Bustos dice en titulares que todos podemos acabar en la calle. Hombre, también a todos nos puede tocar el Euromillón, pero normalmente no te toca.

Normalmente, no te toca ser mendigo.

Así que si hoy no hablamos de mendigos, indigentes, pobres de acera y contenedor es porque casi nadie se ve con facultades para acabar ahí, y preferimos disponer nuestra pena para los cetáceos.

O como dice Oscar Wilde en el libro de Bustos: "Si las clases humildes no dan un buen ejemplo a las otras, ¿para qué sirven?"

El fin del mundo más largo de todos los tiempos (en la Biblia yo creo que el apocalipsis sólo duraba hora y media) ha hecho que nos olvidemos definitivamente de algunos problemas sin importancia, como es el de las personas sin hogar. El planeta Tierra, la casa de todos, está en peligro, y es bastante grande, así que, si no tienes casa dentro de esta casa inmensa, no vas a abrir los telediarios. Hay algún cetáceo atragantándose ahora mismo con un tapón de Coca-cola light. No estamos haciendo nada contra ese tapón. Ten un poco de vergüenza.

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